viernes 29 marzo 2024

Toledo por Cardoza

por Ricardo Becerra Laguna

Ha muerto el pintor arcaico más moderno de México: Francisco Toledo. Y han aparecido recuerdos y obituarios notables, importantes, necesarios de quienes lo conocieron, como reflejo de su colosal importancia y sus muchos significados.

Aprovecho la generosidad de etcétera para compartir -entrecortados– algunos subrayados de Luis Cardoza y Aragón, aparecidos en El Río: novelas de caballería, Fondo de Cultura Económica, (1986) y en la revista Nexos (1988), que preservo con devoción desde que tenía 20 años, pues para mí fue un guatemalteco, quien entendió y asimiló mejor que nadie al juchiteco.

“Toledo…. celebra en su obra la gloria de lo terrenal, el deseo que es lo más puro y enlutado del hombre. Es pagano y digno de cantar con la devota convicción de su pueblo… carece de museo secreto. Es inocente”.

“Mueve el pincel entre lo diabólico o celeste… la ironía y el sarcasmo, o bien la veta de lo trágico, de lo apoteótico o divino… las pulsiones de animalidad solar que provienen del medio en que vivió los primeros años de su existencia”.

Con Toledo “En materia de sexo nada es impuro; es la afirmación poética del instinto”.

Su pintura “… escucha su remota sangre… la verdad de sus sensaciones ópticas, de su manera de ver y de ser en el abrazo amoroso de lo indio, de lo magnífico indio”.

“En Toledo influyen sus entrañas y sus relaciones íntimas con la naturaleza. No se ha renovado; nació renovado”.

“Después de la edad de los pintores mayores, muralistas, insignes portadores de lo rigurosamente mexicano, llegaron Tamayo y Toledo” y la pintura mexicana “conquistó más libertad mostrando que la “civilización” precisa de nuevo las fuerzas oscuras del instinto”.

“… comparte su mundo y su trasmundo… Una figurita recortada sobre un amate, un capulincito, el omnipresente conejo y aquello cobra fuerza y sentido: paideia zapoteca”.

“Fuimos expulsados del paraíso, ese paraíso en el cual, Toledo pinta todavía”.

“El arte revolucionario para las masas, el moralismo de México, nunca fue solicitado por las masas que aun no lo conocen ni por los países socialistas, sino por los magnates de Estados Unidos. Entre esa bruma, salta Francisco Toledo, más allá del realismo mágico, con su realismo México”.

“Toledo viene confirmar una verdad: nos transforman las influencias si somos capaces de transformar esas influencias. En esa medida las hacemos nuestras, hacemos el arte nuestro. Eso lo ha hecho Toledo”.

La plástica (pintura, escultura, cerámica, etcétera) del gran pintor no buscó grandilocuencia alguna ni dar lecciones para la humanidad, las masas o el proletariado, como sus grandes antecesores. Lo suyo es lo elemental, lo singular diriamos, lo original, lo que viene -como solía decir el maestro- desde el principio de los tiempos.

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