sábado 18 mayo 2024

Todos los intelectuales del presidente

Ayer, 26 de abril de 2021, fue otro día importante contra los “intelectuales orgánicos” del obradorismo. ¿Qué pasó? Tan sólo que el primer obradorista de la nación les negó a casi todos el carácter de intelectuales. Eso dijo. Porque comentó que solamente diez intelectuales lo apoyan. Lo que deja fuera –fuera de la categoría de intelectuales, orgánicos o inorgánicos, o de cualquier tipo- a la gran mayoría de los hombres y las mujeres que hacen algún esfuerzo intelectual para defender explícita o mustiamente a López Obrador.

¿Quiénes son los ignorados? Gente como John Ackerman, Gibrán Ramírez, Jorge Gómez Naredo, y hasta Hernán Gómez Bruera, éste acaso un híbrido. No todos los que creen ser nuevos intelectuales obradoristas (“orgánicos”) lo son; no son intelectuales de ningún tipo sino simples y bajos tuiteros o youtuberos; y los que sí son “intelectuales orgánicos” del obradorismo (no intelectuales independientes, ni libres ni excelentes) ni siquiera son vistos por López Obrador como intelectuales. El jefe puede ser cruel…

Aunque es justo decir que el presidente tampoco sabe qué es un intelectual de verdad, ni qué tipos existen ni qué es un “intelectual orgánico”. Esto último, cree que es algo intrínsecamente negativo y corrupto, lo que combinado con sus otras creencias da como resultado un nudo muy andresmanueliano: el grueso de sus “orgánicos” son negados como intelectuales obradoristas en particular e intelectuales en general, mientras que de los diez que el jefe ve como intelectuales “no orgánicos” una parte son exactamente “orgánicos” y otra no son intelectuales.

López Obrador junto a Pedro Miguel, Helguera, Hernández y El Fisgón. Foto: @lopezobrador_ 29 de agosto del 2020.

¿Quiénes son Los Diez? No se ría: Elena Poniatowska, Lorenzo Meyer, Enrique Galván, Fabrizio Mejía Madrid, Pedro Miguel, Damián Alcázar, los hermanos Bichir, Epigmenio Ibarra, los moneros Hernández, Helguera y El Fisgón. Traducido a realista: una aspirante al puesto de abuela de la nación, un académico de pasado ilustre, un periodista mediocre, un plagiario, otro periodista, unos actores de cine y televisión, un productor de tele y propagandista, tres caricaturistas en todo sentido que pueda tener la palabra caricatura. Ninguno, salvo el profesor Meyer –historiador histórico-, ha sido jamás un intelectual de altura.

Aclaremos ya qué es un “orgánico”. Ciertamente, Ackerman y Naredo muchas veces razonan y se expresan como tuiteros por debajo del promedio; son ex intelectuales desde una perspectiva más exigente; pero todavía pueden ser vistos como parte de una clase intelectual: la de los “intelectuales orgánicos” o esos individuos con la función de usar la cabeza de alguna manera para ayudar a un grupo o movimiento a defenderse, adoctrinar y buscar una hegemonía cultural.

Ahora bien, para López Obrador casi ninguno de ellos existe, ni Ackerman, ni “Gibrán” ni los Gómez. Para el presidente hay 2,210 intelectuales (ja), solamente 10 a su favor y 2,200 en contra. Y ahí está el punto más significativo, que López Obrador ignora, ningunea, niega, desprecia o hasta humilla de pasada a tanto “orgánico” obradorista que se inmola vergonzosamente por él o se maquilla de equilibrado por una más o menos vergonzante simpatía. Todas y todos ellos, los no-diez, no son nada para él. Nada excepto unos más de sus seguidores no-intelectuales. Unos más entre todo su pueblo. Y ellos y ellas, aunque hablen de pueblo, no son ni quieren ser simple pueblo: ¿para qué se llenó de títulos “Gibrán” y por qué los presume? ¿Será para diferenciarse y aventajar? ¿Para qué fabrica libros Ackerman, y para quién? ¿Los hace para que AMLO confunda su apellido con el de Zuckerman? Pero su líder ni los ve ni los oye, no como intelectuales. No los sigue, no los lee, no lo inspiran, no lo influyen, no son sus intelectuales. Es como si no existieran… Cuando ellos existen por y para él. Qué triste.

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