viernes 29 marzo 2024

El TLCAN 2.0: Crónica de una renegociación anunciada

por María Cristina Rosas

Como es del dominio público, el próximo 16 de agosto dará inicio en Washington, D.C., la primera ronda de renegociaciones entre México, Estados Unidos y Canadá del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Esta renegociación, a la que ésta autora se referirá a partir de ahora como “TLCAN 2.0”, se produce en un momento particularmente difícil en las agendas nacionales de cada uno de los países involucrados, especialmente en México.

El arranque de este encuentro, que se extenderá hasta el 20 de agosto, promete ser escabroso. El presidente estadounidense Donald Trump ha dicho que el TLCAN es el peor acuerdo comercial de la historia y le achaca la pérdida de empleos en la Unión Americana. Alguien debería decirle que, en su momento, el tratado norteamericano fue un parteaguas en las negociaciones comerciales internacionales debido a los temas que incluyó, mismos que iban más allá del simple desarme arancelario. En ese entonces, en el seno del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) en la Ronda de Uruguay, misma que se desarrolló de 1986 a 1994, se buscó incluir tópicos nunca antes negociados en el terreno comercial, como los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio, el comercio en servicios, las inversiones, etcétera. Así, mientras que la Ronda de Uruguay se estancaba, México, EU y Canadá proseguían con la gestación de un acuerdo comercial que, al concluir, sentó el precedente para poner en la mesa del GATT esos temas que tanto ruido hicieron en la agenda económica global. En otras palabras: el TLCAN ayudó a que la Ronda de Uruguay pudiera culminar, dando pie, asimismo, al nacimiento de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que es el foro multilateral más importante para buscar la eliminación de obstáculos al comercio en el planeta. Y eso no es todo: el TLCAN fue el parámetro conforme al cual el propio EU desarrolló negociaciones subsecuentes con diversos países del mundo. Entonces, siguiendo con la lógica de Trump, si el TLCAN fue la peor negociación jamás realizada, ¿qué podría decir el mandatario estadounidense de la extensa red de acuerdos comerciales que se inspiraron en el tratado norteamericano y de la Ronda de Uruguay -y de la propia OMC y de los que forma parte el vecino país del norte?

Pero para poner en contexto al TLCAN 2.0, vale la pena recordar la evolución del TLCAN original, sus logros y, por supuesto, sus desafíos. El TLCAN originalfue anunciado en 1990 y gestionado durante los gobiernos de Carlos Salinas de Gortari, George Bush padre y Brian Mulroney en los primeros años de la década de los 90. La asimetría fue la nota en la negociación y no sólo por la franca debilidad de México frente a las dos economías desarrolladas con las que debió lidiar. México llegó a aprender. Nunca antes se había presentado en un encuentro, frente a frente, con lo más granado del aparato empresarial, comercial y político de la Unión Americana, para negociar un tratado de esas proporciones. Así, tuvo que aprender y también destinó muchos esfuerzos y recursos contratando lobistas y cabilderos para que el Congreso de aquella nación diera su aprobación al producto final que, como se recordará, entró en vigor a partir del 1 de enero de 1994.

El TLCAN original, aunque, en nombre, trilateral, en realidad fue una negociación fracturada, donde México y EU negociaron los rubros que más importaban a ambos, en tanto Canadá, que desde 1989 tenía un acuerdo comercial bilateral con los estadounidenses se insertó al proceso trilateral para proteger sus intereses. A ello hay que sumar la escasa relación comercial entre México y Canadá y el hecho de que canadienses y estadounidenses son socios globales con una agenda estructural que los mantiene muy integrados y no sólo en el terreno económico. Ambos son miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), ambos monitorean el espacio aéreo norteamericano a través del Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte (NORAD), y también ambos son países altamente desarrollados y graneros del mundo.

Pese a ello, el TLCAN original reportó beneficios a los tres países. Gracias a este instrumento, el comercio creció, tanto entre México y Estados Unidos, como también entre los mexicanos y los canadienses. Si se considera al comercio trilateral, éste ascendió en 2015 a más de 1 billón de dólares, tres veces superior al imperante previo a la entrada en vigor del tratado norteamericano.

En el caso de la relación entre México y Canadá, se incrementaron las rutas aéreas directas para ambas naciones, de manera que ya no fue indispensable hacer escala en EU para que los viajeros pudieran ir a uno u otro país. Desde la entrada en vigor del TLCAN original, el comercio bilateral México-Canadá creció a una tasa anual promedio de más del 10 por ciento –aunque en épocas más recientes, el comercio creció a tasas de un dígito-, predominando entre las exportaciones mexicanas automóviles, televisores, enseres domésticos, muebles y equipo médico, en tanto el país de la hoja de arce vende a la República Mexicana principalmente equipo para aeronaves, buques y vehículos, maquinaria y aparatos mecánicos, grabadores de sonido y reproductores y productos metálicos. México tiene una balanza comercial superavitaria con los canadienses. En el terreno de las inversiones, Canadá ha incrementado en 25 veces los montos de recursos destinados a México, especialmente en los sectores minero, manufacturero y de comunicación.

Por otra parte, el comercio entre México y Estados Unidos pasó de 81 mil 498 millones de dólares en 2003, a 539 mil 174 millones de dólares en 2015, lo que significa un promedio anual al alza de 7. 7%. Con la Unión Americana, México tiene también una relación comercial superavitaria. Asimismo, las inversiones estadounidenses en México han crecido en seis veces desde la puesta en marcha del TLCAN original.

A lo anterior hay que sumar que desde 1994, el comercio entre los tres países norteamericanos creció más que el crecimiento del comercio mundial hasta el año 2000, en tanto a partir de entonces ha ido a la par de éste. Por lo tanto, decir que el TLCAN original es el peor acuerdo comercial de la historia, equivale a negar que una parte importante de la expansión comercial estadounidense es producto de sus vínculos con México y Canadá. En números, México y Canadá representan la tercera parte de los intercambios comerciales de EU con el mundo amén de que el 40 por ciento del crecimiento de las exportaciones estadounidenses deriva del acceso que el TLCAN les ha garantizado en los mercados mexicano y canadiense. Por la posición que tienen entre los países con los que más comercia EU, Canadá ocupa la segunda y México la tercera posiciones. Como es sabido, la República Popular China (RP China), sin tratado comercial alguno, es el principal socio comercial de los estadounidenses. Asimismo, tanto para México como para Canadá, EU es su principal trade partner.

Ciertamente EU ha hecho del tema del déficit en su balanza comercial, el leitmotiv para justificar la renegociación del TLCAN original. Sin embargo, en honor a la verdad, vale la pena aclarar varias cosas. En primer lugar, el mayor responsable del enorme déficit comercial de EU con el mundo es la RP China. Con ese país, Washington lleva a cabo el 15 por ciento de sus intercambios comerciales globales. En segundo lugar, Trump ignora convenientemente que las balanzas comerciales que tiene con México y Canadá, se han mantenido relativamente estables al paso de los años. Con Canadá, de hecho, Washington tiene una relación superavitaria, en tanto con México es deficitaria, y ésta equivale al 10 por ciento del comercio de bienes y servicios que mantiene con el mundo, o bien, el 0. 3 por ciento del producto interno bruto (PIB) estadounidense. Es decir, uno de cada 10 dólares del déficit comercial de EU con el mundo deriva de su relación con México, por lo que el 90 por ciento restante obedece a los intercambios que mantiene con la RP China y otras naciones. De hecho, ha sido Beijing, en los pasados 20 años, el principal responsable del déficit comercial de EU, equivalente al 35 por ciento de la balanza comercial negativa de la Unión Americana con el mundo. ¿Por qué entonces Washington se empeña en denostar el TLCAN original? Éste le ha traído innegables beneficios. ¿Por qué no cargar las baterías contra la RP China, con quien no tiene tratado comercial alguno? En todo caso, es evidente que el TLCAN original ha llevado a que Washington goce de beneficios cuantiosos al comerciar con sus vecinos norteamericanos y que al no tener un tratado comercial equivalente con Beijing, no cuenta con las herramientas para desarrollar intercambios más equitativos o convenientes a sus intereses instrumentales particulares con el gigante asiático.

En tercer lugar, el comercio de EU con México es deficitario, no por los bad hombres ni las maquiladoras, ni los bienes producidos aquí que son llevados a aquel mercado, como lo expresa tan a menudo Trump. De hecho, son sus importaciones de energía y recursos naturales, las que alimentan al déficit estadounidense y no las de bienes y servicios. Con México y Canadá, Washington tiene déficits en el sector energético debido a que tanto sus empresas como sus consumidores privilegian la adquisición de fuentes energéticas relativamente baratas de sus vecinos norteamericanos y se prevé que dicho déficit crezca, debido a la construcción de oleoductos entre Canadá y EU y a la reforma energética en México, misma que abre nuevas posibilidades a los inversionistas del vecino país del norte en el mercado nacional. Llama la atención, entonces, que Trump achaque al comercio de bienes manufacturados la responsabilidad de su déficit con México. Lo que no admite es que EU no está dispuesto a depender para su aprovisionamiento energético, de países volátiles, como los de Medio Oriente o Venezuela, por lo que busca afianzar su seguridad energética a través del acceso a los recursos naturales de México y Canadá.

¿Qué esperar en renegociación del TLCAN 2.0?
En preparación para el TLCAN 2.0, las autoridades mexicanas afirman haber realizado extensas consultas con empresarios, cámaras y asociaciones de productores y exportadores, inversionistas, universidades, consultores y representantes del sector cultural. Sin embargo, parece ser que no se ha hablado con todos los mencionados, o las consultas se han limitado a una formalidad que ha sido altamente excluyente. Generalmente, las empresas mexicanas más globalizadas son consultadas. Sin embargo, el empleo en el país lo generan las pequeñas y medianas empresas (PyMES), con las que hay algunos acercamientos y no con todas. Se ha dicho también, que las consultas ascienden a unas 250 reuniones de trabajo, pero, a la fecha, a horas de iniciar el proceso renegociador, la sociedad mexicana carece de la información necesaria para poder participar y promover sus intereses en un escenario que la impactará de diversas maneras. De entrada, todas las consultoras prestigiadas y las propias autoridades de las Secretarías de Hacienda y Economía, reconocen que se avecina un proceso complicado que impactará al tipo de cambio.

Kenneth Smith, jefe técnico de la negociación por México del TLCAN / Cuartoscuro

Adicionalmente hay muchas dudas en torno a los acuerdos paralelos del TLCAN original. Como se recordará, una vez que estuvo listo el texto base y dado que hubo cambio de gobierno en EU desde que se inició la negociación en los 90, la administración estadounidense de William Clinton solicitó la suscripción de dos acuerdos paralelos, uno en materia ambiental y otro de cooperación laboral, los cuales, en las condiciones actuales, podrían sufrir cambios. Por ejemplo, la administración de Donald Trump ha retirada a su país del Acuerdo de París, por lo que su postura en materia ambiental seguramente incidirá en el acuerdo paralelo respectivo. No se pierda de vista que tanto México como Canadá han suscrito el Acuerdo de París, lo que los confrontará, en esta materia, con Washington. También está pendiente el tema de los salarios mínimos, el cual es de extrema relevancia para el acuerdo de cooperación laboral. No menos preocupante es el anuncio de parte del gobierno estadounidense, de que desea eliminar el capítulo XIX del TLCAN a efecto de incorporar demandas laborales.

Cuando el TLCAN vio la luz, no hubo cláusulas democráticas que condicionaran los beneficios del tratado a la observancia del respeto a los derechos humanos. Sin embargo, hoy es un tema insoslayable y, como se recordará, otros países como los que integran la Unión Europea, plantearon como condición no negociable, la inclusión de la cláusula democrática en el acuerdo suscrito con México. Dadas las circunstancias imperantes en México, es razonable suponer que el tema aflore.

Para EU también es importante que el TLCAN 2.0 cuente con cláusulas anticorrupción, lo que implicaría que, si se detectaran situaciones de este tipo por parte de empresas de México y Canadá, se les consideraría prácticas desleales de comercio y por lo tanto, serían punibles.

El capítulo de propiedad intelectual se antoja complejo, considerando los debates y tendencias observadas en las negociaciones de acuerdos previos suscritos por Washington con países como los Centroamericanos y la República Dominicana en el CAFTA, o bien, los diversos planteamientos esgrimidos por las autoridades estadounidenses sobre el particular en el seno de la OMC.

Otro rubro que seguramente planteará desafíos al país, es el capítulo energético, donde tanto EU como Canadá mantienen posturas liberalizadoras y de pleno acceso a los recursos energéticos y minerales de México.

La estrategia mexicana
En el momento de escribir estas líneas, hay muchas incógnitas sobre los rumbos que podría tomar la gestión del TLCAN 2.0. Hay muchas preguntas y, hasta ahora, pocas respuestas.

Hay temas, ciertamente, que no deberían sufrir grandes modificaciones, por ejemplo, las disposiciones sanitarias y fitosanitarias; las barreras técnicas al comercio; los acuerdos paralelos; los derechos de propiedad intelectual; las reglas respecto a las empresas estatales; las compras del sector público; las políticas de competencia; y las buenas prácticas regulatorias. México incluso podría negociar el acceso al mercado de bienes agropecuarios con EU, toda vez que, entre Washington y Ottawa, por no ser economías complementarias en este ramo, no parece factible una concertación en la materia.

México, ha señalado que se incorporará una perspectiva de género en la negociación, pero no ha explicado cómo ni dónde lo hará. Vaya, no está mal, pero sería deseable contar con más información al respecto.

Un tema del interés de los tres socios norteamericanos, es el comercio con la RP China, país que, como se explicaba, es el primer socio comercial de EU y el segundo de Canadá y México. A los tres preocupa el gigante asiático y el sentido de la renegociación del TLCAN 2.0 también es fortalecer a América del Norte vis-à-vis las economías asiáticas. Mejorar la competitividad de la región debe ser una prioridad, pero conforme a reglas e intereses compartidos, no subordinados a lo que disponga únicamente EU.

De los tres socios norteamericanos, México es el que más se ha integrado a la economía estadounidense con el TLCAN. Claro está que EU y Canadá tienen una integración intraindustrial de larga data, pero llama la atención que, en el mercado de importaciones canadiense, la Unión Americana participaba con 23. 5 por ciento entre 1993 y el 2005, pero declinó para ubicarse en 18.3 por ciento en 2016. La diferencia de 5. 2 puntos porcentuales fue ganada por la RP China. A pesar de esto, la integración de las cadenas industriales en América del Norte es una realidad como se sugería líneas arriba. Considerando las importaciones estadounidenses procedentes de México y Canadá, el contenido estadounidense de las importaciones desde México es de 40 por ciento y desde Canadá, de 25 por ciento. Para el caso de la industria automotriz el contenido estadounidense de las importaciones procedentes de México oscila entre el 47 y el 85 por ciento. En contraste, las importaciones que realiza EU desde la RP China, sólo tienen un 4 por ciento de contenido estadounidense. Estos datos son relevantes porque muestran una vez más, que al ser México el socio más asimétrico en América del Norte, es también el que más tiene que perder si las cosas salen mal en el TLCAN 2.0.

Para finalizar, no está de más recordar que pese al estilo más relajado que muestra el gobierno canadiense en la voz de su carismático Primer Ministro Justin Trudeau, a México siempre se le ha visto en el país de la hoja de arce como un intruso que le resta márgenes de maniobra a los canadienses en Estados Unidos. Lejos de una alianza entre México y Canadá durante la gestión del TLCAN 2.0, se espera que Ottawa vaya por lo que concierne a sus intereses, y México, pese a ser una economía importante a nivel mundial, no le resulta tan prioritario a los canadienses. Por lo tanto, México está sólo en esto, si bien sería un buen momento también, para explotar la enorme red de tratados comerciales que tiene con el mundo, si no por otra razón, como parte de una estrategia negociadora con Washington. México debe echar mano de los acuerdos que posee con potencias comerciales como Japón y la Unión Europea y recordarle a la Unión Americana que esas naciones han dedicado atención a su relación con los mexicanos. EEUU sabe que México es, en éste renegociación, el más débil, pero es de esperar que la enorme experiencia con que cuenta el país en materia de negociaciones comerciales, opere a su favor.

Dicho esto, era de esperar que hubiera una renegociación del TLCAN original, y era previsible que iba a ocurrir de todos modos, habida cuenta de la necesidad de actualizar el citado tratado, a las condiciones imperantes en la economía internacional. Con Trump o sin Trump, esto iba a ocurrir de todos modos. El TLCAN elevó el comercio y las inversiones, como se ha visto, pero existe la necesidad de llevar la relación económica entre las tres naciones norteamericanas por nuevos derroteros. Sin embargo, es deseable que el proceso se desarrolle con inteligencia por parte de los negociadores mexicanos. Hay varias cartas que México puede jugar. La principal, por supuesto es que México es clave para la prosperidad de EU. Corresponde entonces, a los negociadores mexicanos, jugar esa carta, sensibilizando a sus contrapartes con prudencia, pero también con firmeza. Hoy México tiene una larga experiencia en negociaciones de tratados comerciales, por lo que no puede escudarse en que es novato o no sabe qué hacer. Muchos de quienes formaron parte del equipo negociador de México durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, hoy son respetados consultores. Muchos de ellos fueron consultados por diversas naciones que buscaban negociar tratados comerciales. Incluso, Herminio Blanco fue candidato a ocupar la dirección general de la OMC con el aval de Estados Unidos. Lo bailado entonces, ya nadie se lo quita al país. Por lo tanto, México puede y debe llegar a Washington, sabiendo que antaño hizo lo más difícil, por lo que las autoridades nacionales, aun a pesar de Trump, no tienen excusa para hacer, aun en las condiciones actuales, una mala negociación. Para decirlo de otro modo, los negociadores mexicanos no llegarán para aprender.

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