sábado 18 mayo 2024

Tenochtitlan 2021, como los cangrejos

por Julián Andrade

Hace 500 años, un 13 de agosto, miles y miles de indígenas, sobre todo tlaxcaltecas, aliados a los españoles liderados por Hernán Cortés, tomaron de modo definitivo la ciudad de Tenochtitlán.

Los aztecas no eran muy queridos porque elevaban los tributos a los pueblos que habían sometidos y su crueldad era bastante impredecible pero muy frecuente.

El gobierno de la 4T ha decidido reescribir la historia desde una perspectiva ideológica y propagandística. Como muestra, lo que ocurrió hace cinco siglos será calificado como “resistencia”.

No sabemos quiénes, pero llevan 500 años oponiéndose a una invasión que tampoco está muy clara a estas alturas. En términos historiográficos esto no se sostiene, pero su utilidad está en otro lado, en la construcción de una escenario de blanco y negro, tajante y sin matices.

CIUDAD DE MÉXICO, 11AGOSTO2021.- A pocos días de inaugurarse la instalación de la maqueta del templo Mayor en el Zócalo Capitalino, decenas de personas se congregan para ver las pruebas de iluminación del mismo. FOTO: ANDREA MURCIA /CUARTOSCURO.COM

La propaganda para funcionar tiene que ser sencilla y mover sentimientos, aunque no siempre sean los mejores. Por eso pretenden restaurar aquella idea, tan socorrida hace unas décadas, que establecía que un puñado de españoles llegaron a estas tierras, sometieron a los pueblos originarios y les arrebataron toda su riqueza.

Se intenta restaurar el nacionalismo trasnochado, que se sostiene en premisas falsas, pero que puede volverse agresivo y hasta riesgoso.

Es más complicado tratar de explicar y entender aquel choque de civilizaciones del que surgió el México actual.

El tema de los pueblos originarios es uno de los más relevantes. Si hay una zona del debate público de déficits crónicos es el que tiene que ver con las poblaciones indígenas, que continúan en la marginación y a quienes no se les escucha. ¿Un ejemplo reciente? El tren Maya.

Entonces la reivindicación del pasado no debiera ser para restaurar la historia de bronce, sino para propiciar políticas públicas que se hagan cargo de las profundas injusticias que aún padecen quienes hablan lenguas originarias y viven en comunidades apartadas, donde no existen los servicios más básicos.

La historia puede servir precisamente para preguntarnos qué es lo que se hizo para que estemos como estamos.

Infortunadamente “siento demasiado y lo he dicho en otro lugar, que entramos en el futuro andado hacia atrás como los cangrejos”, dijo Paul Valéry.

En todo caso, las desigualdades actuales son responsabilidad de los sucesivos gobiernos, incluido el actual, que no han querido, sabido o pedido terminar con ellas.

Es más rentable, claro está, apelar a una resistencia imaginaria desde el centro del poder político, exigir disculpas a un país que no existía hace 500 años y no ocuparse del drama actual.

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