sábado 20 abril 2024

Abraham Mendoza, el superdelegado que cayó de la gracia presidencial

por Antonio Ortigoza Vázquez

Excluido, a la vista de todos, del primero círculo de funcionarios de los tres niveles que acompañaron al presidente Andrés Manuel López Obrador durante su gira por Tula, de nada le valieron al superdelegado Abraham Mendoza Zenteno, las súplicas y “cartas de presentación” invocadas ante el personal que resguardó las instalaciones de la Universidad Tula-Tepeji.

La orden de impedirle el acceso fue tajante y vino del más alto nivel.

El pasado día 6, fue el “sábado negro” para el delegado de los programas sociales que se auto destapó bajo el lema: “Un fundador será gobernador”.

Y es que el tulense no solo se decía cercano al mismísimo presidente sino con el patrocinio del aficionado a la Fórmula Uno, Mario Delgado, y vía el ex líder del Congreso Local, Ricardo Baptista, apoyado por el Grupo Universidad.

Una triada de poder e influyentismo que cualquier aspirante de Morena envidiaría, solo que… Mendoza Zenteno perdió el piso, la razón y con ello todo sentido de la realidad; ésta última terminó por inferirle una rechifla colectiva y reclamos que terminaron por impactar al propio presidente que constató la pésima atención brindada por el Delegado del Bienestar a los miles de damnificados por las inundaciones del pasado mes de septiembre.

Al que presume de su gran amigo, casi su hermano, le bastaron unos cuantos minutos para darse cuenta que el enojo colectivo que golpeó con furia su camioneta provenía de un manipulado censo de personas afectadas y promesas en el monto de los apoyos nunca contemplados por el gobierno federal.

Los Servidores de la Nación del superdelegado aplicaron un deshumanizado e irracional censo, cobrando venganzas políticas sin importar que muchos de los que fueron aislados en los apoyos oficiales lo perdieron todo.

El responsable de los programas sociales del gobierno federal actuó de manera facciosa contra aquellos cuyo único delito fue no haber apoyado a Morena en las pasadas elecciones. Pero aún los propios beneficiados le recriminaron en la cara el engaño de que fueron objeto al haberles prometido 35 mil pesos de apoyo para al final de cuentas recibir solo 10 mil.

Pero lo que terminó por detonar la ira de los excluidos y los miles de afectados, fue el cinismo con que Abraham Mendoza negó los hechos: “Yo jamás les prometí nada”, dijo ahogado en sus propias mentiras y protagonismos.

Fue el propio presidente quien debió enmendar los absurdos y crueles yerros del superdelegado al anunciar que habrá nuevos censos, por ejemplo, para saber el número de familias que requieren apoyos de vivienda.

Para Mendoza Zenteno, el desaire presidencial le llegó el peor momento y justo cuando Morena anunciará a los cuatro aspirantes a la gubernatura –dos hombres y dos mujeres— que serán incluidos en la encuesta que definirá al ganador.

Los cánones de la ética política aconsejarían al ex perredista presentar por dignidad su renuncia, pues nadie con dos dedos de inteligencia en la frente consideraría al devaluado político como un serio aspirante a la gubernatura.

El antes déspota y prepotente delegado del Bienestar ha mutado al hombre gris que siempre fue, de esa clase que suben al ladrillo y se marean. Y ni qué decir de sus nulos méritos como aparente militante de izquierda; la forma arbitraria y selectiva con que excluyó a cientos de damnificados de la lista de beneficiarios, mostró su vocación fascista y sus méritos como aprendiz de “hitlercito”.

Tras retirarse de Hidalgo, el Ejecutivo Federal dejó tras de sí la zalea de uno de tantos que se decía su amigo cercano, casi su hermano: Abraham Mendoza Zenteno. Ahora, uno menos que Morena incluirá en su lista de aspirantes.

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Un personaje resurgido en la política estatal es Jorge Félix, quién con la discreción del caso, se dedica a «armar puentes» entre grupos con la altura de miras de prevenir cualquier barrunto de discordia política. Peligro siempre presente en tiempos pre-electorales.

Se dice que lo que viene realizando Jorge Félix es lograr un compromiso sólido de unidad en torno a fortalecer a su partido por encima de las posiciones extremas, porque en la unidad de las diversas fuerzas y corrientes internas está la clave del triunfo.

 

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