viernes 29 marzo 2024

Sobre las preocupaciones del Presidente

por Javier Solórzano

Pudiera ser que las preocupaciones del Presidente sobre la atención abrumadora que jóvenes y niños tienen con los videojuegos partan de su propia experiencia.

La vida cotidiana de los menores se ha visto impedida de participar en espacios libres, a lo que se suma el encierro por la pandemia, los hogares se convirtieron en centros únicos.

Los días se hicieron largos y todo se circunscribió a la vida en sus hogares. Los espacios se cerraron y el ocio fue cada vez mayor con menos posibilidades de poder canalizar sus energías.

La compleja situación se ha ido medio resolviendo. Los mayores problemas se presentaron en la convivencia intrafamiliar y en el cómo programar tiempos libres, siendo que los padres de familia o tutores tienen que hacer sus actividades.

En otro tiempo se habló mucho del papel de la televisión, el cual era el medio que permitía que padres y madres de familia pudieran desarrollar sus actividades, pero paradójicamente se le veía también como un elemento distractor y enajenante.

No casualmente durante mucho tiempo se decía que la televisión se encargaba de que los niños olvidaran por las tardes, o por las mañanas, según el caso, lo que habían aprendido en las escuelas.

Particularmente nuestra generación era de las que se podía pasar la tarde ante la televisión con la gran ventaja que eran tiempos en que se podía salir a la calle a jugar y quedarse con los amigos de la “cuadra” hasta tarde, era una actividad posible y, sobre todo, segura. La televisión fue conocida mucho tiempo como “la caja idiota” y no se olvida la declaración del magnate televisivo que dijo que su empresa hacía televisión “para los jodidos”; lo cual explicaba lo que pensaba de la audiencia y cómo se llenaba el tiempo de ocio de millones de familias.

Ante lo que ahora estamos es ante una irrupción imparable de las nuevas tecnologías, las cuales adquieren un papel clave porque los espacios físicos se han cerrado y porque vivimos en una concentración de población en donde prevalecen variables brutalmente graves como la pobreza, inseguridad y la carencia de elementos para que los menores puedan estar en espacios abiertos.

Estar al interior de los hogares se ha convertido en un mecanismo de defensa y una forma de vida. Sumemos que las nuevas tecnologías han venido a suplir muchas actividades laborales, las cuales se pueden desarrollar en los hogares. Los menores tienen en Internet, las computadoras y celulares su forma de trabajo escolar, su forma de diversión y sus formas de ocio.

Esta circunstancia no es un destino fatal. Más bien, se tiene que reconocer que muchas cosas se agudizaron por la pandemia y que es difícil que los menores puedan abstraerse de todos estos procesos, porque al final son también parte de la nueva socialización.

Lo que no puede soslayarse es la relevancia que tiene para la vida no perder otras formas de comunicación y convivencia.

Presumimos que el Presidente, al fin y al cabo, también es de carne y hueso, pudo llegar a su casa y enfrentó la incomunicación producto de la atención a los videojuegos, al Internet o a la comunicación que se establece con amigos y amigas a través de las nuevas tecnologías como cualquier padre de familia.

Lo que le pudo pasar lo llevó a hacer un singular decálogo que tiene una alta dosis de alerta. Sin embargo, hay que asumir que estamos en un tiempo en que el mundo de los menores tiene poco que ver con lo que se vivió al menos hace 20 años.

Hay que crear mecanismos de seguridad para ellos ante las nuevas tecnologías, pero es un hecho que las viejas comunicaciones al interior de los hogares están ya en otra etapa.

RESQUICIOS

De octubre del 2020 a septiembre del 2021, EU detuvo 1.7 millones de migrantes, 608 mil son mexicanos; es la cifra más alta de la que se tenga memoria. Si bien algunas personas pudieran ser detenidas en más de una ocasión, los hechos indican que en esencia se mantiene la política de Trump.

Este artículo fue publicado en La Razón el 21 de  octubre de 2021. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

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