Creo que lo que sucedió con Daniela Lorena Aguirre puede ser visto desde estas vertientes: 1) El encumbramiento de personas anónimas sobre quienes, como ocurre en los barrios, no sabemos su nombre sino su apodo, “Lady100 pesos”; 2) El escarnio contra ella, proveniente de cierto sector de la sociedad que festeja la desgracia ajena y la juzga y denigra sin ninguna consideración (por su forma de vestir y de hablar y sobre lo que ustedes gusten y manden) ; 3) El divertimento de otro sector social que resalta su belleza –es muy guapa– y hace apología de su gusto por el trago, que tiene camioneta y dinero, al menos para cooperar para el pomo; 4) La representación elocuente de la irresponsabilidad de conducir alcoholizada y, entre otras líneas más, 5) La ineficacia de la policía. A mí una de las vertientes que más me conmueve es aquel joven que de la camioneta sale como rata de un barco que se hunde, me parece un pequeño roedor que escapa mientras pisotea la amistad y acaso, quizá por eso, veo con simpatía a la muchachita, quien frente a una situación muy complicada lucha para ordenar las palabras y poner los pies en el piso que se mueve, enfrenta su propia tontería y trata como sea de salir adelante. Desde luego que nada de esto justifica lo que ella hizo pero yo no soy juez de nadie y menos si yo mismo me he puesto borracho tantas veces que mejor me callo.
