martes 16 abril 2024

Síntomas priistas

por Carlos Urdiales

La semana pasada miembros de la LXI Legislatura de la Cámara de Diputados (2009-2012), algunos senadores y otros tricolores hoy integrantes de la Renata (Reserva Nacional de Talento) se reunieron en la sede de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE) para reflexionar y dialogar sobre el futuro priista.


Joel Ayala, líder de los burócratas, fue el anfitrión y entre los reunidos en Sadi Carnot estuvieron el gobernador de Coahuila, Rubén Moreira, y el excoordinador priista de ese periodo, el cual, por cierto, pavimentó la candidatura de Enrique Peña Nieto, Francisco Rojas Gutiérrez.


El también excontralor de la Federación y director de Pemex y de la CFE llamó a conformar un grupo compacto de trabajo que elabore un documento ejecutivo que sirva de base para un proyecto mayor de análisis y discusión interna con miras a fortalecer el PRI y evitar un deterioro postelectoral más profundo y fracturas que lo encaminen a perder la Presidencia en 2018.


Interesante observar cómo grupos priistas, excluidos del primer círculo de Los Pinos, como la mayoría de las bases burocráticas, perciben la necesidad de hacer algo sustantivo desde el interior, con sus cuadros, para reactivar esa maquinaria profesional, ahora infravalorada.


Durante la década de los 60, egresados de economía, derecho, medicina, ingeniería o arquitectura de la UNAM se incorporaron al servicio público con un doble propósito: tener una forma de vida decorosa, estable, y corresponder a lo recibido a través de su educación pública.


Una burocracia que apostó, mayoritariamente, al mérito como ruta hacia mayores responsabilidades y poder.


Banco de México, Secretaría de Hacienda o la naciente Programación y Presupuesto fueron durante los años 70 semillero de cuadros políticos y técnicos fundamentales para el Estado mexicano.


Sin olvidar excesos ni impericias, aquella clase gobernante se robusteció con esas experiencias aleccionadoras.


En el año 2000 la mercadotecnia política que llevó al triunfo de Vicente Fox fijó como piedra angular del cambio desmontar la burocracia inservible y corrupta (víboras y tepocatas), generalización que, combinada con improvisación e ignorancia, cercenó grupos de estadistas que no pudieron ser reemplazados ni por head hunters, ni por los amigos de Fox o de Marta.


Con Felipe Calderón el haber desmembrado antes de tener un nuevo cuerpo en seguridad pública, y nacional, fue evidente y costoso. Sangrientamente costoso.


Con todo, la institucionalidad burocrática priista heredada y sobreviviente al “cambio” permitió a esos gobiernos panistas transitar, asumir y ejercer el poder. Fruto de esa noción de servicio público y lealtad.


Hoy las visiones de largo plazo en el servicio público son horizontes de 6 años, para bien y para mal. Con la renuncia de Beltrones y su discurso de despedida (o ingreso) sacudir al priismo desde adentro es idea que crece. La distancia entre gobierno y partido puede resultar.



Este artículo fue publicado en La Razón el 22 de junio de 2016, agradecemos a Carlos Urdiales su autorización para publicarlo en nuestra página.

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