viernes 19 abril 2024

Sin autocrítica no hay paraíso

por José Buendía Hegewisch
Etcétera

Si hay algo que iguala a partidos y al gobierno es la casi total ausencia de autocrítica. Cuando entran en ella lo hacen por caminos oblicuos de la murmuración, reprobación o la condena, pero mucho menos a través del examen público de malos resultados de gobierno o electorales, alianzas equivocadas o pactos que lleven al traspié en las urnas. Como sabemos, aquí nadie es derrotado en una elección, todos ganan algo y, si no, arrebatan. Pero es muy difícil ver un verdadero ejercicio de reconstrucción de un original perdido, por ejemplo, el guión de nuestro futuro democrático, de la clase de sistema de partidos o de la modernización del país para todos.

Sin autocrítica será difícil que los partidos grandes puedan leer el mensaje de las urnas para corregir y evitar que el castigo a la partidocracia desemboque en una mayor fragmentación.

El resultado de las elecciones fue interpretado por el gobierno de Peña Nieto como un espaldarazo a su política de reformas estructurales y al desempeño de la economía, a pesar de que el PRI cayó de 34% a 29% respecto de 2012 y sufrió severas derrotas en alternancias en capitales estatales y municipios. Ni siquiera mantener la mayoría en la Cámara con sus aliados es un dato contundente que avale la autocomplacencia oficial, pues sus porcentajes sumados apenas alcanzan al que sacó solo Peña Nieto y, ahora, tendrá que pagar altos costos a sus aliados en el Congreso del PVEM y NA. Aunque hay que reconocer que la fragmentación del voto de la oposición le ha significado “oxigeno puro” a un gobierno que se había quedado paralizado y sin respuestas en el último año, sin hallar la manera de relanzar la propuesta reformista. En ese sentido gana, pero ahora debería responder para qué.

En sus cuentas, otro triunfador es el PAN de Gustavo Madero, que se consolida -en sus palabras- como la principal fuerza política de oposición para enfrentar al PRI, no obstante que tuvo su peor resultado en 24 años en el Congreso. Por su parte, el PRD imposible que se revele ganador de nada, pero recuerda que aún gobierna el nada despreciable porcentaje de 15 millones de mexicanos, contra 2.5 millones de Morena. Y declara la necesidad de “autocrítica sin autodestrucción” y, sobre todo, que sirva para “relanzar” al partido en torno a una figura como Miguel Ángel Mancera, no obstante que perdió la capital del país, principal bastión perredista. Es decir, seguir con la inercia de los cargos… que también se materializará en la repetición de los mismos dirigentes de la última década en la coordinación en San Lázaro.

El control de daños de los tres partidos grandes no sirve para ocultar que sumaron una caída de alrededor de 16 puntos respecto de sus resultados de 2012 y que el reacomodo de fuerzas desdibuja el tripartidismo que gobierna desde la alternancia en 2000. Las urnas castigaron a la partidocracia y el triunfo de los independientes le arrebató el monopolio de acceso al poder, pero en su interior nadie es responsable de rendir cuentas y asumir la derrota: quien habla de la selección de candidatos, las alianzas, el Pacto con el gobierno y la percepción de que se extinguió la oposición a favor de una red de complicidades e intereses creados de los partidos mayoritarios con el poder, como ha denunciado una de las pocas voces autocríticas del PRD, Fernando Belaunzarán.

La incapacidad para corregir lleva a profundizar la tendencia a la fragmentación política que dejaron las urnas. El voto contra el statu quo de los partidos es un aliciente para que desde sus filas salten a otros partidos o como independientes a los que se les cierre el camino. Nuevos espacios para chapulines y oportunistas, pero también la oportunidad para que se manipule el poder desde fuera del sistema de partidos. Los poderes económicos o fácticos hoy tienen nuevas puertas que abrir para llevar candidatos al poder sin negociar con los partidos. Y la fragmentación del sistema de partidos puede dejarnos en 2018 con un Presidente electo con menos de un tercio del respaldo de los votantes. ¿Será el gobierno de maltrechas minorías?


Este artículo fue publicado en Excélsior el 25 de Junio de 2015, agradecemos a José Buendía Hegewisch su autorización para publicarlo en nuestra página

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