jueves 25 abril 2024

Siete mentiras de la reforma eléctrica

por Orquídea Fong

Durante los largos meses en que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha impulsado la contrarreforma eléctrica que busca revertir lo aprobado durante el sexenio de Enrique Peña Nieto ha dicho numerosas mentiras.

No solamente se trata de que el modelo de mercado eléctrico que AMLO prefiere sea obsoleto y dañino para el medio ambiente, sino que lo defiende mintiendo a todos los sectores involucrados y haciendo falsas promesas.

Sobre todo, se apoya en afirmaciones demagógicas que no podrá cumplir y encamina al país a una serie de litigios internacionales de grave impacto económico.

Recordemos que el eje de la reforma de AMLO es regresar a la Comisión Federal de Electricidad el dominio sobre el mercado eléctrico, siendo el proveedor principal, además de la autoridad ante otros proveedores y cabeza de la distribución en todo el país.

Ante la votación que se prepara para este domingo 17 de abril, preparamos una disección de siete mentiras sobre la reforma eléctrica.

Uno: la reforma eléctrica hará que baje el precio de la luz de uso doméstico

Esta afirmación es la más socorrida en la propaganda lanzada por el gobierno. ¿Quién no quiere pagar menos en su recibo de electricidad? ¿Quién no teme que los precios se disparen?

AMLO pretende sustentar esta mentira al decir que lo que mantiene alto el precio de la electricidad es la voracidad de las empresas privadas, que roban a la CFE, se aprovechan de la riqueza pública y buscan dañar al pueblo.

Este discurso es sumamente eficaz para ganarse el favor popular, pero es mentira.

La verdad de esto es que lo que determina el precio de la electricidad es su costo de producción, no si la empresa que la produce es pública o privada y esto quedó de manifiesto con el fracaso de la empresa Gas Bienestar, que no pudo ofrecer precios más bajos que las gaseras privadas, por la sencilla razón de que el precio no se determina por decreto.

En este sentido, la CFE no está equipada para producir electricidad más barata que muchas empresas privadas, debido a lo obsoleto de muchas de sus plantas y a que no ha invertido en la energía solar y eólica. Muchas empresas privadas sí lo han hecho y pueden producir electricidad más barata y además, limpia.

Si el gobierno ofrece precios relativamente bajos es gracias a que aplica subsidios, no a que se tenga un menor costo de producción y eso, a la larga, daña al mercado y a la propia CFE.

Dos: no habrá expropiaciones de empresas privadas

El presidente miente parcialmente cuando afirma que con la reforma eléctrica no se llegaría a la expropiación de empresas privadas.

Lo que no dice el mandatario es que existen dos clases de expropiación: la directa y la indirecta. La directa es la forma “clásica” de expropiación, en la que el Estado se apropia de los activos físicos de una empresa.

La expropiación indirecta es privar a una empresa, total o parcialmente, de sus derechos o beneficios asociados a una inversión. Es decir, cancelar contratos, impedir la libre competencia al cerrar el mercado o negar la posibilidad de expandir inversiones por considerar que no es “nacionalista” equivale a una expropiación, misma que debería indemnizarse.

Tres: la reforma no será violatoria del T-MEC

El presidente ha dicho que su reforma no viola el Tratado México Estados Unidos Canadá. Ha señalado que “el tratado no tiene nada que ver con la corrupción”, y supuestamente, es lo que combate la reforma eléctrica.

Pero la reforma sí contraviene el TMEC, ya que pone límites a la inversión de empresas privadas, nacionales y extranjeras, lo que configura discriminación a favor de una empresa en detrimento de otras.

Esta forma de discriminación, que afecta las condiciones de competencia equitativa, es violatoria de las condiciones del tratado y podría llevar a que México enfrentara litigios interminables.

Cuatro: la reforma impulsa las energías limpias

El presidente centra su discurso sobre energía limpia únicamente en las hidroeléctricas, y presume la gran capacidad que tiene su gobierno en este sentido.

Pero omite decir que la CFE no tiene capacidad de generar electricidad mediante el sol y el viento. Y que de acuerdo a los criterios más actuales, la energías eólica y solar son fuentes más limpias que la hidráulica, debido a que la construcción de presas afecta los cursos de agua y los ecosistemas.

Son las empresas privadas las que van a la vanguardia en este terreno y justamente por eso, de acuerdo a la ley vigente, son las que tienen preferencia en el orden de despacho en el Mercado Eléctrico Nacional. Es decir, la electricidad de fuentes más limpias y de menor costo tiene preferencia.

Aquí lo cierto es que la mayor parte de la infraestructura productiva de la CFE está basada en energía sucia, es decir, en la producción de electricidad mediante quema de gas, carbón y combustóleo. Su capacidad de generar electricidad limpia es mucho menor a la de empresas privadas.

Cinco: se corregirá la “vileza” de que la energía de hidroeléctricas no se considere energía limpia

Esta es una de las mentiras que más ha repetido, con la clara finalidad de generar indignación popular y ganar apoyo.

AMLO ha dicho que según la ley eléctrica vigente, la hidroelectricidad no es considerada energía limpia y además, que las hidroeléctricas de la CFE tienen PROHIBIDO producir más allá de cierta capacidad.

Lo cierto es que la ley eléctrica vigente dice en su artículo 2 que la energía de las hidroeléctricas se considera energía limpia.

Seis: si no se apoya la reforma eléctrica, la luz subirá como en España

AMLO ha sembrado el pavor entre la población mexicana al citar la situación de precios exorbitantes que vive España en cuanto a la energía eléctrica.

Según el presidente, los españoles viven continuas alzas de precios debido a las empresas son privadas, “extranjeras”, corruptas y voraces. Afirma que si en México queda a cargo de todo la CFE, empresa estatal y nacional, los precios no subirán así, ya que dicha entidad no es voraz y llevada por el amor al dinero.

Pero la razón de los elevados precios de la electricidad en España es muy distinta y AMLO no lo dice. ¿Qué es lo que ocurre? Pues que en la Unión Europea las empresas en general están regidas por una legislación ambiental muy estricta que les impone cobros por emitir gases contaminantes.

Las empresas que producen electricidad con combustible fósil, como el gas, pagan impuestos muy elevados, lo que sube el precio de la luz al consumidor final. A eso hay que añadir que el precio del gas se incrementa continuamente.

AMLO ofrece producir electricidad barata, pero no explica que lo que ya está haciendo la CFE es quemar grandes cantidades de combustóleo, lo que en efecto, baja los costos, pero lanza enormes cantidades de contaminantes a la atmósfera.

Ahora, si el presidente dejara operar a empresas de energías limpias, habría mayor disponibilidad de electricidad de bajo costo y bajo impacto contaminante.

El problema es que la CFE no puede competir con ellas y eso a AMLO le causa gran enojo.

Siete: no se creará un monopolio

AMLO ha afirmado que la reforma no convertirá a la CFE en un monopolio, por la razón que las empresas privadas conservarían el 46% de la producción de electricidad, y la CFE “solo” el 54%.

El hecho de que las empresas privadas conservarían casi la mitad del mercado de producción sirve al presidente para afirmar que la paraestatal no será un monopolio,

Pero al tiempo, no duda en reconocer que la reforma busca brindar a la empresa dirigida por Manuel Bartlett una situación de ventaja competitiva frente a otras empresas, por la única razón de ser una empresa estatal.

A la reforma eléctrica no le importa si la CFE produce luz más cara y contaminante: de igual modo tendrá preferencia para ser su propia proveedora de fluido, además de autoridad reguladora del mercado, sometida al presidente de la República.

Por otro lado, en materia de distribución al consumidor final, la CFE nunca ha dejado de ser un monopolio.

O, ¿acaso hay otra empresa con la que los mexicanos puedan celebrar un contrato para tener electricidad?

CONCLUSIÓN

Lo que está detrás del afán estatista de AMLO en materia energética es convertirse en una figura tan legendaria como Lázaro Cárdenas, que expropió la industria petrolera.

Sin embargo, el presidente no entiende que 80 años después el mundo ha cambiado radicalmente, al grado que ninguna nación puede considerarse autosuficiente en ningún sentido.

Todos y cada uno de los países del mundo dependen del intercambio comercial, del suministro de materias primas y de las inversiones para poder impulsar sus economías.

AMLO busca regresar a un modelo superado y que ni siquiera en sus mejores tiempos demostró ser eficaz.

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