viernes 29 marzo 2024

¿Será Calderón un lastre para Margarita?

por Ricardo Alemán
Etcétera

Margarita Zavala hizo la lectura correcta luego del domingo 7: “Los ciudadanos están haciendo lo suyo en nuestra democracia; los políticos no”, dijo en un video difundido el pasado domingo, en el que además se destapa como precandidata presidencial para 2018.

Por eso y porque su diagnóstico es correcto, su adelantada postulación para la contienda presidencial de 2018 fue bien recibida en amplios sectores sociales -sobre todo panistas y no partidistas-, en donde ya no sólo aparece como “lobo solitario” al eterno y envejecido Andrés Manuel López Obrador, sino que se sumó Margarita Zavala.

Lo más interesante, sin embargo, es que el proyecto presidencial de la ex primera dama se plantea en un escenario que va más allá de su propio partido político -el PAN- y de golpe y porrazo llama a sumarse a su causa “a panistas y a quienes han votado por otras alternativas políticas y a quienes han dejado de creer en los partidos como un instrumento de nuestra democracia”.

Es decir que, sin renunciar a su militancia y a su partido -pero sin pelear por la presidencia del mismo-, la señora Zavala se propone encabezar un movimiento social que haga entender a los partidos que no pueden alejarse de los ciudadanos; que sin ciudadanos -más que sin partidos-, no existe democracia.

Pero el proyecto de Margarita también ofrece a los electores potenciales “una tercera vía”; alternativa que busca romper el paradigma de los partidos enfrentados a los ciudadanos o los ciudadanos que rechazan a los partidos. Dicho de otro modo, la candidatura de la señora Zavala sería la de una mujer política opositora a las viejas estructuras partidistas -al PAN mismo, sin dejar su militancia-, pero enarbolando las causas ciudadanas. Es decir, regresar al origen del PAN.

Queda claro que el diseño, los objetivos y el liderazgo del proyecto político de “los Calderón” parece impecable, con Margarita Zavala a la cabeza. Sin embargo existe un problema mayor; problema que se llama Felipe Calderón. ¿Por qué?

Porque lo primero que tiene que hacer Margarita Zavala es explicar y convencer a los ciudadanos que no será una “candidata presidencial juanita”; que la suya no será una candidatura presidencial para la reelección de Felipe Calderón.

Y es que, en efecto, todos saben que Margarita Zavala hizo su propia carrera política, que piensa con cabeza propia y que sus ambiciones no sólo son legítimas y legales, sino que no se prestaría a la burla del género. Sin embargo, también es cierto que la esposa del ex presidente arrastrará buena parte del odio, malquerencias y venganzas políticas contra Calderón.

En especial el odio y las malquerencias del que será su principal adversario; Andrés Manuel López Obrador -a quien derrotó Felipe Calderón-, y cuyos leales inventaron el cuento del presidente alcohólico y la patraña de los 100 mil muertos.

Pero aún. ¿Alguien imagina a Felipe Calderón ajeno a la potencial campaña presidencial de su esposa; lo imaginan como presidente del DIF, con los brazos cruzados en medio de la guerra política contra su esposa; lo ven como el primer consorte de la eventual presidenta?

En el fondo, Margarita Zavala tendrá que romper no sólo el paradigma de la lucha entre partidos y ciudadanos; el paradigma de ser la primera candidata presidencial con posibilidades reales de triunfo; de ser la esposa de un ex presidente exitoso, también tendrá que derribar las pesadas barreras de género y el feroz machismo mexicano. ¿Y qué hará Felipe Calderón mientras todo eso ocurre? ¿Será un lastre o un apoyo? Al tiempo.


Este artículo fue publicado en El Universal el 16 de Junio de 2015, agradecemos a Ricardo Alemán su autorización para publicarlo en nuestra página

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