jueves 28 marzo 2024

Sealtiel Alatriste, una vergüenza para la UNAM

por Marco Levario Turcott

Este artículo fue publicado originalmente el 13 de febrero de 2012 lo abrimos de manera temporal dada su relevancia periodística.


A estas alturas del escándalo me parece que sobra cualquier reseña sobre las trapacerías a las que ha recurrido Sealtiel Alatriste para vivir su sueño de ser escritor y, con ese caracter, también vivir la realidad de ser coordinador de Difusión Cultural de la UNAM desde hace poco más de cuatro años. En el primer caso ya obtuvo el premio Xavier Villaurrutia y, en el segundo, todavía es responsable de una área que, como dijo el rector José Narro Robles al nombrarlo a finales de 2007, “posibilita a la institución ser un referente nacional de primer orden en la preservación, recreación y transmisión de las manifestaciones culturales nacionales y universales”.


Los párrafos que Alatriste hizo pasar como propios están ahí –al menos, una parte–, son exhibidos en varios espacios periodísticos, al principio por Teófilo Huerta, luego por Guillermo Sheridan y hasta la fecha por Jesús Silva Herzog-Márquez y Fernando Escalante, entre otros (etcétera sólo ha contribuido a reproducir al cuadrado esos recursos plagiarios). Gracias a ellos, es decir, a la contundencia de sus hallazgos y opiniones, y al propio desvergonzado reconocimiento del señor Alatriste, hay el registro suficiente para que la polémica no discurra sobre si ha incurrido o no en el plagio de la obra de otros.


Puestas así las cosas, uno podría hacer un alto momentáneo y registrar también los silencios que provoca un caso como el descrito; preguntarse por las razones de la omisión de diversos escritores y académicos universitarios que, sin duda, le han dado lustre a la UNAM o derivar la reflexión en si ese silencio es o no una de esas formas del fanatismo o el clientelismo con el que se quiere hacer creer que decir nada al respecto es “defender” a la Universidad. Pero más allá de cualquier especulación el nudo esencial de esto es si el señor Alatriste debe o no permanecer en el cargo como principal promotor de la difusión y la recreación, es decir, de la creatividad de la cultura en la UNAM. Y muchos creemos que no, que su estancia sería algo así como un macabro homenaje a la trampa hecho por la Máxima Casa de Estudios del país.


No quisiera que la secuencia anecdótica con la que reseño este episodio nada más replique lo que otros han señalado para demandar, con razón, que se le retire el premio al personaje que sueña con ser escritor y miente, ni sólo sumarme a la exigencia de que el señor deje el cargo en la Universidad. Tal vez hay algo aún más preocupante en estas palabras, dichas por el propio funcionario de la UNAM: “Ya lo pensé bien y yo no voy a decir nada. Y la UNAM tampoco va a responderles. Lo consulté con el rector y en eso quedamos”. Lo que eso podría decirnos es que los liderazgos en la institución se definen por criterios distintos a la academia y forman estructuras de poder que erosionan el motivo más importante de la Universidad. .


Este es el quid, según creo: con la permanencia de Sealtiel Alatriste en la UNAM decenas de miles de universitarios pueden mirar a la trampa institucionalizada, simplemente, porque el rector de la UNAM la convalida. Y es que, como dijera Henry James si describiera al señor Alatriste (en una frase del escritor estadounidense tomada de la web):


“Su serenidad no era más que el adorno proporcionado por unas flores silvestres en las ruinas de sí mismo”.

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