jueves 18 abril 2024

Se activa con Cuba la política del mojito

por Rubén Cortés
Etcétera

Nuestros legisladores no podían dejar de viajar al destino de turismo político del momento: La Habana. La justificación es otra “reunión interparlamentaria”, de esas que sólo sirven para ir a tomar mojito.

Otro pretexto es el timing por el anunciado restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos y la apertura comercial al mundo de un país casi sin industria, donde los ciudadanos carecen de libertad de empresa y el Estado es dueño de los medios de producción.

La visita también incluye el sueño de poder engalanar las oficinas con una foto junto a Fidel Castro, como última leyenda viva de la Guerra Fría. Porque México sigue viendo a Cuba con el prisma ideológico heredado del priismo del mundo bipolar.

Aun siendo remotas las posibilidades de que cristalice el actual optimismo de una Cuba próspera, lo cierto es que la isla es vista como un nuevo El Dorado, tras la distensión con Washington.

Le llegan empresarios hasta de las Islas Salomón y Emiratos Árabes para abrir bancos en un país donde se gana un máximo de 25 dólares al mes, instalar fibra óptica donde el acceso a las telecomunicaciones es casi nulo, explotar minas, fabricar queso…

Las mejores oportunidades de México están en que nuestros legisladores consigan un permiso legal para que el Estado mexicano permita a Cuba instalar aquí una planta de fármacos mejores y más baratos que los importados de Europa, como la vacuna Pentavalente, que combate difteria, tétanos, tosferina, hepatitis B y Haemophilus influenzae tipo B.

Pero Cuba es un país sin ciudadanos libres: su legislación laboral obliga a los inversores extranjeros a contratar a los trabajadores que indique el gobierno, las empresas son controladas por militares y los cubanos residentes en el exterior tienen prohibido participar en su economía.

Es por eso que nuestros legisladores deberían insistir ante sus anfitriones en La Habana, en que la apertura económica sin libertades no es otra cosa que capitalismo autoritario, y ese modelo no genera desarrollo ni resuelve a largo plazo la desigualdad ni la nueva estratificación de la sociedad cubana.

Hoy mismo hay más de 110 cubanos que enfrentan condenas de 20 y 30 años por estar en contra de un gobierno que criminaliza el ejercicio de los derechos civiles, en tanto que acaba de liberar a un centenar a cambio de aceptar abandonar para siempre la tierra que los vio nacer.

En esta visita, nuestros legisladores deben apoyar la exigencia de poner fin al embargo de Estados Unidos contra la isla, aunque sin dejar de insistir en que la relación debe avanzar sobre un memorándum de derechos humanos.

Es decir, la visita tiene que tener una agenda real, más allá de ir a beber mojitos.


Este artículo fue publicado en La Razón el 26 de Junio de 2015, agradecemos a Rubén Cortés su autorización para publicarlo en nuestra página

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