viernes 29 marzo 2024

Rulfo y yo

por Federico Cendejas Corzo

Con motivo de la conmemoración del natalicio de Juan Rulfo, resulta interesante reflexionar al respecto de la vida y obra de este autor emblemático de las letras mexicanas y universales.


Primero que nada, parece ser que Rulfo se ha convertido en un clásico de la literatura, por lo menos en nuestro país, esto con todas las ventajas y desventajas que dicha distinción implica: por un lado, un clásico es reconocido por la academia, se deja leer en las escuelas y la gente con cierta educación lo puede reconocer fácilmente, pues, por lo menos, ha oído hablar de él. Eso mismo acarrea consigo la condición de que es un autor del que todo mundo habla y que nadie ha leído. Lo mismo ha sucedido con otros autores mexicanos canónicos como Sor Juana y Octavio Paz, figuras ampliamente reconocibles, pero poco leídas de manera masiva.


Otra de las situaciones a las que se enfrenta un clásico es que surgen especialistas en el tema que dedican absolutamente toda su vida y trabajo al estudio de dicho autor. En este sentido, los "sorjuanistas" y los "pacianos", conviven junto a los "rulfianos", una especie de académico-literato que se ha adueñado del autor y nada que no salga de su pluma de investigador experto tiene validez fuera del selecto círculo de quienes se han interesado profundamente en su obra.


Ahora bien, a sabiendas de lo anterior y de que Rulfo es uno de esos autores que han llenado muchas estanterías de tesis, ensayos y reflexiones, sólo queda aportar un punto de vista muy personal, casi íntimo, con respecto del autor y de la obra: Juan Rulfo es un escritor raro en toda la extensión de la palabra. Su escasa obra escrita consta de dos o tres trabajos, su libro de cuentos, El llano en llamas, la novela, Pedro Páramo y quizás podríamos considerar el guión de cine, El gallo de oro, además de algunas otras colaboraciones cinematográficas. Este pequeño pero consistente legado le valió numerosos reconocimientos de los más altos vuelos, el Premio Xavier Villaurrutia, el Premio Nacional de Literatura y el Premio Príncipe de Asturias, entre algunos otros. Lo anterior, además de peculiar resulta muy interesante, hace surgir en mí la pregunta, ¿cómo es posible que la segunda obra de un autor y que además es su primera novela resulte ser Pedro Páramo?, inmediatamente recuerdo a Emily Brönte y sus Cumbres borrascosas, único libro de esta otra peculiar autora británica. Un hecho que no deja de sorprender, ya que la mayoría de los escritores tuvieron que trabajar mucho antes de llegar a su gran obra, esa que los consagraría y los haría trascender, sin embargo, existen los "Rulfos" y las "Bröntes" que solo necesitaron de un único o casi único libro para pasar a los altares de la literatura.


Además de este hecho, otra curiosidad de Rulfo es que su lectura implica una enorme dificultad, por lo menos para mí, y tal como el Coronel Aureliano Buendía de García Márquez: yo nunca olvidaré el día en que la profesora de Literatura Mexicana del siglo XX dijo: “Nadie que no haya leído Pedro Páramo puede aprobar esta materia”. Ante menuda sentencia, hubo que leerlo, pues, yo no tuve algún tirano profesor de literatura en la prepa que lo hubiera dejado como lectura de clase, aunque sé de primera mano que existen y andan por ahí torturando jóvenes de dieciséis. En este caso, yo tenía dieciocho y era la primera vez que me acercaría al emblemático señor Rulfo. Tras el primer intento, terminé completa la lectura quizás en unos dos o tres días, sin embargo, cuando concluí la última página, tenía la sensación de no haber entendido absolutamente nada. Hubo que volver a leer el libro, esta vez con pánico, pues el examen sobre la novela se acercaba cada vez más y yo me sentía totalmente inseguro. Ese temor, quizás, hizo que las cosas empezaran a fluir. Mi mismo miedo llenó el libro y yo comencé a sentir a Comala como el verdadero infierno que era, me enteré de la enorme angustia de Juan Preciado por encontrar a su padre, y comencé a tejer en mi mente la intrincada red de relaciones que establecen los personajes en la novela, los hermanos incestuosos, Susana Sanjuan y otros que Rulfo mezcla en tiempos y espacios, mediante una narración que no es lineal sino más bien en red, llena de recuerdos, de idas y vueltas en el tiempo y un complejísimo sistema que le da a la novela justo lo necesario para volverse insoportablemente bella. Y lo digo así porque la experiencia estética de Pedro Páramo es gozosa sí, pero a la vez duele y reta y te llena de miedo.


Miedo, ese es el sentimiento más intenso que Rulfo transmite, y no porque Comala esté lleno de muertos, o porque el mismo pueblo esté muerto sino porque es la angustia lo que todos y cada uno de los personajes sienten a lo largo de la novela, dolor y temor y terror que se contagia a los lectores y llena de bruma la cabeza.


A Rulfo hay que leerlo sí, claro, debemos sacarlo del estante y tomar su novela o sus cuentos y dejarnos arrastrar a la Comala de su mente, sin embargo, hay que ir a él con la mente preparada, con ciertas armas, Rulfo no es un autor para principiantes, o por lo menos no para lectores incautos. Yo, que soy profesor de preparatoria, no lo dejaría como lectura obligatoria de mi clase, pues no quisiera vacunar a nadie en contra de él o de la lectura misma. De todos modos, no lo destierro del aula de bachillerato totalmente y si algún docente quiere utilizarlo, habrá que tratarlo con ‘pincitas’ y explicar a los alumnos cuidadosa y claramente las ideas generales, usar líneas del tiempo y videos que faciliten la entrada a un texto como Pedro Páramo y de ese modo hacerlo un poco más accesible.


Para los universitarios o los lectores mayores que deseen o tengan que hacer la lectura de Rulfo, les digo que caminen con paso firme, sentirán miedo sí, sentirán frustración tal vez, querrán dejarlo lo sé, querrán seguir también, no sabrán qué hacer, dudarán, caerán, pero al final habrán leído una gran obra que deja la satisfacción de estar frente a una verdadera pieza de arte. Además, cuando se haya terminado la última página del breve y profundo libro que contiene todo el universo "rulfiano", Pedro Páramo, podrán hablar, ahora sí, con fundamento, razón y dolor de este clásico mexicano, reconocido por todos, leído por no tantos.

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