viernes 29 marzo 2024

Rosario Robles, víctima de autoridades y medios

por Óscar Constantino Gutierrez

Hay un personaje político cuya historia ejemplifica cómo autoridades y medios informativos utilizan el juego sucio y misógino contra sus adversarios: su nombre es Rosario Robles Berlanga.

No defiendo su inocencia respecto a los delitos por los que se le tiene vinculada a proceso: la determinación de su responsabilidad le corresponde a un juez, cumpliendo las formalidades esenciales del procedimiento y respetando derechos humanos. Debe insistirse en que Rosario tiene el derecho fundamental a que se le considere inocente, hasta que se le demuestre lo contrario.

Sin embargo, con pruebas falsas para forzar su prisión preventiva, queda claro que la ilegalidad se campea como La Parca en su proceso.

Si algo nos ha enseñado el caso de Florence Cassez, es que falsear evidencias cancela cualquier posibilidad de enjuiciar a un acusado. Como señala la antigua Equity británica: el que acude al juez debe venir con las manos limpias. Por ello, un fiscal o denunciante que miente, no sólo merece que no se atiendan sus peticiones, sino que debe recibir un castigo ejemplar por su obstrucción a la justicia.

Planteado de otra forma, un acusador que falsea evidencias es más vil que el supuesto delincuente que pretende castigar.

Y el fiscal del caso, al igual que el juez Padierna, sobrino de la esposa del peor enemigo de Rosario, son demostraciones patentes de que la ley en México es sólo un pretexto para linchar a los enemigos.

No es la primera vez que Rosario sufre la saña del gobierno y de la prensa. La carta íntima que en su momento publicaron algunos medios caracteriza el espíritu amarillista y misógino de una prensa que cree que el interés del público (amarillista y mitotero) equivale al interés público: no son lo mismo. La vida privada de la política no tenía pertinencia periodística, el morbo no es parte del derecho a la información veraz que tiene la sociedad.

Cuartoscuro

Vilipendiada y vejada por la prensa, también fue atacada por la clase política de izquierda, situación que alcanzó nuevos niveles de odio cuando apareció en el equipo de Enrique Peña Nieto. Curiosa resulta la comprensión del concepto lealtad por parte de los políticos, su entendimiento de esa noción puede llamarse canino: esperan patear al correligionario hasta el hartazgo y que, igual que los perros víctimas de malos amos, los agredidos se acerquen con la cola entre las patas a rogar misericordia. El líder político autoritario se asume como amo de una manada de lebreles o solovinos, no entiende de dignidades porque él mismo no es digno. Así, la vapuleada Rosario pasó a ser, en el imaginario tonto de la izquierda, una traidora… y la omertá de los zurdos quedó cancelada totalmente.

Para infortunio de Robles, sus peores enemigos —el cachabilletes, su esposa y el jefe de ellos dos— alcanzaron el poder y, como hace cualquier mafioso de cuarta, ajustaron cuentas. La pregunta obvia es si era necesario que Padierna, su marido, la fiscalía, el juez sobrino y el patrón de estos, se pasaran la ley por debajo de las narices: ¿no había suficientes evidencias para que Rosario fuera juzgada bajo el debido proceso y recibiera una sentencia condenatoria que no estuviera manchada de excremento?

Un amigo suele decir que la izquierda tiene abogados con mucha pasión y poca técnica —me vienen a la mente al menos dos juristas zurdos que son muy talentosos, quizá ellos sean la excepción a la regla—, pero queda claro que, al menos los encargados de castigar a Robles, son deficientes y malvados: se atienen a que el escándalo y el poder ilícito les alcanza para lograr sus objetivos.

Tengo algunas preguntas de estrategia judicial y política: ¿qué va a pasar cuando la defensa de Rosario acuda a la Corte Interamericana de Derechos Humanos? ¿Está dispuesto Andrés a afrontar el ridículo de que la CIDH anule las sanciones y le haga una dura recomendación a su gobierno? ¿Entenderá el ministro Zaldívar que su silencio respecto al comportamiento del juez Padierna empaña toda su supuesta iniciativa de limpiar al Poder Judicial? Peor aún, ¿comprenden todos los asociados de ese linchamiento que la exoneración internacional de Robles la convierte en el enemigo perfecto de Morena?

Si Rosario tenía responsabilidad por ilícitos, al gobierno le bastaba con procesarla conforme a Derecho. ¿Qué necesidad de hacer lo contrario y convertirla en la Alfred Dreyfus de la cuarta transformación?

Sorprendente resulta la capacidad de los malvados de convertir oportunidades de triunfo en derrotas políticas y, como dice Andrés, morales…

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