jueves 18 abril 2024

Regresar a la Luna

por Victor Virueña

Hace cincuenta años, Neil Armstrong caminó en la superficie lunar y se convirtió en el primer ser humano en pisar otro cuerpo celeste, sin embargo, después de sólo cinco misiones, la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA por sus siglas en inglés) abandonó el programa por varias razones, como la falta de apoyo del Congreso, la Guerra de Vietnam, el accidente del Apolo XI y los recortes presupuestales.

Algunos autores como el historiador David Portree sostienen que, desde el inicio del programa lunar, los políticos estadounidenses planearon sólo una misión para completar la meta establecida por el presidente Kennedy una década atrás: ganar la carrera espacial ya que después de alcanzar dicha meta no tenía caso continuar con un programa extraordinariamente caro.

En plena Guerra Fría, los rusos llevaban una clara delantera pues en 1957 habían lanzado el primer satélite artificial el Sputnik; en 1958 el primer ser vivo, la perra Laika; en 1959 una sonda rusa impactó la superficie lunar; en 1961 Yuri Gagarin se convirtió en el primer ser humano en orbitar la tierra; en 1962 fueron los primeros en enviar dos hombres en un vuelo espacial; en 1963 Valentina Tereshkova fue la primera mujer en el espacio; en 1964 los rusos realizaron la primera misión con tres tripulantes y finalmente, también fueron los primeros en orbitar la luna en 1966. Todas estas misiones supusieron una extraordinaria propaganda para probar la superioridad del comunismo sobre occidente.

El público estadounidense estaba alarmado y todos los intentos por superar a los rusos habían fracasado, la única posibilidad de ganar la carrera espacial fue expresada por el entonces presidente John F. Kennedy en un histórico discurso en 1961: “Yo creo que esta nación debe comprometerse que antes de terminar la década, alcanzaremos la meta de enviar un hombre a la luna y traerlo sano y salvo de regreso a la tierra”. Siguiendo las instrucciones presidenciales la NASA desarrolló el programa Apolo con un gigantesco presupuesto de 25 mil millones dólares y empleó a 409 mil científicos, ingenieros y contratistas.

El programa Apolo produjo 11 misiones, las primeras cuatro fueron vuelos de prueba y seis de las siete restantes alunizaron exitosamente, la excepción fue el Apolo XIII que sufrió problemas técnicos que impidieron realizar la misión y que pusieron en serio riesgo la vida de los astronautas. El último vuelo a la luna se realizó el siete de diciembre de 1972.

Desde la cancelación del programa Apolo, muchas administraciones han tenido la idea de revivir la exploración de la luna, pero sucesivas recesiones, conflictos políticos y la ausencia de razones comerciales destrozaron esos planes. El presidente Obama terminó con el último programa llamado Constellation, debido al enorme costo, unos 44 mil millones de dólares, imposibles de pagar después de la crisis de 2007.

En 2019 las condiciones políticas y financieras han cambiado radicalmente. Con una economía creciendo, la agenda de “hacer grande a América otra vez” del presidente Trump, la feroz competencia contra China por el liderazgo mundial, todo esto aunado a que algunas compañías privadas como Space X y Blue Origin le han dado un nuevo impulso al programa y la combinación entre rivalidad económica y ambiciones políticas pueden hacer posible el regreso a la luna.

El presidente Trump ha hecho pública una proclama y dado instrucciones a la NASA para regresar a la luna en los próximos cinco años añadiendo que “la primera mujer y el próximo hombre en la luna serán estadounidenses, lanzados por cohetes estadounidenses desde suelo estadounidense”.

El plan es ambicioso, pero requiere no sólo de una millonaria inversión sino de poder de convencimiento pues según una encuesta del Pew Reserch Center, sólo un 42 por ciento de los estadounidenses han expresado apoyo al plan ya que el restante 58 por ciento ven al cambio climático como la prioridad para la NASA.

Para que se cumpla con el plan es necesario que Trump consiga su reelección puesto que el regreso a la luna lo ve como parte de su legado, el nuevo programa denominado Orion incluye poner en órbita una estación espacial desde donde partiría una tripulación de cuatro astronautas para establecer una base permanente en la superficie lunar. La NASA ha señalado que el propósito de regresar a la luna es para “servir de inspiración a las generaciones futuras, desarrollar investigaciones científicas que beneficien a la humanidad, explorar el espacio como garantía de supervivencia de la humanidad y la creación de cientos de miles de nuevos empleos”.

Los opositores al plan tienen argumentos económicos y señalan que sería mejor invertir esos cuantiosos recursos en mejores hospitales, carreteras y educación, combatir el cambio climático, el hambre y la pobreza en lugar de gastar miles de millones de dólares en un programa con beneficios inciertos.

Muchas razones han movido al ser humano para explorar los límites de lo conocido, la búsqueda de riqueza, fama, investigaciones científicas, escapar de persecuciones o por mera curiosidad. Cristobal Colón, Fernando de Magallanes, Vasco da Gama, James Cook, Marco Polo, Américo Vespucci, Ernest Shackleton y Neil Armstrong son ejemplo del espíritu de exploración al adentrarse a lo desconocido logrando resultados insospechados. La exploración está en nuestro ADN, en el prólogo del nuevo plan, la NASA señala que “la curiosidad y la exploración son vitales para el espíritu humano y aceptar el reto de ir al espacio deberá invitar a ciudadanos de todo el mundo y a las futuras generaciones a apoyar a la NASA en esta misión”.

Más allá de las dudas razonables acerca de regresar a la luna, las ventajas de la misión son innegables, la humanidad entera de beneficiará de las investigaciones científicas necesarias para el establecimiento de una base permanente en la luna; no puedo decir que apoyo ha Trump en la mayoría de su decisiones, pero creo firmemente que debemos impulsar el regreso del hombre a la luna.

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