jueves 28 marzo 2024

Refutaciones y peticiones sobre Ackerman

Sigue fabricando elogios desmedidos al presidente, mientras torea torpemente con la muleta “académico”; surgen dudas sobre su patrimonio familiar, luego bufa y babea; ataca a quienes no defienden sectariamente a su familia, hace grilla contra Ricardo Monreal por eso; aprovecha un atentado condenable para volver a atacar a sus diversos críticos, equiparándolos con toda vileza a los sicarios que realizaron el atentado. Son unos cuantos días en la agitada y agitadora vida de un político farsante con dos doctorados que por lo menos debería perder una de sus chambas en la UNAM. John Ackerman.

“Este video demuestra que el ataque contra @OHarfuch fue una acción coordinada del crimen organizado en contra del gobierno de @Claudiashein y la #4T. Los sicarios del narco son la contracara del sicariato mediático. Buscan desestabilizar a toda cosa (sic)”. Es el tuit del (para algunos ciegos) brillante académico, creador de conciencia social, luchador democrático, que cree que no merece ninguna crítica. Siendo su tuit tan científico como López Obrador, el video no demuestra ninguna coordinación política explícita y específicamente contra la siempre mal llamada “cuarta transformación”. Se demuestra, por el contrario, que Ackerman no ha alcanzado toda su bajeza. Ni siquiera con la baja –y tramposa y falsa- expresión “sicariato mediático”. ¿Qué es un “sicario mediático”? Todo crítico del presidente, Ackerman y su esposa, según Virgilia y su esposo.

Pero Ackerman no sólo es alebrestado y mentiroso, también es cobarde. Un grillo digno de la cuarta fila en la Revolución mexicana menguante y suicida, de segunda en el maximato posrevolucionario. Doblemente doctorado y doblemente cobarde, tuvo que tuitear después: “No se confundan. Los ‘sicarios mediáticos’ no son ‘periodistas críticos de la 4T’. ¿En qué cabeza cabe?”. En la cabeza de John Ackerman, donde se quiso decir tal cosa y desde donde se sugirió lo mismo. No es posible creer siquiera que deseaba un mínimo de precisión. Es Ackerman, y tenemos sus textos y tuits. Es uno de los obradoristas, imprecisamente totalizantes, que repiten de una forma u otra que todos los críticos de “la 4T” son conservadores, todos neoliberales, todos “fachos”, todos defensores de privilegios, todos corruptos, todos felipistas, todos “chayoteros”. Nadie sano puede creer que no quiso decir “Loret y todos los que osan criticarnos son sicarios mediáticos”. La cabeza ackermaniana está expandida ideológica y partidistamente y “jibarizada” ética y analíticamente; si en algo así no entran precisiones, no pueden salir de ahí.

El autojibarizado –autoredujo su cabeza a la de un grillito fanático- puso pero: “Pero hay quienes se dedican a la calumnia y la desinformación. Y esta irresponsable práctica sí mata. Es una práctica que pone en riesgo miles de vidas, al llamar a ‘no hacerle caso’ a las autoridades sanitarias o al exhibir el domicilio de una destacada funcionaria que encabeza la lucha contra la corrupción, por ejemplo”. Puesto que lo escribió Ackerman, hay más de una imprecisión y más de una mentira. 1) Él es otro que se dedica a desinformar y calumniar. No son pocos quienes lo hacen en el antiobradorismo –los he criticado-, son casi todos en el obradorismo –Ackerman no los critica, los empata, o los supera y azuza. Ackerman desinforma sobre el INE y sobre el supuesto BOA, por poner dos de muchos ejemplos, y calumnia a los críticos legales y legítimos del obradorismo al llamarlos golpistas o igualarlos con sicarios y homicidas. Incluso si se creyera lo increíble, esto es, que el doctor-doctor no se refería a todos los críticos sino sólo a Carlos Loret, hay una calumnia hasta que demuestre que a Loret se le ordenó “asesinar” a Sandoval y Ackerman. 2) Llamar a desobedecer a las autoridades sanitarias es algo que hizo el mismo jefe de esas autoridades, alias AMLO. Para decirlo con esa frase de altos vuelos pejistas, ¿dónde estaba Ackerman cuando el presidente desobedecía y llamaba a desobedecer al subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud? ¿Y para qué mete ese asunto en el tuit sobre asunto distinto? La torpeza Ackerman. Para que a unos parezca que no son asuntos diferentes, relacionables sólo en otro contexto, y que el militante obradorista lucha contra las “fake news” y sus parientes (de las “fake news”, no de Ackerman, éstos están presupuestariamente protegidos). Pero el “exabrupto” de Ackerman no es la consecuencia lógica de dicha lucha sino de la militancia y la necesidad de defenderse. Y ya que habló de eso manipuladoramente, precisemos: desobedecer medidas racionales contra la pandemia y criticar racionalmente a López-Gatell por algunas de sus actuaciones no pueden ser la misma cosa. 3) Sobre exhibir el domicilio de una destacada funcionaria anticorrupción: a) su esposa no destaca por sus resultados contra la corrupción, b) ¿dónde estaba usted, Ackerman, cuando se exhibió que la mansión del secretario Osorio Chong estaba en Paseo de las Palmas 1380? Ah, el discurso de 2020 no es el de 2015 o 2012. Angélica Recillas recuerda eso y más aquí.

Ackerman es hablador, como queda claro, así que se extendió: “Estas acciones temerarias desde los medios amenazan la integridad de las instituciones democráticas de la misma manera que el abominable atentado contra @OHarfuch”. No, mi reprobable doctor (doctor), usted no es cara de la Politología y quiere verle la cara a los que no saben: ni el atentado contra la vida de García Harfuch es equivalente a documentar la trayectoria de una secretaria de Estado y sus implicaciones públicas ni criticar a su esposa como funcionaria amenaza la integridad de las instituciones democráticas. De hecho, es Ackerman quien está yendo contra el conjunto, de por sí precario, de las instituciones de la democracia mexicana, que no nació en 2018. Ni su esposa como tal ni la actual secretaria de la Función Pública –secretaria transitoria, por un periodo, en un momento del tiempo largo- son una institución democrática. Una institución no es una persona, un individuo no puede ser exactamente una institución –y menos una democrática, debería ser obvio.

Ahora las peticiones. Son dos, ya que a Ackerman le gusta lo doble, con doble doctorado, doble cobardía, doble juego, doble cara. Primera: que se le expulse del Comité Técnico Evaluador de candidatos a consejeros del INE. En ese comité, que para efectos prácticos es el primer comité de selección de los próximos consejeros, no debe estar alguien como John Ackerman. Su perfil real viola los términos del acuerdo de creación del comité. Es evidente que no está a la altura. Tanto el mismo Ackerman como otros lo hemos demostrado: https://etcetera-noticias.com/opinion/ackerman-debe-ser-expulsado/

Segunda petición: que se le separe completa y definitivamente del programa “Diálogos por la Democracia” de TVUNAM. Donde va el nombre John Ackerman, no suele seguir el diálogo. Quien decidió llamar “sicarios” a todos quienes ejercen su libertad de conciencia, de expresión y de crítica al poder, ¿con quién quiere y puede dialogar? Quien “piensa” y habla así, ¿no está traicionando el espíritu universitario? Sea de la UNAM o no, el universitario que deja totalmente impune el exceso antiuniversitario que usa las siglas, ¿no está traicionando también? Nicolás Alvarado tuvo que salir de la dirección de TVUNAM por un comentario menor y sin trascendencia verdadera sobre Juan Gabriel… Con ese precedente, sería triplemente equivocado no castigar a Ackerman: regalarle la continuación en el programa sería hipócrita, fuera de toda proporción e injusto. Más si se reconoce que la intención televisiva de Ackerman es también triple: aumentar su (im)propia exposición mediática, promoverse entre “el pueblo” de la UNAM y buscar la hegemonía cultural del obradorismo. Si él merece conservar su programita, Alvarado merece regresar a la dirección. No se necesita ser parte directa de la comunidad de la UNAM para preocuparse por el prestigio de la Universidad Nacional, y ese prestigio, como la autonomía, debe defenderlo el rector ante el alud de lodo ackermaniano.

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