viernes 29 marzo 2024

Que conste que no lo dije yo

por Juan Carlos Servín Morales

 

O “a confesión de parte…” pues “pocas palabras”.

Hay distintos tipos de liderazgos. Para los efectos de este artículo, podríamos partir de una sencilla mas no trivial dicotomía: hay líderes que escuchan distintas voces, ponderan opiniones y, en consecuencia, deciden por “x”, “y” o “z”, y hay otros líderes que prefieren rodearse de incondicionales que ejecuten sus órdenes a pie juntillas. Unos son más demócratas y otros son más autoritarios. Unos exigen honestidad intelectual y otros reclaman sometimiento. Unos están a la altura de nuestros tiempos, mientras que otros al pedir la hora solo quieren escuchar “la que usted diga Sr. Presidente”. En política no es poca cosa.

El presidente López Obrador se formó -personal, académica y políticamente- bajo el influjo de la “presidencia imperial”, a la que parece querer resucitar. A esa formación profesional añádale sus muy particulares características psíquicas. A eso súmele su “historia de vida” desde el año 2000 hasta la fecha (sí, sus triunfos y tropiezos, su faceta como gobernante y su papel como opositor). Y, como ocurre con todo individuo, ¡Voila!, esa multiplicidad de factores conforma una personalidad.

Por sus expresiones, opiniones, acciones y en sí, por la narrativa que día a día edifica, podemos concluir que al presidente le gusta tener un férreo control sobre la toma de decisiones. Y “ay de aquel” que disienta tantito porque “¿quién manda aquí?”. Su estilo contrasta con el de su antecesor, Peña Nieto, quien presumiblemente delegaba una mayor cantidad de importantes definiciones entre su círculo más cercano (Videgaray, Osorio y Nuño). No gratuitamente se hablaba de un poderoso “Videgaray”. Peculiaridades pues, que siempre las hay, del estilo personal de gobernar de cada tlatoani sexenal.

“Su inclinación irrefrenable a predicar, lo cierra para el diálogo… está convencido de que, quizás como ninguno otro presidente revolucionario, se desvive literalmente por hacer el bien a México y los mexicanos. De allí salta a creer que quien critica sus procedimientos, en realidad duda o niega la bondad y la limpieza de sus intenciones”, escribió Daniel Cosío Villegas en El Estilo Personal de Gobernar pero no sobre López Obrador, sino sobre el casi centenario Luis Echeverría (Enrique Krauze en Reforma, 12 de julio de 2020). ¡Cosas veredes!

Pues bien, por disentir con el presidente y/o con la actual administración, han salido del gabinete Javier Jiménez Espriú y Carlos Urzúa (Josefa González Blanco se vio orillada a salir de la Secretaría de Medio Ambiente luego de verse involucrada en un escándalo por retrasar el despegue de un vuelo). A su vez, Mara Gómez Pérez renunció a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), Mónica Maccise dejó el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), Ricardo Ahued se separó del Servicio de Administración Tributaria (SAT) y Guillermo García Alcocer se retiró de la Comisión Reguladora de Energía (CRE). Por su parte, Germán Martínez Cázares renunció a la dirección general del IMSS. En algunos casos, como los de Maccise y García Alcocer, las renuncias se propiciaron tras hostilidades públicas dirigidas desde el mismo gobierno federal.

“Lo que diga mi dedito”, solía -o suele- responder AMLO cuando se niega a responder alguna pregunta de la prensa que le pueda resultar incómoda. Pues así se la aplicó a Arturo Herrera, actual secretario de Hacienda, cuando éste previamente osó abogar por el uso del cubrebocas como instrumento para el relanzamiento de la alicaída economía nacional. Y vaya “oso” qué pasó Herrera al tener que aguantar vara y escuchar in situ como era desacreditado (nuevamente) para luego aventarse una maroma verbal con tal de desdecirse y complacer al presidente. ¿Qué horas son Arturo?

Mayores arrestos tuvo Carlos Urzúa, quien al renunciar denunció que “en esta administración se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento”. Además, tras su salida de Hacienda, Urzúa ha sido un constante crítico de las decisiones que el gobierno ha tomado en el área económica y en otras más. También se ha manifestado sobre la estrategia gubernamental para enfrentar la pandemia del Covid-19: “yo creo que el Gobierno mexicano ha mostrado una frialdad que pocos Gobiernos podrían haber mostrado con lo que está pasando”, dijo al diario español El País. A ese medio también reconoció: “El estilo personal de gobernar del presidente es muy autoritario y él, en particular, creo que tiene menos interés en escuchar a economistas que el que mostraban muchos presidentes anteriormente”. ¡Santa cachucha!

Otro personaje que también dio de qué hablar por su carta de renuncia, fue el otrora blanquiazul Martínez Cázares. “El Presidente del Gobierno de México proclamó el fin del neoliberalismo, pero en el IMSS algunas injerencias de Hacienda son de esencia neoliberal: ahorro y más ahorro, recortes de personal y más recortes de personal”, afirmó. Su misiva planteó duros cuestionamientos en relación con el trato que la Secretaría de Hacienda daba al IMSS aunque no por ello deja de ser obsequiosa con el Presidente de la República. Pero lo dicho, dicho está y su pecho no fue bodega.

Hasta Jiménez Espriú, el errático ex secretario de Comunicaciones y Transportes, fue directo: “Lamento profundamente no haber tenido éxito en transmitirle mi convicción y mi preocupación, sobre la grave trascendencia que considero tiene esta medida (la militarización de puertos y aduanas) para el presente y el futuro de México, tanto en lo económico como en lo político”, sostuvo. ¿Pos no que el ejército se iba a regresar a sus cuarteles en 6 meses?

Mención especial merecen las declaraciones del secretario de Medio Ambiente, el aún no renunciado Víctor Manuel Toledo, para quien la 4T es una farsa. “La 4T como tal, como un conjunto claro y acabado de objetivos no existe, no existe. Por el contrario, este gobierno de la 4T está lleno de contradicciones, y esto se expresa concretamente en luchas de poder al interior del gabinete… No debemos idealizar la 4T: el gobierno es un gobierno de contradicciones brutal”, se escucha en un audio dado a conocer por la prensa. “¿Honestidad valiente?”.

Que conste pues que no lo dije yo, lo dijeron ellos. La negligencia frente a la pandemia, el “neoliberalismo” (lo pongo entrecomillado debido a que me circunscribo a lo que el primer mandatario ha dicho entender por tal modelo económico: un capitalismo cuatista que persiste y un Estado ajeno a sus responsabilidades sociales), el autoritarismo y la militarización, aspectos que delatan una regresión disfrazada de falsa transformación, están ahí y son serias amenazas a la república constitucional y democrática, al Estado de Derecho y al México próspero e incluyente que aspiramos a tener algún día. No lo dije yo, ni opositores o analistas, en esta ocasión lo dijeron ellos, que vivieron por dentro lo que es la “4T”.

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