viernes 19 abril 2024

Protestas y domadores

por Teresa Gurza
Etcétera

Cada quien protesta como se le da, puede o quiere.

Hay protestas justificadas y necesarias y hay otras que no tanto; y algunas son, para decir lo menos, un poco raras.

Así es la que hemos visto esta semana cuando en protesta contra la corrupción nacional, pero sin hablar de la cercana, el presidente Peña descubrió que los mexicanos tenemos condición humana; y que él puede domarla.

Lean por favor el aplaudido y disparatado parrafito que se aventó al instalar el Sistema Nacional de Transparencia:

“… Entre todos estamos auténticamente tomando y llevando, para bien, a nuestra Nación a esta gran condición humana que ha venido evolucionando, que hoy adopta signos y parámetros de los cambios que se dan en el orden mundial”.

Protestas por una u otra causa, las ha habido desde siempre en nuestro país.

De las no tan últimas, recordemos cuando en plena tribuna de la cámara baja, un legislador perredista se quedó en calzones para protestar ya no me acuerdo por qué.

Antiguas y recientes son las de la CNTE que llevan años dejando niños sin clases y afectando a los habitantes del DF, Oaxaca, Guerrero y Michoacán y otras entidades.

Nueva es la de los diputados que lanzaron huevazos mentales al secretario de Educación Emilio Chuayffet; aclarándole en la voz del senador panista Romero Hicks, que no son imbéciles.

En otros países también se ha protestado bastante en los últimos tiempos.

Protestaron líderes mundiales espiados por Estados Unidos.

Lo hizo Univisión al cortar relaciones con Trump, por mentiroso y racista.

Protestamos millones, indignados por el mal trato a los inmigrantes y la negativa de diversos gobiernos a recibir refugiados que huyeron tuvieron de sus países, por violencia o hambre.

Protestó una mujer peruana por la infidelidad del esposo, cortándole el pene; y un comerciante de Kenia, donde son comunes estos casos, fabricó un cinturón de castidad masculino para ser usado “ante mujeres despechadas”.

Quiero protestar yo, porque fue falsa la difundida historia del marido alemán que tras la demanda de divorcio de su esposa “partió” por la mitad todos los bienes comunes, incluyendo auto y sillones.

Protestaron multitudes el pasado 3 de junio en Buenos Aires contra los feminicidios que cada 30 horas afligen a la Argentina; y algunas participantes lo hicieron con playeras que decían “disculpen las molestias pero es que nos están matando”, como irónica respuesta a las protestas por interrumpir el tránsito.

Protestaron muchachas iraníes quitándose de la cabeza en público sus hijabs, porque no se les permite mostrar el pelo a quien no es el cónyuge.
Protestan en todos lados, trabajadores afectados por recortes, malos gobiernos y la avidez de los 89 multimillonarios que controlan la mitad de la riqueza de todo el planeta.

Y protestaron obispos y sacerdotes mexicanos con una manifestación en Chihuahua y exorcismos en San Luis Potosí, contra “la infección de satanismo” que dicen representan las leyes que descriminalizan a las mujeres que abortan y las que permiten el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Encabezados por el cardenal Juan Sandoval, realizaron el “magno” ritual en la catedral metropolitana de San Luis Potosí; se dijo que era secreto, pero los prelados se garantizaron que fuera divulgado para poder declarar que hay “proporción directa entre el número de abortos y el número de asesinados por el crimen organizado”; el cómo conocieron esas cifras, es un misterio.

Para auxiliarse en su pretensión de domar al diablo, los obispos contrataron al sacerdote exorcista español Antonio Fortea; quién el pasado 20 de mayo los asesoró en el rito del exorcismo, consagrando después el país entero “al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María”.

También en Bolivia, hay obispos que piensan que el demonio hace de las suyas.

Pero por fortuna allá no anda suelto ni está en todas partes, como en México; sino que reside permanentemente en un altar de la famosa “curva del diablo” de la autopista que une el aeropuerto de El Alto con La Paz; sitio que según el arzobispo Edmundo Abastoflor, es visitado martes y viernes por creyentes que llevan velas negras y fotografías y cabellos de la persona a quien se desea el mal; y donde a veces, sacrifican animales.

Así que para evitar que el altar sea visto por el Papa Francisco durante su visita del próximo 8 de julio, las autoridades lo destruyeron.

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