jueves 28 marzo 2024

Primer fracaso del viaje a Washington

por Rubén Cortés

El presidente se negó al cubrebocas aquí para motivar a sus gobernados a no creer en la pandemia. Pero debió ponérselo en Estados Unidos porque es obligatorio. Esto, a quien gusta de los refranes, lo hace parecer candil de la calle y oscuridad de la casa.

En un entorno de símbolos como la política, la imposición del cubrebocas por ordenanza extranjera, representa el primer fracaso de su primera salida a otro país, en 18 años que lleva instalado en la administración.

El acatamiento del precepto a usar cubrebocas en Washington es además un revés a la afición pueblerina del mandatario a gobernar con base en refranes, en la creencia de que con éstos se comunica mejor con ciudadanos poco instruidos.

Porque toda la filosofía y la mística de la política exterior mexicana en el actual gobierno ha sido explicada por el propio presidente con un refrán: “No quiero ser candil de la calle y oscuridad de la casa”. Así fundamentó sus negativas a viajar a eventos internacionales.

La supuesta efectividad de los dicharachos para explicar la economía, o el papel de México en el contexto mundial, quizá esté asentada en los datos del Inegi y de múltiples mediciones educativas con los que cuenta el gobierno.

Por ejemplo, según el Inegi, los mexicanos invertimos 500 pesos en libros al año, pero al mes gastamos tres mil pesos en alcohol y cigarros. Y, en el más reciente informe PISA, nuestros niños no aprobaron un solo examen de ciencias, lectura ni matemáticas.

Y, sobre una escala en la que la media es de 500 puntos, nuestros alumnos de secundaria básica reprobaron en ciencias, lectura y matemáticas también en PISA, que es el examen sobre educación elemental más reconocido del mundo.

De ahí que el presidente esté convencido de que en su gobierno no sean imprescindibles las computadoras, pues “los que lucharon en otros tiempos, por la libertad, justicia, la democracia, la soberanía no usaban computadoras”.

O diga que “la mejor política exterior es una buena política interior”, pero dedica su primer viaje al exterior a visitar en Estados Unidos a sólo uno de los dos competidores en las elecciones presidenciales de noviembre.

Es decir, que tampoco cumple en este caso con ese refrán porque, al ver únicamente a uno de los dos candidatos, está hipotecando la política exterior con la principal potencia del mundo al triunfo de Donald Trump. Lo indicado era, ahora sí, hacer política interior.

No: transmitir políticas de Estado con refranes acaba mal, aunque se crea que los receptores tienen bajo nivel. Porque, el caso de no usar cubrecobas aquí durante cuatro meses, pero sí dos días en Estados Unidos, es como…

Tanto nadar para ahogarse en la orilla.

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