viernes 29 marzo 2024

El presidente, perdido en el tema cubano

por Rubén Cortés

Aunque Cuba está a 110 kilómetros de Cancún, el presidente ve el tema cubano con una miopía clínica y trasnochada. Porque el único bloqueo a Cuba es el que impide a los cubanos elegir a quién los gobierne.

En Cuba no hay elecciones libres desde 1948. El gobierno comunista que tomó el poder en 1959 prometió restablecerlas, pero no lo ha hecho. Y a Fidel Castro, quien incumplió esa promesa, el presidente lo considera “líder social”.

Él es presidente porque ganó unas elecciones libres aquí, pero aprueba que los cubanos no las tengan, y tiene como un santón político a quien estableció el sistema de partido único y cero libertades en Cuba.

Sí: el único “bloqueo a Cuba” que existe es el del gobierno, que prohíbe elecciones libres, propiedad privada, prensa libre, enseñanza particular, libertad de culto y libertad de reunión.

Ojo: eso apoya el presidente mexicano.

A lo que llama “bloqueo a Cuba” es un “embargo comercial” provocado porque, en 1960, el gobierno comunista no le pagó a empresarios 10 mil millones de dólares por expropiarlos. Es como si él no hubiera pagado aquí por cancelar el aeropuerto de Texcoco.

El embargo no impide que Cuba comercie con México ni con Japón ni con Groenlandia ni con Tahití. Sólo con Estados Unidos. Y ya es un embargo casi simbólico, pues permite la venta de medicinas, alimentos y hasta postes de la luz, siempre que Cuba pague al cash.

El gobierno cubano no le pagó a los empresarios expropiados porque no le dio la gana, y Estados Unidos arropó jurídica y políticamente a aquellos inversionistas (estadounidenses y cubanos). Cuando el gobierno cubano pague, acabará el embargo.

En México, por suerte para las generaciones futuras, el presidente sí está pagando a los empresarios a quienes les quemó la inversión en el aeropuerto de Texcoco: así, sólo de saque, les tuvo que pagar 104 mil 998 millones de pesos.

Aunque el boquete en los bolsillos abierto a los mexicanos nacidos (y a los que están por nacer) continuará hasta después de muerta y enterrada la generación de políticos que gobierna hoy: economistas cifran el costo de la cancelación en 331 mil 966 millones de pesos.

Pero el problema cubano es más que “bloqueo” o “embargo”. Es algo muy triste porque es un problema de estómagos vacíos y falta de electricidad. No hay en las protestas ni un reclamo político. Es, patéticamente, un asunto de miseria.

Lo único que piden los cubanos son alimentos y poder prender sus ventiladores.

Y el gobierno es el único que puede dárselos porque es el dueño absoluto de todos los medios de producción. Desde sembrar arroz…

Hasta de repartir tanques de gas casa por casa.

 

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