martes 16 abril 2024

Un presidente en confrontación permanente

por Armando Reyes Vigueras

Con la idea de que es una campaña permanente, porque en ese marco su desempeño es mejor, el actual mandatario se enfrenta un día sí y los demás también a sus críticos, estén en la prensa, organizaciones de la sociedad civil o partidos de oposición. El objetivo es mantener a su base de votantes, quienes depositaron su sufragio por la promesa de un cambio y el combate a la corrupción.

Tengo otros datos

Si algo nos han dejado los primeros seis meses de gobierno de López Obrador, es la confrontación como uno de sus instrumentos de gobierno.

En cada mañanera se puede apreciar cómo aprovecha cada pregunta o comentario para lanzarse en contra de sus adversarios, llenándolos de adjetivos, pero sin reconocer que pudieran tener razón en algo, así sea mínimo.

Sí una reportera le pregunta por el tema de la tenencia, volverá a emprenderla en contra de sus adversarios, para decir que inventaron esa nota, que mienten, aunque sea un diputado de su partido, Alfonso Ramírez Cuéllar, quien habló de esa posibilidad.

De gira en Quintana Roo, a pregunta de otra reportera acerca del sargazo, volvió a decir que tiene otros datos y que no es un problema.

Igual cuando le cuestionaron, de nueva cuenta, la viabilidad del Tren Maya.

Así, la presidencia lopezobradorista busca una permanente confrontación, más en la idea de mantener a su base de votantes, que para gobernar un país marcado por la pluralidad, sin darse cuenta que el primer objetivo se podrá lograr –aunque los desilusionados crecen y cambian de opinión acerca del titular del ejecutivo–, pero que llevar adecuadamente las riendas de una administración pública con carácter federal no será uno de sus logros.

FOTO: GALO CAÑAS /CUARTOSCURO.COM

Entender al gobierno como una trinchera desde la cual hay que enfrentar al enemigo, ha sido la constante de esta 4T. Si bien el cambio es deseable, en especial luego de ver la frivolidad e ineficacia de Peña Nieto y compañía o el (disque) gobierno que tuvo Felipe Calderón sólo con sus leales e incumpliendo aquello de ser el presidente del empleo, hacerlo a través de la confrontación no es recomendable en una sociedad dividida y que se mantiene en esa condición gracias a las palabras que cada día pronuncia el presidente.

Pero la gran pregunta que nos debemos –y en la 4T también– hacer, es si esta estrategia podrá sostenerse a este ritmo hasta 2021. Sobran las evidencias del desgaste que está teniendo, en el plano personal, esta actitud en el propio presidente, quien –a pesar de que tiene otros datos– ya sufrió un infarto y estar en permanente estado de enojo en contra de conservadores, fifís, neoliberales, gritando a los cuatro vientos que no lo van a callar, que no permitirá que boicoteen su gobierno y demás frases que gusta lanzar, pudiera pasarle una costosa factura más temprano que tarde.

Eso a menos que se trate del rey de la actuación y todo sea simulado, algo así como lo que decía Groucho Marx, en el sentido de que si no le gustan estos principios, aquí tengo otros.

Pero además hay que mencionar que muchas de las acciones de gobierno que han sido cuestionadas y que han sufrido retrasos –como los amparos respecto al aeropuerto de Santa Lucía–, tienen efecto en el país en ámbitos como el laboral o el económico, como también lo tienen los enfrentamientos con las calificadoras, empresarios, periodistas y demás.

Adicionalmente, la terca realidad se empeña en mostrarnos que este gobierno federal no está dando resultados. En seguridad pública no se ve cómo logren revertir la tendencia creciente en delitos. En el tema del crecimiento económico, van en contra no sólo de la opinión de especialistas, sino que lo que el ciudadano palpa en sus bolsillos muestra otra realidad diferente a los otros datos que siempre presume tener el mandatario y a su discurso optimista.

Y qué decir de la aprobación del tratado comercial con Estados Unidos y Canadá, algo que ha presumido en sus mañaneras, pero que es la joya de la corona de los regímenes neoliberales que tanto critica. Y de migración, mejor ni hablamos.

Así, el enfrentamiento constante será la marca del lopezobradorismo en la presidencia, como el cambio sin rumbo lo fue de la de Fox, en un momento en que el país necesita no sólo dirección, sino unidad, algo que no se promueve desde Palacio Nacional.

Pero para que desgastarse, si el presidente siempre tiene otros datos y un carácter que no le permite escuchar otras voces. El “me canso ganso” como principio de gobierno, nos dejará como legado no un país diferente, sino uno más dividido, en el que la oposición también hace su parte, porque ejemplifica mejor que nadie esa división que tanto nos ha costado.

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