jueves 28 marzo 2024

¿Por qué la evasión, Radio UNAM?

por Orquídea Fong

19 de septiembre: Todos los sabemos, vivimos un episodio terrible que nos dejará marcados con una herida en la memoria. A algunos, con pérdidas materiales dolorosas. A otros, con la muerte de gente querida.

En escenarios como este, los medios de comunicación tienen una responsabilidad fundamental. Recuerdo la labor impecable de Jacobo Zabludowsky cuando los sismos de 1985, que, para muchos, borró la mala imagen de actuación como aliado del PRI al frente de su noticiario.

Los medios de comunicación, aún en esta era de redes sociales (más aún), tienen la responsabilidad de informar con precisión, de pronunciarse, de dar a conocer el estado de las cosas, de divulgar datos de centros de acopio, personas desaparecidas, rescatadas y fallecidas.

En escenarios como el que estamos viviendo en la Ciudad de México, Morelos y Puebla, y luego del sismo del 7 de septiembre que afectó duramente Oaxaca y Chiapas, se pone de manifiesto que sí, la gente tiene derecho a saber. No chismes, no datos frívolos, no declaraciones sin sustento de políticos arribistas. Información real.

En 1985, la labor de Radio UNAM fue decididamente heroica. No sólo fungió como centro de acopio, sino que abrió sus micrófonos de manera continua, para dar a conocer los mensajes de las familias que buscaban a sus familiares, o de los que reportaban que se encontraban a salvo.

En ese sismo, el que ahora recordaremos como el Primer 19 de septiembre, la estación estuvo permanentemente pasando datos, con locutores en vivo, especialistas de la UNAM, información del gobierno y las secretarías de estado. El departamento de información trabajó de forma permanente. Nadie dijo “mi turno de trabajo ya terminó, nos vemos mañana”.

Pero en la noche del Segundo 19 de septiembre, para amanecer día 20, este 2017, Radio UNAM transmitió jazz. No usó la información disponible en redes sociales para dar a conocer lo que, desde un criterio periodístico, pudiera considerar útil a su audiencia. No hubo locutores en vivo, no hubo transmisión especial, sino música continua. Lo que significa que se dejó la música programada, apagaron la luz (es un decir) y se fueron.

Es cierto, la UNAM está actuando intensamente para ayudar a los afectados. El estadio universitario se habilitó como centro de acopio y los estudiantes dieron el ancho. Pero su brazo informativo, Radio UNAM, no hizo nada extraordinario. Es más, desde los micrófonos de Radio UNAM no se actuó para facilitar la organización de las brigadas de rescate propuestas por el rector Graue.

No importa de quién sea la responsabilidad, si del rector, Enrique Graue, del director, Benito Taibo, o de quién. La estación de los universitarios no tenía derecho a mostrar ese silencio informativo y ese marasmo.

En cambio, la Ke Buena, estación que se caracteriza por su programación trivial, y todas las estaciones del grupo Televisa, trabajaron activamente para cubrir la tragedia.

Los mismos locutores que, en días normales, hacen gritar a la gente, “¡Aquí suena la Ke buena!”, a cambio de un delantal o un juego de sartenes, se convirtieron en informadores de las necesidades de las personas desde los lugares afectados. Bien, muy bien por Televisa Radio.

Radio UNAM no tiene los mismos recursos de Televisa, por supuesto. Pero sí tiene redes sociales, tiene un pequeño grupo de locutores y tiene un espacio en el espectro radiofónico.  Pudo mostrarse sensible. No lo hizo. En cambio, mantuvo su programación habitual (música toda la noche) y abordó el tema de los sismos en sus programas “Prisma RU”, del 19 y del 20 de septiembre, y “Primer Movimiento” del 20 de septiembre.

Es decir, abordó el siniestro como cualquier evento, de cualquier día normal.

Realmente criticable que, en el presente estado de la tecnología, nadie de Radio UNAM ponga un simple celular al servicio de su audiencia.

Sinceramente, es decepcionante.

También te puede interesar