jueves 18 abril 2024

Peatón con ruedas

por Juan Villoro

En el nuevo Reglamento de Tránsito de la Ciudad de México hay disposiciones que escapan a la razón.


Hace años, un amigo me prestó su coche con la siguiente advertencia: "No tiene tarjeta de circulación, pero dejé cien pesos para la mordida". El principal documento de los conductores ha sido un billete para escapar a las sanciones.


El nuevo Reglamento de Tránsito de la aún más reciente Ciudad de México fue pensado como un mecanismo de recaudación económica Hay multas para muy diversas situaciones, incluyendo algunas tan comunes como sostener el volante con un solo brazo. Lo que no se toma en cuenta es la mexicana habilidad para sortearlas.


Algunos de los artículos descritos en 124 páginas son imprescindibles. Uno de ellos: "Cuando exista congestión vehicular que impida cruzar completamente una intersección y aunque la luz del semáforo indique siga, se deberá parar en la línea de alto para evitar obstruir la circulación de las calles transversales". Buena parte de los embotellamientos se producen por la incivilidad de aprovechar la luz en verde para avanzar un metro, bloqueando a los coches de la calle transversal.


Otras disposiciones escapan a la razón, como la que promueve las buenas maneras. Sería deseable que el tránsito se desplazara con extrema cortesía, pero conducir es un acto de desfogue cuyo efecto secundario es el desplazamiento. La terapia del primal scream ha logrado menos desahogos que el tráfico. La mayoría de las veces, la persona injuriada ni nos oye. El insulto queda atrapado en el coche y en la opinión que nuestros hijos tienen de nosotros.


El nuevo reglamento prohíbe los gestos obscenos. Esto nos regresa al tema del "criterio". ¿Cómo valorar esas ofensas? La ley no incluye una tipología del ultraje.


El tema es peliagudo y lo abordaré con un precedente histórico. El 17 de marzo de 1995 el priista Humberto Roque Villanueva hizo un gesto en la Cámara de Diputados que sería conocido como la "roqueseñal". La votación que subió el IVA del 10 a 15% le produjo tal júbilo, que empuñó las manos, extendió los brazos y los bajó hacia su vientre como diciendo "me los chingué". Eso entendió la población, que bautizó el acto con su nombre.


Sin embargo, el político que presidió el PRI en 1996 afirma que empuñó las manos sin mover los brazos. Así lo captan las fotografías. Algunos expertos señalan que, en efecto, su gestualidad no fue tan grosera (quedan por averiguarse las señas que hacen los causantes cada vez que pagan IVA).


Si la "rocáueseñal" ha suscitado análisis parecidos al "gol fantasma" de Wembley, ¿cómo puede un atribulado policía determinar el grado de obscenidad de un gesto?


De la historia patria pasaré a la personal. En los años setenta estudié en la UAM-Iztapalapa. Regresaba con unos amigos por Río Churubusco cuando un motociclista nos detuvo por hacer "señas irrespetuosas". ¿A qué se refería? "¡Le hicieron cuscus a unas señoritas!", denunció la autoridad. Medio kilómetro atrás habíamos rebasado a unas compañeras y las habíamos saludado. A la distancia, el motociclista interpretó que "hacíamos cuscus" (para demostrar nuestra grosería, juntó y separó las yemas de los dedos). En su opinión, nos habíamos burlado de las chicas por ir despacio, haciendo el ademán que se destina a los miedosos. ¿Cómo te defiendes de no haber hecho cuscus? No recuerdo la manera en que aquel policía nos dejó seguir rumbo a las postrimerías del siglo XX. Olvidé el incidente hasta que el nuevo reglamento me lo recordó. Ahora, la gestualidad pretende ser juzgada con la misma atención que las poses del teatro kabuki o los lances del toreo.


El futuro de la ciudad depende de usar más la bicicleta. Para ello hay que proteger a los ciclistas, pero también hay que reglamentar sus movimientos. No soy el único que ha visto aun ciclista en el carril del metrobús, arrollar un cochecito de bebé en una plaza, chocar con una anciana en una banqueta o desplazarse en sentido contrario. Estas infracciones sólo ameritan amonestación verbal. Insultar desde una bicicleta sale gratis; "proferir vejaciones" desde un coche provoca multa.


La falta de lógica no termina ahí. La fracción XXIV del Artículo 4 define: "Peatón, persona que transita por la vía y/o utiliza ayudas técnicas por su condición de discapacidad o movilidad limitada, así como en patines, patineta u otros vehículos recreativos; incluye a niños menores de doce años a bordo de un vehículo no motorizado". Un niño en una bicicleta es un peatón.


Nuestros antepasados pensaron que un águila en un nopal era un país. Las metáforas nos gustan, pero no hay que exagerar.



Este artículo fue publicado en Reforma el 18 de Diciembre de 2015, agradecemos a Juan Villoro su autorización para publicarlo en nuestra página

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