martes 16 abril 2024

Si París es al amor, América es a París

por Alejandra Escobar Atempa

Si París es al amor, América es a París; si el azar es una casualidad, la casualidad en América es la vida y ha sido la vida.

Escribir nuestras memorias y exponerlas al mundo es una suerte de desafío, entre trascender a través de nuestros relatos en la vida de otro, dejar una estampa en el mundo de las letras o estar a merced de los ojos ajenos, de quien te conoce y no, de quien te puede mirar o tratar diferente, y claro, también como una forma de crecimiento, de ver quiénes fuimos y quiénes somos. Escribir nuestros recuerdos parece fácil, entregarlos al mundo no tanto.

Aún no he viajado al otro lado del mundo y París definitivamente no estaba entre mis primeros deseos, pero el París y la Francia de América ahora los ansío.

Para describir este libro elijo tres palabras: amor, fortuna y guía.

Pasajera en trance (Mantarraya Ediciones, 2018) de América Pacheco es todo ello, un puñado de 13 crónicas que hablan de fortuna, entre pasar una última tarde en Amsterdam sola o encontrar a los amigos, entre perder tu equipaje por tomar un camino equivocado o haber encontrado al oficial amable que te indique cómo recuperarlo, entre caminar de noche por primera vez en el Barrio Gótico de Barcelona y hallar el lugar seguro para esperar.

Guía, porque estas más de cien páginas pueden resultar mejor que el propio Google Maps o los consejos de los sitios web de viajes.

Y amor. América puede contagiarte de risas y llanto en un sólo párrafo, de incertidumbre y confianza, de anhelo y pérdida, pero la cumbre de todos ellos es el amor, amor a la vida, amor a los hijos, amor a la aventura, amor a la amigos, amor a la memoria y amor al músico y compositor francés. No, no se trata de un cliché, de otro modo no tendría sentido o trascendencia contarlo y tampoco podría tocarte como lo ha hecho conmigo y como lo debe de hacer la literatura.

Pasajera en trance también es un homenaje. Para todos aquellos que no nos dedicamos a escribir literatura adquiere un gran significado ver plasmado tu nombre en un libro, real o ficticio, saber que fuiste o eres parte, saberte trascendente. América homenajea a cada una de las personas con las que compartió cada crónica que han significado la vida, como la bella Isabel.

Pasajera en trance también son fragmentos de cómo vivir el arte, de cómo beber, de qué esperar en una fiesta en Amsterdam, de cómo no discutir de asuntos de política nacional, de que nunca nada es para tanto y de que alguien siempre lo puede ser todo.

Pasajera en trance pronto estará en librerías, y claro, además de recomendar el libro me queda algo más por decir: América Pacheco, gracias.

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