miércoles 27 marzo 2024

PAN roto

por Carlos Urdiales

principios de los años 40 del siglo pasado, el Partido de la Revolución Mexicana (PRM), antes Nacional Revolucionario (PNR), copó la política mexicana, centralizando el poder. Convirtió la Presidencia en el poder de los poderes. En 1946, el PNR se convirtió en el PRI, tercera transformación.

El tsunami tricolor de hace 80 años, junto con corrientes ideológicas en orfandad, como la liderada por José Vasconcelos, animaron a Manuel Gómez Morín para fundar el PAN. Organización política laica de ideología humanista, inspirada en el pensamiento de Santo Tomás de Aquino, conservador y democristiano (doctrina social de la Iglesia católica).

Hoy, ese PAN está roto. El grupo de Ricardo Anaya se adueñó del proceso para la renovación de la dirigencia. La reaparición del excandidato presidencial fue entre algodones y porras azules. La mayoría de los integrantes del actual Consejo se la deben, le pagan y se pliegan.

Felipe Calderón fustigó, vía Twitter, la autocomplacencia de quienes llevaron al PAN a su peor derrota electoral; el cinismo de aquellos cuyo pecado capital fue cancelar la democracia interna en el blanquiazul. Independientemente de la ruta estatutaria que dirigirá Cecilia Romero, co, que no será la primera.

Quienes hoy controlan el partido buscan no sólo el acceso presupuestal a las prerrogativas del INE, los fondos de grupos parlamentarios y gobiernos estatales; lo que más anhelan es ser interlocutores, ¿obligados?, frente a la hegemonía de Morena en lo federal, a nivel estatal con sus 32 delegados de programas integrales de desarrollo, y a nivel legislativo, por abrumadora mayoría. 

La oferta política del PAN ante la nueva hegemonía de Andrés Manuel López Obrador se eclipsa. Nada dijeron los panistas sobre el costo de una alianza personalizada con el PRD y MC; mejor criticaron deserciones de facto de prominentes panistas que caminan hacia la salida.

Ayer, Margarita Zavala en un artículo publicado en El Universal, señala que su expartido puede cambiar, pero cuestiona si querrá cambiar. Critica la complicidad partidista con la corrupción, advierte un futuro árido y avisa; bajo cualquier circunstancia, “los ciudadanos estamos llamados a crear nuevos espacios públicos para trabajar por nuestro México y la libertad”.

Liderazgos políticos inspirados en el humanismo político, régimen de derecho, separación efectiva de poderes, pluralidad e independencia intelectual pueden crear un nuevo polo opositor, no a Ricardo Anaya y compañía, sino a Morena y una cuarta transformación de la nación, gemela a la del nacionalismo revolucionario que gobernó México 70 años seguidos.

Del PAN roto, algo distinto saldrá. Igual ocurrirá con el PRD, a partir del grupo Mancera, Serrano y Granados. El PRI no se cierra a la posibilidad de cambiar hasta de nombre y, quizá, hasta de costumbres. La transformación prometida por López Obrador comienza a sentirse en el mapa de los próximos consorcios políticos.


Este artículo fue publicado en La Razón el 14 de agosto  de 2018, agradecemos a Carlos Urdiales su autorización para publicarlo en nuestra página.

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