viernes 19 abril 2024

Operaciones de información

por Leo García

En este espacio se ha explicado el uso de la información y el ecosistema digital donde sobresalen las estrategias de desinformación. Pero no es todo. En un concepto más amplio, de lo que se tiene que hablar son de operaciones de información.

No son solo las noticias falsas, las “fake news“, sino que además tienen un elemento de intencionalidad dentro del modelo de las campañas de operación de información cuando son publicadas específicamente para beneficio de la audiencia a quien va dirigidas. De esta forma se vuelven un instrumento que se asimilará desde el refuerzo a los sesgos y se usará como instrumento para confrontar a quienes difieren en su postura o ideología.

Flickr / Judy O’Connell

Pero es importante entender que no todas las campañas se basan en un abierto engaño o mentira para ser efectivas, sino que basta conectar correctamente con la audiencia objetivo y con frecuencia para lograrlo. Es más importante la afinidad con el emisor que el mensaje mismo.

La afinidad entre el emisor y el receptor genera una cadena de confianza que permite difundir casi cualquier cosa según la intención que convenga para generar las reacciones necesarias. Así, el factor intencionalidad de una pieza de información, donde se pone el énfasis en los elementos necesarios, basta difundirlo ante la audiencia adecuada para generar la reacción adversa, por ejemplo, dañar la reputación o credibilidad.

Cuando este tipo de dinámicas se realiza, además, utilizando elementos afiliados al Estado, al gobierno, se suma el incentivo que lo convierte en un riesgo asimétrico. Es el caso cuando se acusa de “complots para desestabilizar”, “intentos de golpe blando”, etc.
Las operaciones de información pueden eludir basarse sobre hechos, ¿cómo se puede confirmar o refutar algo si no hay hechos comprobables qué verificar? Es el caso de las columnas de opinión, por ejemplo, que pueden proponer contextos y marcos de referencia que permitan a la audiencia sustentar sus sesgos y a partir de ello asimilar otras piezas de información. “Opinar” que quienes presentan análisis y ofrecen conclusiones negativas, lo hacen por defender intereses basados en la fuente, por ejemplo, son formas de recurrir a falacias para restar credibilidad a esas opiniones.

O caso opuesto, expresar apoyo y simpatía, sobre todo a otras posturas más basadas en mera ideología, lleva al grupo al que va dirigido, a la audiencia, a ir cediendo sus resistencias y aceptar información basada en elementos subjetivos que en la realidad no pueda ser comprobada con hechos.

Sobran los ejemplos de piezas de información cuyo fraseo es abiertamente una alegoría al denuesto y la difamación con la intención de inducir suspicacias, desconfianza, e incluso ira y odio. Son fácilmente identificables a partir de los adjetivos con los que se les señalan. Fifís. Conservadores. Potentados. Corruptos. Y ahora otros son más sutiles y peligrosos, por ejemplo, la forma maniquea en que se ha ido generando una acepción para “corruptos”, ejerciendo algo parecido al doble pensar de Orwell, donde no cuenta la acción que se pueda comprobar como corrupción y quienes la ejercen, sino el estigma inducido como justificación.

Es grave el daño social que están causando fuentes de información, vestidas de medios, o emisores convenientes afines al gobierno, vestidos de políticos o analistas, en el reiterado ejercicio de denuesto y estigmatización contra grupos sociales que no simpatizan con el gobierno. Es una de las fuentes más efectivas de polarización que, como se ha visto ya en otros lugares del mundo, llega niveles de radicalización irreconciliable.

Las campañas de operaciones de información se ejercen como una forma de poder suave donde hay dos rasgos a observar. Primero, la forma narrativa de apoyo y simpatía a favor del gobierno, para lo cual además se pueden valer de los mismos recursos del Estado al tener acceso a cierta información que no necesariamente sea pública. En estos casos lo que principalmente se busca es influir en audiencias con narrativas favorables, de apoyo y simpatía, al gobierno en curso.

El segundo elemento a observar con frecuencia es el más obvio, quienes son los objetivos contra quienes se dirige una operación de información, que suelen ser los opositores, adversarios y disidentes a los gobiernos.

Operar utilizando información, ya sea en vistiéndola de “noticias”, con opiniones, con humor mediante los jajagandistas, o cualquier otro formato al alcance, tiene como objetivo erosionar la confianza, credibilidad y prestigio de las instituciones, medios, periodistas, analistas, expertos o cualquier otra voz que resulte, ya ni siquiera adversa, simplemente incomoda, al régimen en curso.

No es tan difícil. Apelar emotivamente para generar reacciones en quienes simpatizan con el régimen en curso los lleva a que por iniciativa propia deslegitimen a quienes ven como oponentes.

La consecuencia final es posiblemente la más delicada. Además de la desinformación, las operaciones de información, pueden generarse a partir de elementos no tangibles, pero sus efectos si saltan fuera de la pantalla y logran el impacto en la forma en que amplios grupos sociales perciben la realidad y conducen su comportamiento en consecuencia, simple manipulación.

Hagamos red, sigamos conectados.

También te puede interesar