jueves 28 marzo 2024

Ocurrencias y contradicciones

por etcétera

Desespera la larga espera. Es incómodo este momento político de gobierno sin gobierno. Cuando se ve y siente que López Obrador gobierna sin ser presidente todavía y que Peña Nieto ya nada gobierna de verdad, y eso que él es aún es el legítimo presidente de la república.

Las contradicciones o pragmatismo maquiavélico de López Obrador se aceleran, comienzan a preocupar en serio. Todo lo que un día afirma y dice que hará cuando gobierne, al otro día lo niega sin dar explicaciones, para luego decir otra cosa al otro día y nunca dejar nada en claro. Lo mismo vale su ambigüedad pendulante para hablar del nuevo aeropuerto de la ciudad de México que para hablar del tren maya que promete, nada serio dice en definitiva; hasta de los gastos de beneficencia pública prometidos en su larga campaña ahora se desdice y contradice de un día para otro y lo deja todo revuelto.

El discurso de López Obrador es intencionalmente opaco y parece que todo depende únicamente de su capricho personal, sólo sabe dar órdenes y no parece obedecer a nada ni nadie en concreto, eso hace sospechar que él sí cree ser de verdad La Razón Nacional, La Voz del Pueblo. Malos síntomas que se afirman y confirman día con día de esta desesperante espera, pues nos dejan ver a un político encerrado por completo en su ego. Mientra una mayoría ilusa todavía imagina que él todo lo sabe y todo lo puede.

No dejan de preocupar sus ocurrencias y desbarres, porque casi nadie se los critica y sus seguidores los validan y legitiman hasta llegar a la ignominia, parece que no lo eligieron por honesto sino por tramposo. Todo lo que López Obrador hace acapara los espacios de noticias y de opinión; pero no es posible saber lo qué hará cuando de verdad gobierne; con ello hace sentir que no tiene idea de cómo gobernar al país, y sus expertos no se ven mejor que él.

Ya no está en campaña, ya no puede decir nada más lo que a él le convenga para ganar votos, ha llegado el momento de asumir la responsabilidad de la presidencia de la república y convertirse en estadista. O cumple lo que dijo o tiene que decir la verdad, de otro modo se estará comportando como un populista mentiroso, igual que Trump y Maduro.

Pero si López Obrador quiere seguir en guerra aparente contra todo lo que le contradiga o critique a él, mal, muy mal estarán las cosas por venir en México. Tendremos una dictadura presidencialista de regreso. Cosa que era de temer desde hace años.

Igual de oscuro e incierto se ve el gobierno real de Morena. Es un hecho que no hay unidad de partido y también es un hecho que no todo mundo obedece a pie juntillas al caudillo y propietario del movimiento. Se dan choques y contradicciones por todas partes y a todos los niveles de gobierno. Resulta difícil pensar que puedan gobernar con auténtico control sobre la realidad, parece que será difícil que puedan poner los pies en el suelo, pronto se estorbaran unos a otros, cosa que será igual de válida para los grupos de derecha que para los de izquierda que hoy forman Morena. Todo indica que el movimiento no marcha unido y que empieza a fallar el mito de que todo lo resolverá la personalidad honesta del Señor Presidente, porque tal creencia en realidad nunca ha funcionado.

Aunque López Obrador un día dice que sí y al otro día dice que no, lo definitivo es que la economía nacional que le entrega Peña Nieto está funcionando en buenas condiciones y sigue siendo prometedora, sobre todo si se toma en cuenta lo difícil y cambiante que está todo en el mundo. La verdad es que hoy día México no es un país pobre, más bien se encuentra entre los 30 países más ricos del planeta. Puede repartirse de mejor modo la riqueza, es cierto; pero el reparto actual evita la miseria involuntaria y abre esperanzas para todos, porque todo puede ser mejor si lo intentamos. El peso no se debilita como moneda frente al dólar, con todo y las altas y bajas de cada día de delirio con Trump en EU. Seguiremos todavía cultural y técnicamente subdesarrollados y en el analfabetismo cibernético; pero todo eso puede arreglarse en un plazo corto, si se fortalecen las libertades y la democracia efectiva. Sin embargo, no debemos ignorar que basta con realizar unos cuantos malos movimientos de gobierno político para que todo lo positivo se pierda de un día para otro, como ya ha pasado en México por culpa de torpes acciones populistas. Y es en este terreno de la economía-política en donde el gobierno sin gobierno de López Obrador no nos permite ver nada claro ni seguro, no ofrece seguridad en nada.

Las grandes corporativas de las finanzas y el crédito del mundo confían en que habrá plena continuidad en el cambio de gobierno, creen que será una alternancia sin sobresaltos; pero esta es una mala noticia para quienes esperan un gobierno socialdemócrata benefactor y derrochador, muy de izquierda populista. De todas maneras, por las señales dadas en medio de este gris impasse en lo gris de lo gris de la catástrofe tranquila, no es posible esperar un gobierno efectivamente austero y ahorrador. Se derrochará en populismo y lucha contra la violencia, y eso a la larga no será bueno para nadie. Por eso ya se habla de que la auténtica estafa maestra es la de López Obrador en contra de quienes votaron a ciegas por él.

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