jueves 28 marzo 2024

No nos vamos a callar

por Marco Levario Turcott

Hay medios y colegas que decidieron protestar guardando silencio, así lo dicen, sobre cualquier tema que no tenga relación con la violencia a los periodistas.


Nosotros no haremos eso. Somos el único medio de comunicación en México que desde que comenzó la administración de Felipe Calderón informamos una a una de todas las agresiones que han recibido los profesionales de la comunicación, de todas sin distingo ideológico o cálculo de conveniencia. Es decir, para nosotros, infortunadamente no es un tema novedoso pues hemos registrado una tendencia que ha ocurrido con el manto de la impunidad del crimen organizado, la ineficacia de las autoridades y, a veces, hasta el silencio cómplice de algunos medios e incluso organismos no gubernamentales que, supuestamente, se dedican a la defensa de los periodistas.


Estamos lejos del periodismo oficialista que minimiza y a veces esconde las agresiones a los medios, y también estamos lejos de la prensa militante que solo mira en la paja del Estado y esconde la mano para condenar sin rodeos a los criminales.


No nos vamos a callar. El silencio nos remite al periodista derrotado o nos conduce al profesional que, presa del cálculo político y el oportunismo, remite para sí los reflectores con el donaire actual de lo políticamente correcto. No. Nosotros haremos nuestro trabajo, testarudos, como lo hemos hecho para dar el dato duro, el hecho conmovedor y la amenaza cumplida contra algún colega en Veracruz, Guerrero, Tamaulipas o Quintana Roo, en una constante que se ha extendido en todo el territorio.


Nosotros no nos vamos a callar porque además no todo es la violencia contra los profesionales de la comunicación, lejos del enfoque militante u oficialista, ya lo he dicho y lo reitero, el periodismo ha de documentar los excesos del poder. De cualquier signo, el fáctico y el institucional, y entre este quien detenta la responsabilidad y quien la pretende. El periodismo no puede, no debe desde nuestro punto de vista circunscribirse a un solo ámbito, y menos aún para agradar a las gradas. En etcétera hoy y mañana, mientras tengamos vida, haremos lo nuestro, y lo nuestro es subrayar donde creamos que hay excesos desde el poder, de cualquiera signo ideológico y partidario. Hablaremos hoy y mañana también de los excesos de las televisoras principales de México, de la obscena dominancia que tiene el ingeniero Carlos Slim en las telecomunicaciones, el discurso ineficaz del oficialismo y el de la oposición, la demagogia como una impronta reinante en todos los discursos. Lo haremos en medio de las presiones cotidianas en las redes sociales, sus amagos y sus insultos, e incluso en el contexto de una precaria cultura política que reduce la realidad a buenos contra malos.


No somos ni creemos ser el centro de la cuestión. Los periodistas son fundamentales en la democracia pero ellos no son, no somos, entes sociales privilegiados, vamos a registrar la violencia aquí y en cualquier otro lado del país que se perpetre contra los ciudadanos independientemente de su actividad. Por nuestro respeto al otro, por amor a la vida y porque a balazos nadie puede convivir cotidianamente. No solo los periodistas.


Nosotros no nos vamos a callar. Somos lengua larga, y ni siquiera lo haremos para sumarnos a un desplante de gremio. Porque no somos un gremio y porque el país no está para desplazantes. No es ético, vale decir, no debe ser, el deber ser de los profesionales de la comunicación es informar, registrar el hecho, contribuir a explicarlo y alentar al intercambio público civilizado y de calidad, promover el valor esencial de la democracia que es considerar al otro.


Así es que hoy y mañana seguiré opinando en estos espacios digitales, también en la revista etcétera. Como ahora hacen otros medios y periodistas que, con datos a la mano, exhiben a los políticos y las instituciones, las presionan, demandan explicaciones y exigen correcciones. Necesitamos una ciudadanía fuerte para enfrentar la adversidad, jamás deponer la actividad para situarse en medio del teatro, y menos por una realidad recién descubierta: la violencia es contra todos, contra todos insisto, no solo contra seres privilegiados, y todas las muertes conmueven. Necesitamos denunciarla, juntarnos con el ciudadano de a pie y juntos participar de esa exigencia. Esa es la revista etcétera, sin dejarse intimidar por nada y por nadie, menos aún por quienes se sientan depositarios de la libertad, porque esos depositarios lo somos todos.


No nos vamos a callar.

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