miércoles 27 marzo 2024

Necesaria una alternativa de auténtica izquierda democrática

por Jesús Zambrano

En medio del complejo escenario nacional en el que nos encontramos, donde el deterioro es la constante, prevalece un alto grado de confusión sobre lo que significa la izquierda o ser de izquierda. El actual gobierno, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, no lo es. Se ufana de serlo pero día a día confirma que es conservador, autoritario, demagógico, populista e ineficaz. Una farsa. Un engaño del que se percata cada vez un mayor número de personas. Así lo registran tanto los principales indicadores socioeconómicos como los estudios de opinión levantados en fechas recientes.

Ese sector, que con sobrada razón demandó un cambio verdadero, un “golpe de timón” en la conducción del país, busca una opción de izquierda que realmente esté comprometida con la defensa de los derechos a la salud, al empleo digno, a la seguridad y, también, que castigue la corrupción gubernamental tanto del pasado como del presente, aristas en las que el gobierno de la autodenominada 4T ha naufragado estrepitosamente.

Hoy somos testigos de cómo se deteriora aún más la calidad de vida de la gente. Hoy hay más violencia, inseguridad, desempleo y corrupción. Además de ello y conforme pasa el tiempo, este gobierno no tiene empacho en demostrar que su proyecto no es el de una transformación sino el de la restauración del autoritarismo, del presidencialismo sin contrapesos y de los peores vicios de la cultura política nacional.

Frente a este reto, el PRD ha decidido seguir por el camino de su transformación para consolidarse como esa opción de izquierda democrática que hoy más que nunca necesita el país. El objetivo principal es ser de nueva cuenta un instrumento efectivo para la sociedad que siga izando con fuerzas renovadas las banderas que le han dado sentido de existencia puesto que representa las causas que propiciarán un México más libre, democrático e igualitario. 

Se tiene una tradición reformadora exitosa. Mucho de lo mejor del México actual sería inentendible sin las luchas sociales democráticas de esa izquierda, de las cuales no pocas se aglutinaron en su momento en el PRD y muchas de ellas fueron producto del trabajo del propio partido, que se materializaron en avances legales, políticos y sociales que le dieron un nuevo rostro al país.

Por tal motivo, el Consejo Nacional del PRD tomó la determinación de renovar la Dirección Nacional del partido pensando en la conjunción de los perfiles idóneos para el contexto que enfrentamos. Estoy y estamos convencidos de la necesidad de que los talentosos y ya probados cuadros de las nuevas generaciones perredistas pongan todo el ímpetu, capacidades, formación y experiencia, que ya han demostrado, al servicio de esta lucha. Sobre todo y, como ya ha venido sucediendo, en los puestos de dirección nacional y estatales del partido.

Con esta decisión, el PRD pone al servicio de México la amalgama entre experiencia reformadora y la juventud de sus nuevos rostros. Es la colaboración intergeneracional que se debe conjuntar para transitar hacia un estadio superior.

La razón de ser del PRD no lo son ni deben de ser los espacios de poder por sí mismos sino la lucha por democratizar el país, detener al populismo y la demagogia gobernantes, conquistar mayores libertades y derechos, y abatir las desigualdades. El ser una auténtica izquierda moderna, democrática y liberal para hacerle frente al autoritarismo presidencial del actual gobierno que amenaza con consolidarse.

Por ello mismo, a la par de la consolidación de una auténtica opción de izquierda democrática, es necesario sumar todos los esfuerzos posibles para conformar un amplio frente democrático conformado por organizaciones y liderazgos de la sociedad civil, así como por todas las fuerzas políticas comprometidas con un programa básico que pongan en el centro las demandas más sentidas de la gente, la defensa de libertades y derechos, y la defensa de la democracia que tanto nos ha costado conquistar.

 

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