sábado 20 abril 2024

Nadando entre las décimas de punto

por Ricardo Becerra Laguna

Lo bueno es que no estamos en crisis. Que nuestra degradación social es de a poquito y que un pequeño cambio positivo, hace una diferencia. Lo malo es que nos acostumbramos a creer que la existencia “es así”, que la vida puede transcurrir en un presente continuo cuyo objetivo y signo es permanecer así, más o menos en las mismas condiciones en que vivieron nuestros padres.

Porque cuando hablamos de estancamiento económico hablamos esencialmente de eso: estancamiento en las condiciones de existencia de millones; con pasos aquí en dirección positiva y con pasos allá en la dirección contraria. A mi modo de ver, esta es la lectura que debe darse al informe que presentó ayer el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Derechos Sociales (CONEVAL). Véase: https://tinyurl.com/y45m3rk8.

Gracias al trabajo transexenal, constante y perseverante de ese organismo podemos conocer con cierta exactitud la evolución de la pobreza mexicana en la última década (se dice fácil, pero no lo habíamos conseguido nunca, por eso corresponde reconocer y preservar al CONEVAL). Y lo que tenemos son pequeños avances en medio de inmensas necesidades y de retrocesos a pesar de grandes esfuerzos. Los números, a continuación.

En 2008: 44.4 por ciento de la población era pobre. En 2018, el 41.9 por ciento, o sea, 2.5 por ciento menos de entre la proporción total de la población. ¿Qué quiere decir? Que hoy tenemos más pobres 52.4 millones, pero dentro de un país también más grande. Luego de diez años, en realidad, hay 2.9 millones de pobres más viviendo en el territorio nacional.

El avance mayor, lo es, porque es avance relativo y absoluto al mismo tiempo: la pobreza de hambre, la pobreza extrema, sigue entre nosotros pero se redujo en una década: de 12.3 millones de personas que la padecían en 2008, a 9.3 millones en 2018. Significa que 3 millones de mexicanos escaparon de esa horrible condición para representar, nada más, un 3.6 por ciento de la población total. 300 mil personas cada año, el 0.3 por ciento de la población total anual. ¿Lo ven? Nos movemos en el reino de las décimas.

FOTO: MARIO JASSO /CUARTOSCURO.COM

Hay otra noticia más o menos lúgubre en el informe de CONEVAL y que hasta ahora ha sido poco ventilada por la prensa: 6.5 millones de mexicanos dejaron la pobreza en estos 10 años. Buena noticia ¿no? Si fuésemos un país mediano, sería un notición. Pero somos un país grande que en el mismo lapso vio llegar a 13 millones de almas (nacidos, migrantes retornados, etcétera), lo que quiere decir que nuestra dinámica social empobreció y permitió escapar de la pobreza -exactamente por mitades- al mismo tiempo a la población nueva. Subrayo: 6.5 ya no fueron pobres; 6.5 volvieron a caer en la pobreza.

Si ustedes tienen el tiempo para recorrer el Informe se encontrarán una multitud de datos así, mixtos, complicados de interpretar, que necesitan de contexto y no pocos, de anteojos rocambolescos. Pero casi todos tienen en común el mismo: avances parsimoniosos entre el punto y la décima de punto: rezago educativo, acceso a la seguridad social, alimentación, vivienda.

Pero también hay “jalones” muy bruscos, de nuevo, para bien y para mal. Aparentemente, el acceso a la seguridad social se mantiene igual en cuanto a las millones de personas que alcanza a cubrir, pero su manto se achica muy notablemente en proporción a la población, pues deja sin protección a 7.7 por ciento menos de los mexicanos, diez años después. Un sistema estancado porque la economía, no crece.

Y por el contrario, influido en parte por el seguro popular (y sin hablar de la calidad en el servicio), ¡20.6 millones de mexicanos adicionales tuvieron acceso a las instituciones de salud! Este es un gran avance véase como se vea y mídase como se mida. Probablemente el principal factor que explique por qué a pesar de vivir en una economía anegada y de bajísimos sueldos, no cayeron más personas en la pobreza. El sistema de salud como gran contenedor de la miseria (es solo una hipótesis, pero no gratuita).

Lo que es una afirmación categórica viene de parte del ingreso: exactamente la misma proporción de mexicanos (el 16.8 por ciento de la población) en 2008 igual que en 2018, no les alcanza el ingreso ni para comer. Si: ni para comer (el que trabaja y su familia). 21 millones de mexicanos, estaban en esa situación en noviembre del año pasado.

Pero los malos sueldos hacen estragos en todas partes: el 48.8 por ciento de la población con ingreso perciben una remuneración que no les permite salir de la pobreza (casi lo mismo ocurría en 2008 por dos décimas de punto).

No tienen que meterse a las tripas del informe: desde la gráfica de entrada, en la página principal del CONEVAL, allí pueden ver cómo los bajos salarios explican la mitad de la miseria nacional, o son factor co-causal de la mitad de la pobreza en México. Y eso no es “natural”, ni tiene que ver con la “productividad”, ni con las condiciones externas ni la competitividad. Sino una decisión de política económica mantenida neciamente a lo largo de treinta años y por supuesto a lo largo de la década que tan clara y minuciosamente ha venido a retratar el CONEVAL.

El aumento miserable de los salarios, siempre rondando en décimas de puntos cada año, explica en gran medida, nuestra condición social que avanza así, lentamente, remando entre esfuerzos titánicos para avanzar décimas de punto.

 

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