jueves 28 marzo 2024

La manzana envenenada o historias que lastiman

por Regina Freyman

Cuento 1

Contar historias ha sido, desde que aprendimos a hablar, la herramienta más poderosa del hombre. No hay construcción, empresa, guerra o gobierno que no comience por ser una historia.

Cuando doy cursos de Storytelling comienzo por contar con manzanas pero sin peras; y es que esa fruta se ha vuelto metáfora de las historias mismas. Mi favorita es la de la manzana de la discordia que es lanzada por Eris (La discordia) de forma vengativa al no ser invitada a la boda de Tetis y Peleo. En medio banquete y mientras los comensales se están divirtiendo de lo lindo, una manzana de oro con la inscripción “Para la más bella” aterriza justo en la mesa de honor donde los dioses supremos comparten el pan (no confundir con el partido político). Zeus, comandante en jefe de la Guardia Civil, no perdón, esa es otra historia. Zeus dios de dioses, rescata el proyectil, pero sin discreción alguna lee en voz alta la mentada inscripción.

De súbito Atenea (sabiduría), Hera (reina de los dioses, fidelidad) y Afrodita (belleza y amor) estiraron la mano seguras de ser la aludida. Zeus, como buen político, no quiso meterse en problemas, así que buscó a un Ebrard para que lo representara ante tal elección. En este caso, caminaba por ahí un humilde pastorcillo de nombre Paris y fue asignado a la tarea. Consiente de las licitaciones a la mexicana, Paris llamo a cada aspirante a lo oscurito para que le dieran sus argumentos como acreedoras a la presea. Cada una intento sobornar al aparente pastor, que en realidad era el hijo del rey Príamo (Mmm esas tres primeras letras suenan sospechosas). La primera ofreció sabiduría en batalla, la segunda, poder y la tercera tan sólo se mostró desnuda y preguntó ¿Te gusta lo que ves? Paris con la quijada hasta el piso asintió. La diosa Venus o Afrodita le dijo que si le daba la manzana le daría una chica que lucía igual que ella y se llamaba Helena. Así comenzó la legendaria guerra de Troya. Pongamos esta manzana suspendida por aquí para regresar a ella más adelante.

etcétera

Cuento 2

Uno de mis contadores de historias favorito es el historiador Yuval Noah Harari. El primer libro de él que leí es Sapiens y me cautivó el modo en que demuestra que las historias son lo que nos hace humanos. Me he plagiado su historia de las historias, haciendo ciertos acomodos y dándole el crédito para mis cursos. Acá la trascribo:

Hace mucho, mucho tiempo, en tiempos de María castaña, antes de que inventaran la rueda y era el tiempo de los gigantes, se suscitó una gran explosión que llamamos Big Bang, a partir de ella materia, energía, espacio y tiempo tuvieron su origen; a esa historia le llamamos física. Por muchos días, materia y energía se sintieron muy pero muy atraídas y se abrazaron en complejas estructuras que llamamos átomos; con el tiempo y con el trato, se combinaron en familias más grandes que llamamos moléculas. Esta interacción es un relato al que llamamos química. De estas apasionadas relaciones, nació un planeta azul que llamamos Tierra. En él, las moléculas no pararon de relacionarse integrando estructuras particularmente grandes e intrincadas que llamamos organismos; su historia lleva por título biología. Los organismos se fueron sintiendo afines y se congregaron en géneros, especies y familias. De una familia de grandes simios nació el homo sapiens un ser que aprendió a contar historias para sobrevivir. Hace exactamente 6 millones de años, una única hembra simio dio a luz a dos hijas: una de ella es ancestro de todos los chimpancés, y la otra es la abuela del homo sapiens. Estos últimos, se pusieron a contar y contar, narraron noche y día para expresarse, para cambiar, para asociarse y de todas sus historias integraron una que llamamos cultura. A los episodios de cada temporada de esas culturas les hemos llamado Historia.

Lo que este fragmento demuestra es que la facultad del lenguaje nos a traído hasta aquí, de ser unos monos trepadores a ser unos monos parlanchines que crean y se matan por una historia.

Cuento 3

En el libro que leo actualmente de Harari: 21 lecciones para el siglo XXI, me asombra encontrar una chispa de historia para escribir a cada página. Más sorprendente me resulta cómo describe los riesgos y peligros que vivimos hoy en lo que él llama historias del presente.

El autor comienza por explicar por qué en el mundo contemporáneo se revive el recelo hacia la libertad y la democracia; señala que ante el desconcierto por un futuro que reconfigura nuevas formas de empleo y la extinción de labores sustituidas por otras que pueden ser llevadas a cabo por robots o máquinas, el hombre común muerde la manzana del pánico, una manzana envenenada que le conduce a creer mentiras esperanzadoras antes que verdades dolorosas. Políticos expertos en contar historias se aprovechan de ese miedo y construyen paraísos populistas como espejismos en medio del desierto.

Así la tragedia del empleo, la voracidad de un mercado que ya no trabaja para un consumidor sino para un algoritmo (identidad fantasma de la muchedumbre) sirven de emisarios apocalípticos que nos regresan a viejas supersticiones. El problema nos dice Harari es que el homo fictus (hombres creadores de ficciones) se han olvidado de contar prospectivamente, al amparo de la sombra del miedo, tal como nos advirtió Bauman, se buscan paraísos de pasado (retropías) que prometen regresarnos a la edad de la inocencia. No en vano como he señalado ya en otros textos para mi querido etcétera, El cuento de la criada de Margaret Atwood parece visionario y desborda en realidad ese regreso a una religiosidad que pensábamos anacrónica.

etcétera

Cuento 4T

Harari explica con claridad el caso de Donald Trump; argumenta que personajes como ese están surgiendo en todo el mundo por las causas esbozadas someramente en el apartado anterior. Es por ello que no sorprende que nuestro personal mandatario haya construido una historia de esperanza sin concierto ni futuro. Una retropía entre Cardenista y Porfiriana con un fondo cristiano y autoritario. Debajo de la sotana liberal y democrática con la que sale a dar misa todas las mañanas, López Obrador, se esconde un conservadurismo y autoritarismo desbocado, casi delirante. Nos dice Harari que en el siglo XXI ya no es la información poder, sino la claridad, y eso es justo lo que el cuento de la 4T oculta entre sus nebulosos argumentos.

Manzana envenenada para un cuento sin fin

Otra historia que me gusta es la de Blanca Nieves, esa mujercita del pueblo bueno que siempre salía engañada. Y es que el cuento de Disney oculta la verdadera naturaleza de la chica de labios rojos cual carmín. Envenenada del hybris de la vanidad, Blanca Nieves siempre le creía a la bruja. La primera vez que tocó a su puerta le ofreció una faja para tener mejor cintura, casi se asfixia con el aditamento de no ser por los enanos que llegaron a tiempo. La segunda ocasión, le regaló una peineta envenenada para lucir mejor el peinado, de nueva cuenta los enanitos llegaron a salvarla. La última oferta fue la manzana envenenada que todos conocemos y que prometía dar belleza a quien la mordiera.

Otra que tocó a la puerta con una oferta engañosa fue Pandora, en su caja llevaba todas las pandemias que se regaron por el mundo, pero la peor quedó ahí acechante, era la esperanza que seductora siempre promete finales felices.

No hay historia si no contamos para futuro, no hay regreso posible si no contamos todos y contamos juntos. Sólo es posible un cuento en libertad y sin divisiones, que abra al debate y no que censure y monopolice a los medios. Un argumento que se cuente nacional e internacionalmente con palabras sin fronteras. Una historia donde se proteja a los trabajadores y no a los puestos, que piense en las personas y no en los artificios. Un cuento que cuente la verdad dolorosa y no que nos envenene con manzanas de promesas sin destino.

La narración es peligrosa, se necesita más que nunca una ética para contar historias, de lo contrario no llegaremos a un buen fin ni llegarán los enanos a salvarnos.

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