jueves 28 marzo 2024

Maciel, el lamentable referente

por Javier Solórzano

Las denuncias contra el pederasta Marcial Maciel se fueron acumulando y no las querían ver ni atender. La Iglesia católica se negó a reconocerlas y más bien se dedicó a señalar, impugnar y desacreditar a quienes las hacían. Decía hasta el cansancio que no era cierto que fuera abusador sexual de menores.

Ha sido una larga pesadilla, y en algún sentido lo sigue siendo, para todos los que lo vivieron. Quienes denunciaron fueron perseguidos brutalmente; en tanto que los que no lo hicieron vivieron su pesadilla en silencio, en medio de una interminable confusión.

Para todos fue incomprensible que el “admirado y respetado hombre”, a quien padres y madres de familia habían entregado con convicción para que su hijos fueran sacerdotes, hubiera abusado de ellos.

Era igual de incomprensible y doloroso que la Iglesia católica y el Vaticano lo protegieran; además de que señalaran a quienes lo denunciaban. Se respondió de manera grosera y dolosa; cuestión que al paso del tiempo no les quedó de otra que reconocer.

La Iglesia católica mexicana y el Vaticano cargarán con su falta de humildad y reflexión, optaron por ponerse lado del poder que uno de los suyos encarnaba. Lo defendieron hasta que ya no tuvieron manera de hacerlo.

Todo esto fue la suma de lo incomprensible; no había manera de entender por qué se ignoraban los testimonios de quienes, cuando eran jóvenes, habían vivido una pesadilla de vida. Todo era grave y doloroso para un grupo de adolescentes, que sólo al paso del tiempo se atrevieron a contar.

Muy grave, reiteramos, muy grave, fue también el hecho de que ninguna autoridad judicial del país se preguntara por lo que estaba pasando. No movieron un dedo y en el camino oprobiosamente se sumaron a la red de complicidad que desde diferentes ámbitos se fue construyendo para proteger a Maciel.

Irresponsablemente, nadie se quiso dar por enterado. La Iglesia se amparó en el poder, siendo un gran poder en sí misma, y desde esta complicidad ignoró el tema, hasta que le fue imposible seguir haciéndolo.

El pederasta basó su poder y engaño en la impunidad, en sus relaciones con el poder político y empresarial, en las creencias religiosas y, sobre todo, en el vil engaño, a través de un discurso religioso tramposo y ruin.

Alberto Athié, siendo sacerdote, fue enviado a una especie de destierro; todo indica que por las influencias de Norberto Rivera, a una capilla en Chicago. En el programa Círculo Rojo nos dijo algo que a todos nos dejó en un brutal silencio; que, como se sabe, en la televisión se vuelve eterno.

Cito lo que nos contó al aire, apelando a la memoria: si Norberto no recibe y escucha a quienes denuncian a Maciel tendré que dejar el sacerdocio, después de 24 años de ejercerlo; si lo hago, no cambian ni mis principios religiosos ni mi fe. Le he planteado el tema dos veces y no me ha querido escuchar; es probable que por eso esté en Chicago.

Alberto Athié se vio obligado a dejar el sacerdocio; es hombre de palabra. Hoy es un destacado defensor de derechos humanos y de quienes hayan sido víctimas de abuso sexual.

Conversamos también con el fundador de los Legionarios de Cristo en EU, hombre muy cercano a Maciel, llegó a ser su secretario particular; lo vimos en Long Island. La entrevista fue larga, dolorosa y triste. Fue el encuentro de un hombre con su pasado, el cual, como nos dijo, nunca va a olvidar. El tema no lo había hablado con su esposa, con quien llevaba cerca de 20 años.

Esta historia es una de muchas que se han vivido en el país y el mundo. A partir de este jueves se llevará a cabo en el Vaticano una cumbre que tratará la “plaga” de los abusos sexuales en la Iglesia católica.

Veremos hasta dónde está dispuesta la Iglesia a llegar.

Historias como la del pederasta Maciel la obligan a la tolerancia cero.

RESQUICIOS.

El PRD se diluye y se pierde. Le acabaron cobrando sus devaneos. Se refunda, cuestión que se ve muy difícil; o desaparece, cuestión que se ve posible.


Este artículo fue publicado en La Razón el 20 de febrero de 2019, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

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