miércoles 24 abril 2024

Los riesgos de la sobreexposición

por Javier Solórzano

El que expone se expone. El Presidente no solamente se expone, más bien se sobreexpone. Como parte de su convicción y estrategia que le ha dado en lo general buenos resultados, pero al mismo tiempo le ha abierto flancos que no necesariamente resuelve con su manejo muchas veces juguetón en sus expresiones.

En medio del bono que se ganó todo lo que haga y diga, sigue teniendo la benevolencia de buena parte de sus furibundos seguidores. Para volver a lo no olvidable, su contundente triunfo lo tiene con una capacidad de maniobra inédita en el ejercicio del poder.

Sin embargo, inevitablemente muchos asuntos que pasa de largo o que les da respuestas facilonas se pueden ir acumulando, y tarde que temprano podría producir en la opinión pública reacciones y animadversiones contra el presidente; no todo es sujeto de la cultura del olvido.

Si bien estos terrenos son profundamente especulativos, se han presentado reacciones y críticas cada vez más severas contra el Gobierno y el Presidente, las cuales, aunque no se reflejen del todo en las encuestas, no deben pasarse por alto.

López Obrador informa e impone la agenda a grado tal que termina determinando hasta la temática que los periodistas en la mañanera quieren plantear. Lo que pasó con su intento de cambiar el tema de los feminicidios, caló en serio entre las mujeres que se manifestaron el pasado viernes.

En medio de lo que había pasado, el Presidente lanzó otra afirmación que acabó siendo identificada como una reacción sobre las marchas. Dijo que les pedía amablemente que “no nos pintaran las puertas de Palacio Nacional”.

En vez de que se hubiera hecho una reflexión sobre la situación que viven muchas mujeres en el país, sin importar su edad, el Presidente se detuvo en temas menores que provocaron evidentes molestias y protestas.

Tan fue así que el anunciado decálogo sobre las mujeres pasó a segundo plano, independientemente de las muchas observaciones que diferentes grupos feministas han hecho sobre él.

Igual le pasó a la Jefa de Gobierno con su ya multicitado “ahora no”, cuando le preguntaron sobre las marchas del viernes. Es probable que la negativa de la señora María Magdalena (su hija de 7 años fue brutalmente asesinada) a dialogar con Claudia Sheinbaum, tenga que ver con lo que se interpreta como insensibilidad de la autoridad.

Por más que los gobernantes quieran imponer los temas y hablar de ellos cuando ellos quieran, está claro que no es posible porque la agenda no empieza ni termina en la mañanera ni en los actos de gobierno.

La sobreexposición debe llevar a procesos de reflexión y tener a la mano respuestas que les permitan, más que salir de los cuestionamientos, aprovechar para plantear ideas sobre los temas que ellos saben son importantes para los medios, las redes y los ciudadanos.

Con el tema de los feminicidios el Gobierno ha dado una imagen desigual. No dudamos de su genuina preocupación, lo que pasa es que no le ha dado su justa ubicación en medio de las muchas protestas que las mujeres concentran fundamentalmente en los feminicidios, aunque es evidente que hay muchas otras demandas.

El Presidente no tiene todas las respuestas, pero a menudo le da por reaccionar como si las tuviera. El riesgo de la sobreexposición lleva a respuestas rápidas sin que hubiera de por medio un mínimo proceso de reflexión y pausa para poder armar un discurso que permita a los ciudadanos entender cómo el Presidente ve algunos temas, más allá del juicio sistemático que sobre ellos vierte.

Ahora sí que como dice el Presidente, es importante en estos temas serenarse y por ningún motivo dejarlos pasar.

RESQUICIOS.

Emilio Lozoya sabía que lo iban a detener. Habrá tenido tiempo para pensar cuál es la historia que debe contar y sobre todo quiénes son aquellos que lo acompañaron en el camino. No tiene para dónde hacerse y ya tiene que mover sus piezas; no va tener mucho tiempo y más con eso de que “no se manda solo”.


Este artículo fue publicado en La Razón el 18 de febrero de 2020, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

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