Julio Verne fue un visionario, lo sabemos. Sin embargo, cuando escribió “Viaje al centro de la Tierra” jamás imaginó que Axel hallara en el núcleo del planeta a los periodistas, o al menos a quienes sienten que aquel es el sitio que ocupan si no es que el epicentro Universal. Como sea, buena parte de los profesionales de la comuncación no necesitan de plataforma alguna para realzar su figura –a veces se ubican como el centro de la noticia y otras como si fueran la noticia misma—; son como la luna, y las audiencias el proyectil que nunca se posa ahí sino que orbita alrededor suyo. Aclaro que no me refiero a una actitud, que de por sí ya nos remite a las estrellas (tan alejadas de los mortales), sino a cierto concepto de hacer periodismo que nació a principios de los sesentas del siglo pasado (el anchorman u hombre ancla) como lo fue en su momento Walter Cronkite y más tarde Barbara Walters.