jueves 25 abril 2024

Los muchos otros muertos

por Javier Solórzano

Dentro de las muchas situaciones que se pueden estar presentando, pero que por la pandemia no estamos viendo, están los muchos otros muertos que no tienen que ver con Covid-19.

El tema es de la máxima gravedad, porque vamos a estar ante un escenario muy grave que no se está contemplando, muchas personas mueren y no es por Covid-19.

Nos seguimos muriendo no sólo de coronavirus, sino evidentemente de muchas otras enfermedades, las cuales se han dejado de atender en buena medida por la obligada transición de muchos hospitales en espacios para atender el coronavirus.

Los costos de esto ya nos están saliendo profundamente caros y sobre todo dolorosos. La impotencia bajo la que viven muchos pacientes, por ende familias, está haciendo cada vez más dramática y triste la vida de muchas personas. No se vislumbra solución alguna mientras no se controle el coronavirus, lo cual es evidente está muy contracorriente y no cambia la actual estrategia en materia de salud.

La sobre atención al coronavirus tiene su lógica, pero en el fondo también estamos ante un problema de organización y estrategia, el cual no ha sido resuelto ni se ve que sea un asunto que sea considerado como fundamental en el radar de las autoridades de salud.

Muchos enfermos han optado, con razón, en no acudir a los hospitales por temor a los contagios. Si de por sí ya cargan una enfermedad, imaginémonos lo que sería ser contagiado por Covid-19. A esto sumemos el hecho de que se nos ha repetido una y otra vez que no vayamos a los hospitales de no ser que tengamos síntomas graves del coronavirus, quizá por ello las autoridades presumen con frecuencia que hay camas desocupadas.

La pregunta es a qué se puede deber esto. La respuesta pasa más por los temores ciudadanos que por la capacidad de gobierno para organizarse en esta materia ante la pandemia.

Conversando con diferentes doctoras y doctores, que por razones obvias nos piden el anonimato, nos señalan lo que está pasando en muchos hospitales del sector salud. “Tarde que temprano se puede venir una tragedia paralela a la que ya provoca la pandemia. Mucha gente se está muriendo en sus casas y esta información está a la vista, porque pacientes con enfermedades graves no han regresado a los hospitales y no se sabe nada de ellos… en el Instituto Nacional de Nutrición la situación está llegando al límite”.

Todo apunta a que los escenarios por venir serán más graves y delicados de lo que hemos vivido. Una de las razones estriba en el cansancio y el hartazgo colectivo. No pensemos únicamente en los ciudadanos pensemos sobre todo en el personal de salud, el cual ha visto morir no sólo pacientes, sino también un número significativo de compañeros de trabajo.

Al igual que el mundo se nos puede estar juntando una especie de tormenta perfecta. Por un lado una intensificación de la pandemia y, por otro lado, la proliferación de decesos derivado de padecimientos que no se están tratando y que no tienen que ver con el coronavirus.

Para añadir más elementos para que la tormenta se nos venga encima seguimos en los terrenos de la confusión a los cuales cooperan las autoridades. El afamado vocero sigue con su ambigüedad con el uso del cubrebocas, a lo cual el Presidente colabora día con día.

Está muy claro que el cubrebocas no es la solución definitiva para evitar los contagios; sin embargo, acorde a la información que tenemos y que no tenemos una vacuna, el cubrebocas se convierte en el elemento más tangible y cercano para evitar el coronavirus.

A los más de 90 mil fallecimientos por Covid-19 vamos sumando las muchas personas que han muerto por enfermedades que no han sido tratadas debidamente. El doloroso drama se nos va a aparecer de sopetón.

La tormenta perfecta se va armando.

RESQUICIOS

Para darnos una idea de lo que puede venir veamos las drásticas medidas que se toman en Europa. No se quiere el semáforo rojo en ciudades como la capital; la disyuntiva es brutal, ¿la vida o la economía?


Este artículo fue publicado en La Razón el 29 de octubre de 2020. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

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