viernes 19 abril 2024

Los ánimos alterados

por Javier Solórzano

Pocas veces, un proceso electoral había tenido tanta atención y pasión como el que
estamos viviendo. La elección del 1 de julio se ha convertido en tema en todos lados; no hay dónde no se hable de ella.

Se ha tomado conciencia de que estamos ante proyectos que podrían cambiar nuestras vidas, para bien y para mal. La pasión y confrontación han ido riesgosamente en aumento; en las últimas semanas hemos visto cómo las actitudes y el uso del lenguaje de los candidatos es cada vez más agresivo y hasta grosero.

Lo que hagan, no hagan y digan termina por repercutir en los ciudadanos. Sus actitudes se convierten en una especie de acto reflejo de parte de sus seguidores y simpatizantes, quienes actúan y hablan como sus candidatos.

Esto no es lo único que se ha convertido en un problema colectivo; lo otro es que los simpatizantes y seguidores interpretan a su muy particular manera lo que dicen y hacen sus candidatos.

La agresividad de los suspirantes se ha estado metiendo entre nosotros estos últimos días de manera intensa y hasta irreflexiva; en muchos casos, corregida y aumentada. Esto nos está llevando a un estado de las cosas de riesgo y de posibles escenarios que pudieran estar entre lo inédito y lo incontrolable.

No está fácil atemperar los ánimos, porque los candidatos establecen y desarrollan su campaña en función del descrédito hacia los otros. Atacar es el nombre del juego y esto se extiende a la manera en que los simpatizantes ven, conciben y entienden la elección.

A esto se suman otros elementos que producen particulares ánimos en los seguidores de los aspirantes.

López Obrador es uno de los que mejor provoca reacciones en los suyos. Les dijo la semana pasada a los empresarios que es ya el ganador; aseguró que “este arroz ya se coció”. La declaración llevó a un singular ánimo en los suyos, quienes ya remiten a que si algo termina por serle adverso a su candidato, léase una derrota, será producto de un “fraude de la mafia del poder”.

De igual manera, Ricardo Anaya echa andar cada vez que puede su beligerancia contra AMLO. Una de las diferencias es que sus seguidores quizá sean menos belicosos y agresivos; por lo menos por ahora.

Sin embargo, la manera en que se expresa Anaya genera, obviamente, reacciones de toda índole en unos y otros. Nadie se salva, porque todos son conscientes de lo que está en juego.

En esta misma línea, José Antonio Meade puede externar diferentes ideas, lo que incluye ataques a sus adversarios, pero las reacciones y repercusiones han sido menores. El caso de los departamentos de AMLO, pudiendo ser un buen tema, no ha alcanzado a cuajar.

Se puede deber a dos razones: parece que todo lo que tenga que ver con López Obrador pasa por el efecto teflón, sea cierto o no. Lo que se diga o se le diga, sin importar lo que sea, incluso sus inconsistencias, pasan de largo. Por otro lado, Meade sigue sin pesar en
las campañas como para que sus denuncias puedan permear como tema, sin importar cuáles puedan ser. Esto incluye a los otros candidatos, quienes no han retomado este asunto.

Las campañas van a entrar en una fase definitiva y de riesgo, no sólo por la cercanía de la elecciones, sino también por lo que pueden ser capaces de hacer los candidatos y su gente, con tal de ganar.

Estaría bien que los aspirantes piensen bien lo que dicen y hacen; no tanto por ellos, sino por su seguidores, los cuales están alborotados y envalentonados; la pasión desbordada está llegando hasta las familias.

RESQUICIOS.

Sin conocer las razones que llevaron a una productora a crear una serie sobre el Populismo en América Latina, no tiene sentido proponer o exigir que no se exhiba, como lo ha hecho
López Obrador. En sentido estricto, se trastocan seriamente los términos de la libertad de expresión.
No vaya a ser que sus enemigos de hoy sean sus aliados de mañana en causas de esta naturaleza, como ya hemos visto que sucede en los retruécanos de los intereses y la política.


Este artículo fue publicado en La Razón el 30 de abril de 2018, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

También te puede interesar