jueves 28 marzo 2024

¿López Obrador puede volverse Darth Vader?

por Óscar Constantino Gutierrez

Pablo Majluf lanzó Disidencia, un podcast muy interesante, en el que ha invitado a analistas de altísima calidad. En el último episodio, Pablo charló con Víctor Beltri, quien aplica la teoría del camino del héroe para explicar el éxito político de López Obrador. Me llamó la atención su afirmación respecto a la inutilidad de la crítica frontal a la narrativa obradorista, ya que “de hecho, pelearse con Andrés Manuel lo favorece: cada vez que alguien se enfrenta de manera directa a él, lo está fortaleciendo, porque Andrés Manuel es un héroe de antítesis”¹.

Opino que Beltri tiene mucha razón en que los que pelean con Obrador se vuelven los enemigos de este cuento. Al ser un héroe antitético, Andrés Manuel se parece a Megamente, quien necesita un opositor para justificar su rol en la historia que construye². Coincido en el argumento: en algún texto referí que el relato pejista se nutre de la ficción del enemigo, como se plantea en dos textos de Umberto Eco: “Construir al enemigo” y “Retórica de la prevaricación”, como me lo hizo ver mi amigo Ignacio Jáuregui. En ese entonces señalé que “el discurso de López, en su dualismo zoroastrista, requiere de un contrincante maligno, satánico, el enemigo malo que se opone a la salvación del pueblo y cuya creación da pretexto para la acción del autócrata: para hacer la Cuarta Transformación, se necesita inventar a un antagonista que reúna todo los aspectos a combatir. En la mitología del caudillo, ese adversario es la mafia del poder, pero, al igual que en la demonología de las religiones del libro, ese diablo tiene múltiples nombres y personificaciones: los conservadores, fifís, neoliberales, machuchones, hampa periodística —de la ciencia, del deporte y hasta de las guarderías—, pirrurris, corruptos, burocracia dorada, jueces maiceados y alcahuetes y una larga cadena de injurias que se actualiza diariamente”³.

Ahora, si bien comparto totalmente la teoría del monomito de Joseph Campbell y el camino del héroe, estimo que el brillante diagnóstico de Víctor Beltri admite una conclusión distinta y es el tema de este texto: ¿puede Andrés Manuel dejar de ser el héroe antitético y convertirse en villano? Podríamos, con estilo nietzscheano, plantear si el mesías puede volverse el anticristo, pero preferimos un enfoque más contemporáneo: al igual que Anakin Skywalker, quien fue visto como El Elegido y término siendo la mano ejecutora del Sith, que acabó con la Orden Jedi, ¿López Obrador puede convertirse en el Darth Vader de su propio relato? No es gratuita la analogía: George Lucas se nutrió de la obra de Joseph Campbell, en específico de su libro El héroe de las mil caras. Dado que Campbell definió el monomito o camino del héroe, es adecuado que usemos como referente al personaje que creó su principal divulgador.

Andrés se siente Luke Skywalker, pero es Anakin

Mientras el hijo de Shmi Skywalker fue identificado públicamente como El Elegido, el vástago de Padmé fue un marginal cuyo título de última esperanza no era público, ni notorio, incluso después de la destrucción de la primera estrella de la muerte. Andrés Manuel es el hijo del pueblo, el “Pepe El Toro” de la vecindad nacional, reconocido por todos y votado por 30 millones de adeptos: al igual que Anakin, la gente espera(ba) todo de él y no ha dado resultados. ¿Por qué López Obrador no decepciona, a pesar de su ineficacia? Beltri nos da una pista: Andrés Manuel tiene una multitud de enemigos a los que puede recurrir, para culparlos de sus faltas. En contraste, Anakin le dio la espalda a su congregación y apareció públicamente como el represor y asesino de sus hermanos de armas. Es decir, al momento de sus fallas, Anakin tenía varios dedos apuntándole y carecía del favor del pueblo, mientras Andrés Manuel, aunque tenga sus detractores, tiene a la masa a su favor. Por tanto, para que López Obrador se vuelva Darth Vader resulta indispensable que el pueblo deje de creer que es bueno, como sucedió con Anakin.

La caída de Anakin y el resbalón de Andrés

El descrédito de Darth Vader comenzó con los señalamientos de sus aliados, no de sus detractores. Nadie se hubiera tomado en serio un panfleto del Conde Dooku y caballeros del Sith en el que reclamaran las acciones de Anakin y los jedis. Para el pueblo bueno, Gustavo de Hoyos es más parecido al General Grievous que a una fuerza de la luz. Planteado de otra forma, no es que Anakin no tuviera enemigos, sino que sus adversarios no tenían buena imagen pública. ¿Quién hizo que esto cambiara? Obi-Wan Kenobi, que pasó de ser su maestro y protector a quien confirmó las sospechas de sus críticos y lo dejó calcinado y mutilado: cuando El Elegido era el “héroe”, Kenobi tuvo el rol de mentor; en el momento en que Anakin se transfiguró en villano, Obi-Wan se convirtió en su antagonista.

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Mientras Anakin cayó y sólo profundizó su oscuridad, Andrés Manuel se resbala cada tercer día y logra volver a acomodarse con una habilidad increíble. En mucho le ayuda que “los buenos” lo respalden en cada pifia cometida. Y eso lleva al tercer punto.

¿Quién es el Obi-Wan de Andrés?

Adelanto que no, no es Porfirio Muñoz Ledo, aunque tenga el carácter de maestro, porque su legitimación no es indispensable para López Obrador. Tampoco lo es Cuauhtémoc Cárdenas o alguno de los izquierdistas históricos de México, mucho menos sus colaboradores o compañeros de partido. Pareciera que Andrés es su propio Ben Kenobi y eso lo haría invencible. Pero aquí quiero incorporar dos casos históricos que permiten construir un tipo ideal de estilo weberiano: lo llamaremos el Jiang Qing inverso o Winnie Mandela sincrónico. A Jiang Qing y el resto de la Banda de los Cuatro los pusieron bajo arresto después de la muerte de Mao. Los excesos de Winnie provocaron el deslinde de Nelson Mandela. En ambos casos, la consecuencia negativa no fue inmediata (a Jing la arrestaron hasta que Mao falleció, Winnie fue respaldada por su marido durante las acusaciones de asesinato, maltrato y secuestro), pero marcan lo que sucedería si el círculo interno presidencial cometiera una falta grave o traicionara al mandatario. Mao no pagó el precio de su cónyuge forajida, pero Nelson Mandela sí tuvo que actuar para aminorar la toxicidad de su relación: si no lo hubiera hecho, se habría convertido en villano.

Con ese libreto en mente, ¿qué pasaría si la familia presidencial fuera sorprendida en algo particularmente grave? No las empresas de origen sospechoso o la vida de viajes y lujos, sino algo verdaderamente delicado, que tuviera una nota distintiva: la de ser imperdonable para la moral y resentimientos del pueblo respaldante. En ese caso, no sería tan sencillo que el presidente se zafara del problema con una patochada o un señalamiento a los neoliberales. Su apoyo a los bribones lo convertiría en lo mismo que fustiga.

En la misma tesitura, la otra forma de que Andrés deje de ser un héroe es que caiga en la tragedia de Edipo: que su falta moral sea tan grave que su propio círculo tenga que alejarse de él. Aquí la sanción tampoco se encuentra en el reproche de los políticos, sino del pueblo partidario: no hay un líder en Morena con la calidad para censurar al presidente. Si hicieran condenas, su valor radicaría en ser canales de comunicación de la falta cometida, pero el pueblo tebano sería el único legitimado para la reprensión del gobernante.

Si la oposición pretende castigar al Anakin de Macuspana, requiere convertirse en Obi-Wan Kenobi y dejar de ser como la Federación de Comercio de Nute Gunray y Rune Haako: en la senda del héroe, hasta los opositores efectivos necesitan otros tamaños y calidades…


Disidencia, con Pablo Majluf. Episodio 3, 30 de julio de 2020. A partir del minuto 12:44.

Disidencia… a partir del minuto 14.

“La Cuarta: Zoroastro entre Popper y Pareto”, 10 de junio de 2019, consultable en https://oscarconstantino.wordpress.com/2019/06/10/la-cuarta-zoroastro-entre-popper-y-pareto/

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