El presidente López Obrador celebró la renuncia de Carlos Romero Deschamps a la dirigencia del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) y señaló que inicia una nueva etapa en material laboral y sindical, en la que habrá democracia sindical, advirtiendo que ya se acabaron los tiempos en que había sindicatos de Estado.
Sin embargo, en su trayectoria política como opositor y de manera particular en la campaña pasada por la presidencia de la República, López Obrador afianzó sus relaciones de colaboración con líderes sindicales, algunos muy cuestionables por su trayectoria en el “charrismo sindical”, y ahora como presidente mantiene esos vínculos, pagando facturas políticas por los favores recibidos.
Desde diferentes ámbitos de acción esos líderes sindicales continúan apoyando a López Obrador, en una especie de “nuevo” sindicalismo oficial, algunos agrupados en organismos corporativos con el apoyo desde el gobierno. Destacan entre estos liderazgos Napoleón Gómez Urrutia, líder de los trabajadores mineros; Martín Esparza y diferentes lideres del SME; Elba Esther Gordillo, líder del magisterio oficial del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), así como diversos liderazgos magisteriales de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), entre otros.
Una muestra de que está en curso un nuevo corporativismo sindical al amparo de este gobierno, es la formación de la Confederación Internacional de los Trabajadores (CIT) que encabeza el senador por el partido en el gobierno, Morena, y dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana (SNTMMSSRM), Napoleón Gómez Urrutia, en colaboración con el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) de Martín Esparza, otro aliado del partido del presidente López Obrador.
La CIT agrupa ya a 10 federaciones y 150 sindicatos, y de forma meteórica, sólo un par de meses después de que fuera anunciada su conformación, el gobierno del presidente López Obrador, a través de la Secretaría del Trabajo, le otorgó la toma de nota, mediante la cual Gómez Urrutia estará al frente de ese organismo hasta 2025, sin ninguna elección de por medio.
Durante su campaña López Obrador se comprometió a establecer un salario mínimo en la franja de la frontera norte para beneficiar a los trabajadores de la maquila, proceso en el que intervinieron dirigentes y candidatos de Morena de esa región para beneficiarse también electoralmente. Ya como presidente López Obrador decretó el aumento al salario a partir de enero, pero las huelgas estallaron masivamente en Matamoros con la dirección de líderes afines a Morena y del mismo López Obrador. El movimiento se radicalizó y se puso en riesgo a la industria de la maquila. Más de 30 mil trabajadores de aproximadamente 30 empresas se fueron a la huelga causando perdidas millonarias. Napoleón Gómez Urrutia, con su nueva Central, y líderes sindicales locales ligados a Morena, intervinieron en el movimiento para imponer control y capitalizarlo a su favor. Al final la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, organismo del gobierno federal, y el Senado de la República, de manera particular el senador Ricardo Monreal, por instrucción del presidente, buscaron una salida negociada entre la representación de los trabajadores (muy dividida e inconforme) y las empresas, que finalmente concluyó con el levantamiento de las huelgas después de varias semanas de paro.
Ya como senador, Gómez Urrutia se reunió en abril con el presidente López Obrador en Palacio Nacional, de quien dijo, en un tono servicial y de agradecimiento, que su “…calidad humana y sensibilidad social marcarán una etapa trascendental de la historia nacional. La búsqueda incansable por el bienestar del pueblo mexicano dejará un legado permanente en la Patria”
Napoleón Gómez Urrutia ha sido acusado de desviar más de 50 millones de dólares, pero el entonces candidato a la presidencia lo integró a las filas de su movimiento político y le dio la candidatura al Senado, argumentando que eran tiempos de conciliación y que era víctima de una persecución política, por lo que se refugió en Canadá por varios años.
El dirigente del Sindicato Democrático, contrario al SNTMMSSRM, Ismael Lejía Escalante, ha señalado a Gómez Urrutia como el responsable de la tragedia de Pasta de Conchos en el 2006, y que por ello no fue bien vista su presencia en el acto que se realizó en febrero para recordar a los trabajadores que perdieron la vida.
En ese tiempo Lejía Escalante dijo que con Gómez Urrutia y la CIT surge “un nuevo Fidel Velázquez que tratará de apoderarse de todos los sindicatos débiles en el país”, bajo un nuevo corporativismo oficial.
El 16 de octubre 150 trabajadores utilizados como esquiroles, afines a Napoleón Gómez Urrutia, intentaron desalojar con lujo de violencia a otros trabajadores del sector, pertenecientes al Sindicato Democrático, en Monclova, Coahuila.
En mayo del 2012 el dirigente de los mineros, Carlos Pavón Santos, denunció que Napoleón Gómez Urrutia estaba financiando la campaña del Movimiento Progresista del ahora presidente, López Obrador.
De igual forma, es conocida la relación de colaboración política del SME con López Obrador y su partido. En abril del 2018, en plena campaña, el entonces candidato López Obrador se comprometió en un evento en Nicolás Romero, Estado de México, a ayudar para que los trabajadores desempleados del SME tuvieran trabajo en caso de ganar la elección y agradeció el apoyo de sus dirigentes, en particular mencionó a Rosendo Flores, uno de los líderes disidentes que se agrupa con otros liderazgos en un frente amplio de unidad.
En enero López Obrador, ya como presidente, ratificó su compromiso de buscar la forma de ayudar a los trabajadores electricistas desde la administración y señaló que el SME era un sindicato ejemplar que había sido afectado por los gobiernos neoliberales, al tiempo que lamentó la división del gremio. Al respecto informó que le había dado la tarea a la secretaría de Energía, Rocío Nahle, para que buscara la unificación de todos los trabajadores del SME y sus dirigentes.
Ya durante este gobierno, en enero, el Centro Nacional de Energía le notificó al SME de Martín Esparza, líder histórico del sindicato, que había aceptado su solicitud para poder vender energía en el Valle de México con dos de sus cooperativas creadas con trabajadores despedidos, Subase y LyF del Centro, asociadas con Mota Engil, para crear una planta en el Estado de México, con una inversión de más de 600 millones de pesos, mediante la cual le estarían vendiendo energía al gobierno de López Obrador.
En junio trascendió que la fracción disidente encabezada por Alejandro Muñoz tuvo una mesa de negociación con la Secretaría de Gobernación, en la que se les ofrecería la contratación de 5 mil personas en los diversos proyectos de la actual administración, principalmente en la Refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el aeropuerto de Santa Lucía, así como la contratación personal administrativo de la extinta Luz y Fuerza del Centro para que laboraran en la Comisión Federal de Electricidad, aunque el presidente López Obrador lo negó.
Domingo Aguilar, ex subsecretario del SME en Necaxa, acusó a López Obrador y a Manuel Bartlett de haberlos usado para ganar las elecciones del año pasado y de no ayudarles a recuperar sus fuentes de empleo. Manifestó sentirse traicionado y decepcionado pues resultaron políticos “del montón”.
En septiembre, un grupo de trabajadores electricistas encabezados por Jorge Sánchez García, quien se ostenta como secretario general interino del SME, se manifestaron en Palacio Nacional y le entregaron a López Obrador 32 mil firmas de apoyo para la expulsión de Martín Esparza Flores de la dirección del sindicato y demandaron apoyo parta la renovación de su dirigencia, con la intervención de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS).
Igualmente en septiembre hubo un fuerte enfrentamiento entre grupos de trabajadores disidentes contra la parte oficial que encabeza Martín Esparza, en las instalaciones del SME en la colonia Tabacalera, Insurgentes Norte, afectando seriamente la vialidad de la zona y el transporte público.
Alejandro Muñoz, en 2012 denunció que Martín Esparza había desviado, entre 2006 y 2012, 66 millones de pesos del sindicato para apoyar la campaña del ahora presidente López Obrador y el plantón que instaló en Reforma, situación que fue denunciada por los trabajadores ante las autoridades electorales, entonces IFE.
El SNTE es otro de los sindicatos que le dieron apoyo a López Obrador para ganar la presidencia de la República, particularmente a través de su principal dirigente Elba Esther Gordillo, muy cuestionada por su empoderamiento al amparo del sistema y liberada de prisión siendo ya presidente electo López Obrador, ahora es fundadora del partido Redes Sociales Progresistas, identificado con el actual gobierno, y pretende retomar la dirección del sindicato.
La CNTE es un gremio más que apoyó a López Obrador en su campaña para la presidencia a través de sus diferentes secciones sindicales, las cuales pactaron apoyo político electoral a cambio de la derogación de la reforma educativa, cosa que finalmente sucedió recientemente en este gobierno.
La fuerza magisterial de la CNTE en la Cámara de Diputados son 19 diputados, pero logran hasta 40 diputados en total como grupo político, con alianzas y acuerdos. La gran mayoría están en el partido Morena y sólo dos son de otros partidos aliados. Su fuerza principal está Oaxaca, Veracruz, Michoacán y CDMX.
Junto con otros 6 diputados del SNTE, la fuerza magisterial votó a favor de la derogación de la reforma educativa y la aprobación de las leyes secundarias, que le regresan poder a los dirigentes para la asignación de plazas, ascensos y cambios, con el consentimiento del gobierno del presidente López Obrador por los compromisos de campaña.
El presidente López Obrador se empeña en hacer creer que ya no hay sindicalismo de Estado, pero lo que estamos viendo es que está en proceso, como continuación de sus acuerdos de campaña, la formación de un “nuevo” sindicalismo oficial y corporativo, con aquellas organizaciones de trabajadores y líderes que le fueron afines desde que era oposición, los cuales ahora son progobiernistas.
El último clavo
Así como se va configurando en este gobierno un “nuevo” sindicalismo de Estado, al estilo de la 4T, con liderazgos de añeja historia política y sindical, y también de dudosa reputación, también está en curso la transformación del partido Morena en un partido de Estado.
En el entendido de que el partido oficial es la maquinaria electoral del gobierno para ganar cargos de representación popular, junto con la estructura que conforman los Servidores de la Nación, los Coordinadores Regionales y los Superdelegados, encargados de levantar la estructura clientelar del gobierno.
Ese partido de Estado hoy está inmerso en una penosa y grotesca disputa interna entre sus diferentes clanes que buscan a toda costa hacerse de la dirección del partido. Como sea, sigue habiendo sindicalismo y partido de Estado, como en los viejos tiempos, pero con el sello de la 4T.
¿Ustedes que creen?
*Inicialmente este artículo apareció como una nota informativa bajo el título “López Obrador anuncia el fin de los sindicatos de Estado; pero Napoleón Gómez Urrutia forma nueva central de trabajadores al amparo del poder”, la cual fue elaborada a raíz de la declaración del presidente López Obrador en el sentido de que se había acabado el sindicalismo de Estado. Ahora la presentamos como artículo de opinión pues hemos agregado otros elementos de análisis que se habían quedado fuera del apunte.