viernes 29 marzo 2024

Las vidas, como son

por Julián Andrade

La construcción del México democrático ha sido una tarea de décadas. No fue casual y está inscrita en la voluntad de diversas corrientes políticas y por la visión de personalidades que entendieron de las necesidades de un cambio.

De algunos de ellos se ocupa José Woldenberg en su libro más reciente, Así suele ser la vida. Micro Homenajes (Cal y Arena).

De Arnoldo Martínez Verdugo, el secretario general del Partido Comunista Mexicano (PCM), señala que impulsó de manera decidida la configuración de una izquierda independiente, institucional, unificada y democrática.

En efecto, el PCM no fue un peón de la Unión Soviética y pudo, por ello, condenar la represión en Praga en 1968. Los comunistas mexicanos trabajaron, y fuerte, por una reforma que les permitiera participar electoralmente.

Martínez Verdugo apostó por la unidad de las izquierdas y por eso se pudieron fundar, a lo largo del tiempo, el PSUM, el PMS y el propio PRD.

Como candidato presidencial del PSUM en 1982, estableció una narrativa de compromiso con la vía electoral. Hoy parece obvio, pero en aquellos años no lo era.

Woldenberg escribe sobre una de las voces más autorizadas en el debate de los años ochenta: “Pereyra (Carlos) realizó la revaloración de la democracia más profunda y clara desde la izquierda mexicana. La democracia debía pensarse y asumirse como un fin en sí mismo (…) y un eslabón fundamental del proyecto socialista”.

Arnaldo Córdova es autor de algunas de las obras más importantes para entender a nuestro sistema: La ideología de la Revolución Mexicana, La formación del poder político en México y La política de masas en el cardenismo.

Entre otras cosas, por ello apunta Woldenberg, “Arnaldo se convirtió en una figura respetada y en un legislador (PSUM) sobresaliente”.

De Jorge Carpizo recuerda su paso como rector de la UNAM, “incapaz de navegar con la inercia”; como el primer ombudsman del país, su gestión resultó sobresaliente; en la Secretaría de Gobernación “fue capaz de diseñar a cien por ciento una nueva reforma electoral que supuso una nueva estructura del Consejo General del IFE”.

Alonso Lujambio tuvo las cualidades, no siempre compartidas, de ser un político eficaz y un intelectual profundo. Analizó el tránsito a la democracia y atendió de modo particular la historia del PAN.

Estableció que, recuerda Woldenberg, “Gómez Morín había sido un político pluralista, no dogmático; moderno no aprisionado en la religión. Sin duda había sido un hombre católico, pero no un político católico”.

Jesús Reyes Heroles entendía de la utilidad de la política y trabajó para que fructificaran los cambios. Es probable que en 1977 no supiera que su reforma iba a ser una de las más trascendentes en la historia, aunque tuviera claro que “la decisión política abarca todo aquello que influye en la configuración de una sociedad”.


Este artículo fue publicado en La Razón el 2 de febrero de 2018, agradecemos a Julián Andrade su autorización para publicarlo en nuestra página.

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