jueves 28 marzo 2024

Las “presiones” y los “regaños” del Papa

por Carlos Urdiales

¿Quién presiona? Federico Lombardi, vocero del Vaticano lamentó las presiones al Papa Francisco para atender, de manera personal, a representantes y familiares de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. Formalmente nadie presiona.


Mediáticamente quien quiere y puede. El ala más activista y radical de las ONG que ha tomado la tragedia de Iguala por bandera para ganar peso específico (poder) y subsidios (dinero) para periplos internacionales, turismo reivindicativo.


De aquello nada sacan los padres huérfanos de hijos. Las rémoras se reproducen y, en la medida en que las dejan, se añaden a la ubre que alimenta sus fantasiosas hipótesis para señalar como grandes autores intelectuales a quienes, paradójicamente, han sido (aparte de las familias) los otros grandes perdedores de lo que hizo la podredumbre legal y moral de autoridades locales y policías municipales al servicio de bandas de delincuentes, dedicados al trasiego de droga, al secuestro, al robo, a la promoción política.


Colectivos activistas que reclaman audiencias privadas y atención, no para reconfortar, sino para alimentar la especie (vivos se los llevaron, vivos los queremos), combustible puro para su caravana, exigen diálogos, audiencias en nombre de los deudos y en representación de los mismos.


Ellos presionan y para ello terminan por convertir en tontos útiles a más de uno. La causa obliga.


La barbarie, la impunidad y la corrupción son hermanas y no tienen derechos de autor, ni para Ayotzinapa, ni para Tierra Blanca, Tlatlaya, San Fernando, Villas de Salvarcar, o Monterrey con sus prisiones y casinos, o Morelia un 15 de septiembre, o Guadalajara en discotecas y aeropuertos, o hasta en la capital del país en operativos fallidos, retenes falsos, linchamientos o revanchas que secuestran bandas de barrios, o Cuernavaca con levantones y ejecuciones que activan el luto del poeta. ¿Cuál es peor, cuál nos duele más?


El Papa Francisco ha construido una imagen de jerarca religioso alejado de la pompa y circunstancia del poder político, con discursos que evocan a conceptos básicos y universales de solidaridad, fraternidad y responsabilidad social.


El Jefe del Estado Vaticano no es un pendenciero de la fe, no es un cruzado de sotana blanca que va regañando a malos gobernantes o a voraces capitalistas; el sacerdote jesuita hace su chamba como la entiende, y eso no lo comprenden aquellos que están a la espera del regaño, del discurso lapidario.


Las expectativas son producto de los afanes de cada uno, los registros de los discursos y posiciones de Francisco documentan consistencia y coherencia. Eso es lo que hay, eso es lo que este pontificado ofrece al que quiera, y por lo visto son millones, como lo demuestran las coberturas informativas de su visita, los que se reconfortan con ello. Aquellos que esperan penitencia (regaños) para un Estado laico van por todas, por cortes civiles y celestiales.



Este artículo fue publicado en La Razón el 17 de Febrero de 2016, agradecemos a Carlos Uridiales su autorización para publicarlo en nuestra página

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