viernes 29 marzo 2024

Las mentiras de John Ackerman

por Angélica Recillas

Según John Ackerman en México nos encontramos en una situación “excepcional” en que la izquierda camina unida mientras la derecha se deshace en mil partes y dice que la fallida marcha Vibra México constituyó un excelente botón de muestra de la descomposición de la derecha.


En su texto para el más reciente número de Proceso, que constituye un ejercicio propagandístico más que un artículo periodístico, Ackerman alude a la marcha contra la inseguridad en 2004 y afirma que un grupo “similar” al que convocó a Vibra México logró en aquel entonces sacar a “docenas de miles” de personas a las calles para protestar en contra del gobierno capitalino de Andrés Manuel López Obrador. Miente abiertamente, porque dicha marcha fue en contra de la violencia en todo el país y también miente al asegurar que a la marcha de Vibra México fueron menos de 10 mil personas.



Dice que la desconfianza en las instituciones y los partidos ya alcanzó a las figuras de la sociedad civil supuestamente “puras” e “independientes” como Denise Dresser, Héctor Aguilar Camín, María Amparo Casar, Claudio X. González, Leo Zuckermann y Chumel Torres. Para Ackerman, estos personajes son dignos de cuestionamientos, no por su actividad pública, sino por no sumarse a convocatorias contra Peña Nieto o en pro de López Obrador, como si en México no hubiera otras opciones políticas con las que cada quien es libre de simpatizar. Además, apenas en diciembre pasado Ackerman preguntaba en Twitter si Chumel Torres merecía “el beneficio de la duda” porque escuchó un sketch del presentador criticando a EPN; cuando se le mostró un tuit donde se mofaba de López Obrador, de inmediato lo colocó en su lista negra. Así de simplista es su criterio para decidir si alguien “es de fiar”.


Continuando con su cadena de mentiras, el también académico asegura que del lado izquierdo del espectro político, la sociedad se une cada vez más con el proyecto y el movimiento de López Obrador. “Docenas de miles de personas”, dice él, han acudido a las plazas públicas para firmar el “Acuerdo político de unidad por la prosperidad del pueblo y el renacimiento de México con miras a 2018”, que no es otra cosa más el nuevo y rimbombante nombre del otrora “Proyecto Alternativo de Nación”, o lo que es lo mismo, la declaratoria de buenas intenciones del político tabasqueño en donde promete acabar con todos los males del país por decreto.



La sociedad mexicana está dividida y polarizada, y la prueba más fehaciente es la división que el propio Ackerman hace de ella en “izquierda” y “derecha”, ésta última con un tufo de desprecio hacia un enemigo al que hay que aplastar. Por otro lado, si bien es real el poder de convocatoria de López Obrador, Morena dista mucho de ser una fuerza unificadora, ya no digamos nacional, sino de la propia izquierda, donde aquellos sectores de ésta que defienden el derecho al aborto, el matrimonio igualitario o la legalización de las drogas, simplemente no caben. Y mucho menos se acepta el disenso: el propio López Obrador lo deja muy claro al atacar por Twitter al escritor Francisco Martín Moreno, quien en un artículo expuso por qué el político tabasqueño no le convence para darle su voto.


Aunque a Ackerman y a López Obrador no les guste, México es plural y diverso y está muy dividido, no en izquierdas y derechas, sino en un amplio mosaico donde hay mucha indignación social, desconfianza, incertidumbre por el futuro, pero también disposición a contribuir a que se construya un cambio, sobre la base de que éste no será inmediato ni mucho menos fácil. Ackerman es un gran propagandista de la doctrina morenista, pero está muy lejos de ser una analista de la realidad nacional.

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