martes 16 abril 2024

Las atrabancadas prisas

por Javier Solórzano

Entre las prisas por tratar de correr contra el tiempo para alcanzar los objetivos de la 4T y un cierto desdén por el Estado de derecho, el Presidente tiende a pasar por alto normas y reglas que, a querer o no, nos rigen.

No es un asunto nuevo. En varias ocasiones nos hemos referido a ello, porque en la paradoja el Presidente a menudo acaba siendo “como los otros”. El tema es relevante, porque el Gobierno parte sistemáticamente del supuesto de querer verse diferente lo que lo lleva a tomar decisiones en que pasa por alto aspectos a los cuales hay que ceñirse.

No se puede poner por delante la bien ganada legitimidad del actual Gobierno para justificar decisiones donde eventualmente pase por alto las leyes.

Resulta contradictorio que ante casos como el de Pío López Obrador se parta de supuestos en que pareciera que el dinero que recibió no esté fuera de la ley, porque “son diferentes”. No hay que darle vueltas, en cualquier caso un acto de esta naturaleza es ilegal, reprochable y corrupto.

Se ha ido creando una delgada línea entre las decisiones del Gobierno y el marco normativo bajo el cual deberían establecerse. El problema es que el Presidente, en ocasiones, está viendo al Estado de derecho como un freno para alcanzar sus objetivos.

Uno de los temas a los que el Presidente más se refiere es al de la libertad de expresión. Una y otra vez habla de ello en diferentes ámbitos bajo una concepción más de candidato opositor que de mandatario.

Su posición adquiere una relevancia mayor y también lo coloca bajo los terrenos de derechos y obligaciones.

El Presidente muchas veces quiere cambiar las reglas sobre la marcha, pero acorde a como hoy están establecidas se requiere de un cambio legal e incluso constitucional para que sus acciones tengan un fundamento.

Si se quiere cambiar el orden establecido en algunas áreas se tiene que cambiar el orden constitucional y legal, mientras tanto no queda de otra que ceñirnos a lo que hoy tenemos y somos, ahora sí nos guste o no.

En medio de estos terrenos suelen enviarse mensajes confusos. El hecho de que el INE conmine al Presidente a no meterse en las campañas electorales no significa que coarte su libertad de expresión, más bien es la aplicación de las dichosas reglas, las cuales López Obrador tiene que cumplir como él mismo exigió en otro tiempo que se hiciera.

Algo similar sucede con el tema del cubrebocas lo que ha llevado a que el diputado Gerardo Fernández Noroña retome los argumentos del Presidente para no usarlo. El cubrebocas no limita las libertades bajo las cuales vivimos, no es un freno para la libertad de expresión, más bien es un instrumento estratégico y vital para evitar los contagios por la pandemia. En sentido estricto, el cubrebocas no tiene nada que ver con la libertad de expresión.

El tabasqueño sabe bien lo que significa su palabra. Volviendo al tema del INE, bien sabe que cuando arremeten contra el instituto hay un efecto expansivo. El INE, sin duda, es merecedor de un buen número de críticas; sin embargo, a través de su discurso se magnifican lo que dice provoca una buena cantidad de críticas que son provocadoras y además alientan la impugnación hacia el árbitro electoral por parte de sus innumerables seguidores.

Desde hace tiempo el Presidente ha hecho una infinidad de críticas al instituto, incluso cuestionando su existencia. Cada vez que el tabasqueño se refiere al tema va construyendo un descrédito hacia el que, no lo olvidemos, será el árbitro del obsesivo proceso electoral del año por venir.

Es probable que nos la pasemos cuatro años más en debates similares. La atrabancada prisa presidencial podría seguir confrontando sus objetivos con el Estado de derecho, no se ve que esto vaya a cambiar.

RESQUICIOS

Tiene sentido regular a las agencias de EU que actúan en México, nos han pasado por encima durante años. Sin embargo, la “buena voluntad” se va a enfrentar a una condición que cargamos, la confianza en nuestros cuerpos de seguridad.


Este artículo fue publicado en La Razón el 11 de diciembre de 2020. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.

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