miércoles 24 abril 2024

La penosa lisonja

por Jesús Ortega Martínez

Raymundo Riva Palacio es un periodista acucioso y de larga experiencia, al que hay que leer siempre con atención. Eso es lo que hice, a propósito de uno de sus artículos y que lleva por nombre “Semillas de una cosecha”

En tal texto, Riva Palacio expone su tesis: si AMLO gana las elecciones, la semilla del partido comunista mexicano habrá dado sus frutos y podrá cosecharse en este año del 2018. Esta peregrina tesis podría ser adoptada entusiastamente por grupos archiconservadores, pero, al margen de ello, Riva Palacio construye una teoría que no resiste el menor análisis político y, ciertamente, resulta en una barbaridad conceptual e histórica.

Tremendo yerro, y todo en el afán, sorprendente en Raymundo, de hacer forzadamente de López Obrador un personaje con pensamiento de izquierda. Quienes desde las filas de la izquierda conocieron a López Obrador saben que nunca, nunca, simpatizó con la izquierda socialista y con quienes provenían de esa militancia. Quienes le conocen realmente saben que les menosprecia y que, en el PRD, desde su ingreso, les confrontó hasta reducir su influencia y sacarlos del partido.

Veamos si no el caso de Gilberto Rincón Gallardo, quien fuera uno de los más destacados dirigentes del PCM, del PSUM y del PMS. A Gilberto, AMLO le hostigó de tal manera que le obligó a migrar del partido. “No puedo entender, decía Gilberto, esa idea de AMLO de que el PRD avanzará en la medida en que clausuremos todo diálogo en el Congreso y terminemos con toda posibilidad de acuerdos”.

Subrepticiamente, reclamaba Gilberto, se ha impuesto en el PRD la idea de que una estrategia reformista de la izquierda es una traición al interés popular. En sentido diferente, “la tesis de que entre más peor le vaya al país y a la gente, mejor será para el movimiento”, fue la dinámica que siguió el PRD bajo la operación política de López Obrador y la hegemonía ideológica del nacionalismo revolucionario priista.

Gilberto Rincón Gallardo, el militante comunista que en más ocasiones había ingresado a la cárcel por defender sus ideas, salía del PRD porque ni siquiera podía discutirlas en su partido; porque los principales líderes no lo permitían. Fuera del PRD, Gilberto avanzó en la formación de un partido socialdemócrata.

Veamos ahora el ultraje contra Heberto Castillo. Profesor universitario, científico, líder democrático durante las jornadas libertarias de 1968, preso político, dirigente partidario de la izquierda, precandidato presidencial del PMS y constructor fundamental de FDN al declinar su candidatura en favor de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988. Con esa trayectoria de lucha, este destacado líder de la izquierda podría —como lo pretendió— haber sido presidente del PRD, candidato a la Jefatura de Gobierno del DF y también candidato a la Presidencia de la República. Pero no lo fue en represalia, debido a que Heberto se opuso a los acuerdos ocultos de AMLO con Zedillo. Me refiero a los “acuerdos de unidad y apoyo político” que López Obrador ofreció a Zedillo, los cuales el ingeniero Castillo hizo públicos para evidenciar la actitud hipócrita del tabasqueño. “Radicales de palabra, sumisos con el poder”, reclamaba Heberto. El que sí fue de inmediato presidente del PRD, jefe de Gobierno del DF, por el PRD, y candidato presidencial del PRD en dos ocasiones, lo fue, en contrasentido, López Obrador.

Y lo mismo les sucedió a muchos otros dirigentes de la izquierda comunista y socialista que militaban en el PRD desde su fundación. Alcocer, Heraclio, Sabino, Woldenberg, Becerra, Pascoe, Rascón, Enríquez, etcétera, etcétera.

Podría hacerse un texto de muchas páginas en donde se transparente la actitud hostil de AMLO hacia personajes representativos de la izquierda, pero lo que resulta ridículo, extravagante, es pensar que un personaje autoritario e intolerante, un político empeñado siempre en someter a quienes discrepan de su pensamiento, un opositor a las libertades y un combatiente contra los derechos humanos, pudiera ser considerado un hombre de izquierda.

Raymundo Riva Palacio se equivoca, y le podría suceder lo que a muchos periodistas durante el estalinismo: se les obligaba, so pena del destierro o la cárcel, a escribir, todos los días, panegíricos para el “padrecito, para el benefactor de los pueblos, el líder serenísimo, la encarnación divina”. Algunos meses después ya no era necesaria la amenaza, pues, tristemente, se acostumbraron a lisonjear, vomitivamente, al dictador.

Por ello, porque la libertad y la igualdad son principios fundamentales de la izquierda, hay que votar por Anaya y por el PRD.


Este artículo fue publicado en El Excélsior el 26 de junio  de 2018, agradecemos a Jesús Ortega Martínez su autorización para publicarlo en nuestra página.

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