jueves 18 abril 2024

La mala educación desde la SEP

por Mariana Moguel Robles

La educación es un derecho fundamental, así lo señaló António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas en enero de 2021. En un entorno global donde los estragos de la pandemia han obligado al mundo a redoblar esfuerzos para contrarrestar sus efectos, se dice que antes del COVID-19, 258 millones de niños y adolescentes, la mayoría mujeres, carecían de escolarización. En este sentido, Guterres llamó a fortalecer la cooperación para proteger la educación como un bien público mundial y “darle vuelta” a la situación: “Cuando la educación se interrumpe, todo el mundo se ve afectado. (…) Y todos vamos a pagar el precio. (…) La educación, como derecho fundamental y bien público mundial, debe protegerse para evitar una catástrofe generacional”, señaló.

El artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos consagra el derecho a la educación primaria gratuita y obligatoria. La Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada en 1989, estipula que los países deberán hacer que la educación superior sea accesible para todos.

En México, la educación es un derecho fundamental consagrado en la Constitución y en la legislación secundaria correspondiente. Se ha señalado que este derecho no ha alcanzado la plenitud, en virtud de que una educación pública de calidad no ha logrado extenderse en todo el territorio nacional.

Para tal efecto, en México, diversas administraciones han emprendido sus propias reformas en materia educativa. Cabe mencionar que la política educativa de los gobiernos corresponde a sus planteamientos teóricos, su visión particular, y sus acciones en el corto y largo plazo. En este sentido, el gobierno del presidente Vicente Fox subrayó la importancia de la educación para el desarrollo del país, con vínculos directos entre: “Desarrollo económico, formación de ciudadanos y personas libres; Declaración universal de los Derechos del Hombre; Capital humano para la competitividad;  Formación en valores deseables para la convivencia social; Educación pública, laica, gratuita, moderna, de calidad; Valores considerados retóricos por las nuevas generaciones por su reiteratividad incumplida: justicia, libertad, democracia, tolerancia, dignidad, y respeto por el medio ambiente” (Moreno Moreno, Prudenciano, La política educativa de Vicente Fox, 2001-2006. Tiempo de Educar, vol. 5, núm. 10, julio-diciembre, 2004).

No olvidemos que en México se emprendieron reformas educativas constitucionales en 2011 y 2013. Al respecto, la Dra. Bertha Fortoul Olivier señala: “La reforma integral de la educación básica (RIEB) se define en el Acuerdo 592, publicado en el Diario Oficial en el mes de agosto de 2011, como: (…) una política pública que impulsa la formación integral de todos los alumnos de preescolar, primaria y secundaria con el objetivo de favorecer el desarrollo de competencias para la vida y el logro del perfil de egreso, a partir de aprendizajes esperados y del establecimiento de Estándares Curriculares, de Desempeño Docente y de Gestión (La reforma integral de la educación básica y la formación de maestros. Perfiles educativos vol. 36, no.143, Ciudad de México, ene. 2014).

Sobre la Reforma educativa de 2013, el Mtro. Óscar Hugo Faustino Zacarías apunta: “Para entender la lógica de la reforma educativa (RE) impulsada por el presidente Peña Nieto es importante recordar que los dos cambios más significativos de política educativa previos a la reforma de 2013 fueron el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB) en 1992, y 2) la Alianza por la Calidad de la Educación (ACE) en 2008. Ambas iniciativas se derivaron de acuerdos políticos entre el gobierno federal y la dirigencia sindical del SNTE y entendidos como vías para lograr consensos y cambios profundos en la política educativa. Sin embargo, el resultado obtenido fue un cogobierno de la educación en el que la autoridad fue perdiendo la rectoría de la educación o, mejor dicho, el sindicato fue colonizando los servicios educativos (…). Este predominio de la variable política en la educación trajo como resultado muchos vicios político-sindicales, entre los que destacaban la venta y herencia de plazas y la preponderancia de la participación sindical sobre el desempeño” (La reforma educativa de 2013 y lo que está por venir, revista Nexos, septiembre 26, 2018). 

FOTO: MOISÉS PABLO/CUARTOSCURO.COM

Dicho lo anterior, recordemos que en días pasados el presidente López Obrador nombró a Leticia Ramírez como titular de la Secretaría de Educación Pública en sustitución de Delfina Gómez, quien emprenderá campaña por el partido oficial para la gubernatura del Estado de México. 

Leticia Ramírez es la tercera persona que ocupa la titularidad de Educación (el primer secretario fue Esteban Moctezuma, quien dejó el cargo en febrero de 2021 para ser embajador de México en Estados Unidos).

La nueva secretaria de Educación Pública del gobierno obradorista se desempeñaba como directora de Atención Ciudadana del Gobierno federal; sus fortalezas radican en sus vínculos con el magisterio. Es cercana al presidente López Obrador, fue dirigente de la Sección 9 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), y ha desempeñado algunos cargos en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) —el sector crítico de la cartera que hoy encabeza.

Fiel a su manual, el día de su presentación, el presidente blindó simbólicamente con un abrazo a su secretaria de Educación, y emprendió una batalla más en contra de los “conservadores” que critican a Ramírez a partir de “su racismo, su clasismo y su instinto de superioridad”.

Pese a que la maestra Ramírez Anaya parece no contar con credenciales suficientes para ocupar la silla de José Vasconcelos y Jaime Torres Bodet, el presidente refrendó su postura de 2019: “¿Y saben qué es lo que más me importa, más que la experiencia? La honestidad. Ya para irnos entendiendo mejor, o sea, porque hay quienes tienen mucha experiencia, están graduados hasta en universidades del extranjero, tienen hasta doctorados, pero son deshonestos. “Y a nosotros lo que más nos importa, lo que más nos importa de todo es la honestidad. Si hablamos en términos cuantitativos, 90% honestidad, 10% experiencia. ¿Cómo la ven?”.

FOTO: MOISÉS PABLO/CUARTOSCURO.COM

El presidente López Obrador está en su derecho de nombrar a quien le venga en gana, está facultado para ello, pero vuelve a confundir la lealtad con la capacidad para hacer frente a las problemáticas nacionales. 

El horno no está para bollos, recordemos lo dicho por el maestro Gilberto Guevara Niebla: “(…) La educación se estancó, aún antes de que azotara la pandemia. Se estancó bajo el efecto de la expansión de la matrícula, la burocratización y el debilitamiento de los maestros (…). Lo que identifica hoy a la educación nacional es en realidad un movimiento regresivo. (…) La visión del país que tiene el presidente López Obrador ha influido mucho en esa regresión. López Obrador tiene una visión parcial de México (…). Lo que mueve actualmente al mundo son las tecnologías modernas y ay de aquel país que vuelva la espalda a la inteligencia artificial y a la robótica. Esta parte del escenario nacional –la parte moderna– escapa a la mirada de nuestro presidente (…). No se puede acabar con la pobreza si no se comienza por producir mayor riqueza (…). Lo que AMLO no logra concebir es que el capital humano, es decir, las destrezas y competencias que poseen los seres humanos, es el recurso más importante para el desarrollo con justicia, para edificar un verdadero estado de bienestar” (El futuro en sombras, columna, diario Crónica, México, 11 de abril, 2021).

También es cierto que el nombramiento de la maestra Ramírez Anaya no será el primero de esta administración que no satisfaga a plenitud el perfil requerido para enfrentar el encargo (sello de la casa). 

Cabe señalar que, de acuerdo con cifras del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), para el ejercicio 2022 se destinaron 883 mil 929 millones de pesos a la educación (3.1% del PIB, el más bajo a partir de 2010). Lo que nos revela que en realidad es poco el interés en el rubro educativo si comparamos la inversión en las obras faraónicas del presidente (Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, Tren Maya y Refinería Dos Bocas).

En la recta final del sexenio, fueron presentados los nuevos planes de Estudio para la Educación Básica del país (preescolar, primaria y secundaria) por las secretarias de Educación (saliente y entrante), una ocurrencia más que buscará adoctrinar a las futuras generaciones de mexicanos para que sean sumisos al poder, sometidos y sin aspiraciones. La maestra Ramírez Anaya será la encargada de asentir a las ideas del presidente, y de echar a andar un proyecto que no tiene antecedentes de su aplicación en ninguna parte del globo. En resumen: se quiere utilizar a la educación pública como una maquinaria política para la grilla y el adoctrinamiento, con recursos del Estado, al servicio del grupo en el poder, pero muy a la obradorista: improvisada y arbitraria.

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