Hace seis años, el 7 de junio de 2012, Adela Micha comentó sentirse atrapada en el pasado al escuchar a Andrés Manuel López Obrador; en el programa “Tercer Grado” de Televisa; la periodista estaba desesperada con los rodeos del entonces candidato presidencial sobre una cena donde, cercanos suyos, pidieron seis millones de dólares a los asistentes.
Aquella fue una noche intensa entre la periodista y el político. Ella lo interrumpía, señalaba que no le respondía, “deme chance de preguntarle”, gritó tres veces, reía y se desesperaba o eso es lo que ella proyectó. Fueron poco más de cinco minutos, ustedes lo pueden verificar en YouTube: “cómo no va a ser mi tema, contésteme por favor”, arengaba, y a veces también se burlaba de lo que decía el líder de Macuspana. Incluso sus compañeros la calmaron, cuando ella le dijo a López Obrador “¡Gobiérnese!”.
Adela Micha estaba refulgente. Feliz.
Pero el tiempo pasó y ocho años después son otras las circunstancias.
Este 16 de octubre, en el aeropuerto de Durango, Adela Micha se acercó al Presidente electo Andrés Manuel López Obrador, lo abrazó y le dio un besito en la mejilla al tiempo que le dijo en tono de broma que ella era parte del comité de recepción. “¿Cuándo lo veo?”, pregunta la periodista al próximo mandatario, quien respondió “Te quiero mucho”. “Me quiere mucho”, repitió la comunicadora, “pero no me quiere ver”. “Invíteme un café”, insistió con una sonrisa amarga y con aquellos ojos, otrora refulgentes, escondidos en unas gafas polarizadas. Al fin quedan en que ella lo buscaría y le pide otro beso porque hacía mucho tiempo que no lo ve.
Los medios, los periodistas, no podemos ni debemos arrodillarnos nunca frente al poder. Si lo hacemos, dejamos de ser quienes somos, o en realidad nunca lo comprendimos o nada más fingimos.
