jueves 28 marzo 2024

La antidemocracia de Morena

Como podía esperarse, la elección para el congreso nacional de Morena fue un espectáculo antidemocrático. Lo que tenía que seguir, siguió: los comentaristas obradoristas –los suaves y los duros, los velados y los exaltados- fabricaron excusas, mentiras y falsas explicaciones. 

Viridiana Ríos, por ejemplo, diciendo que no comprendemos al presidente, afirmó que la elección fue más pacífica que violenta y que mucha gente estuvo involucrada. Grandes conclusiones… La debilidad vírica tiene que ver con que a) no son confiables los datos oficiales morenistas, pues no son datos directamente verificables, al no ser independientes sino partidistas y facciosos; b) no sólo con violencia se hace trampa o no sólo en medio de la violencia se practica la antidemocracia; y c) la cantidad de gente no sólo se explica por clientelismo y ambiciones oportunistas pero no se explica sin clientelismo y ambiciones oportunistas. Y de todos modos no podemos saber con seguridad cuál es la cantidad respectiva porque no hay algo como el INE. “Viri” se acerca a lo que es Jorge Zepeda.

Otro perdido por ahí se atrevió a mostrar su molestia obradorista diciendo algo francamente idiota como que lo sucedido es un problema pero no un pecado ni una mancha. Gran inteligencia crítica… Nadie dijo ni implicó “pecado” –el que regularmente habla así es AMLO- y el problema, que eso es lo que se dice que es, resulta tan grande que es una mancha. Especialmente si se toma en cuenta (como debe ser) el discurso moralista, purista, santurrón, hiperbólico del obradorismo, con el que pretende cubrir todo lo suyo y descalificar todo lo ajeno. Ese discursito volvió a quedar encuerado como hipócrita, exagerado y falso. 

La elección morenista, la de la realidad y no la de la retórica, fue un proceso falto de transparencia e integridad que no puede defenderse salvo con fanatismo, pragmatismo excesivo y desbordado o con el periodismo zepediano y vírico que es otra forma de servir al poder.

Ese proceso lo explico con cuatro razones empíricas y le extraigo dos lecciones. 

Las razones –las causas de la antidemocracia morenista- son 1) líderes no demócratas. Casi ningún político en las posiciones medias y altas de Morena (estatales y nacionales) es un verdadero demócrata. O casi ninguno está actuando democráticamente. Son políticos profesionales que sólo quieren vivir de la política y sus beneficios en un país como México. Siempre fue una mentira que los líderes morenistas fueran diferentes a los políticos en general (que buscan poder) y los políticos mexicanos de “el pasado” (que solían buscar sólo poder y por eso dinero). El poder es no sólo el interés inmediato y principal de esos obradoristas sino el único. Ése es el fin. La democracia es sólo un discurso y éste un medio para el fin. Otros medios son 2) prácticas electorales priistas, que remiten a una cultura política priista. Esta cultura, no democrática por definición, incluye prácticas como las que se acentuaron y evidenciaron en la pasada elección morenista: manipulación de padrones, compra de votos, acarreo, clientelismo, coacción, robo y quema de urnas o “embarazo” de las mismas. Algo de eso puede pasar sin priismo pero con priismo no puede no pasar, en conjunto, y a Morena llegaron esas prácticas por herencia y transferencia, no este año, no por coincidencia y no como minoría o rareza. 3) Morena no es el nuevo partido hegemónico sino que quiere serlo, busca serlo y sus líderes y representantes comen ansias: eso esperan, se anticipan, se apresuran, intentan adelantarse, se multiplican por lo mismo, no se aguantan… Todo lo cual –1+2+3- lleva a 4) Morena nunca fue real y verdaderamente un partido democrático, y lo es menos al calor del poder. Por tener esos líderes no demócratas, por tener vivas, prestas y privilegiadas las prácticas culturales priistas y por no ser una fuerza pluralista sino hegemonista, además de haber nacido con y seguir teniendo un jefe máximo. El Señor López Obrador y su partido. Cuando era oposición tal vez parecía democrático pero no lo era; es que sólo era oposición… y todo se reducía a llevar al líder nato a la presidencia. 

De las lecciones, una ya era evidente y la otra se volvió evidente. La primera es que el partido presidencial y el obradorismo en general no pueden ni hacer elecciones superiores a las del INE ni sustituir al INE con algo superior. El INE vale y vale mucho. Qué paradoja: el obradorismo eleva el valor del Instituto… La segunda lección es que Morena sí puede romperse, posibilidad que se ocultaba a algunos ojos. Desde hace unos días queda clara la posibilidad de que el partido se fracture, sufra escisiones por el hambre y ansia de poder. Si se rompe, no será hegemónico. Otra paradoja: no lograría ser hegemónico por poder y querer tanto serlo. 

Extra. Como no tiene mayoría calificada en el Congreso de la Unión, o la oposición tiene poder de veto constitucional, el presidente recurre al decreto para seguir formalizando la militarización que niegan. Hay dos verdades envueltas. Una, el gobierno de AMLO no es el régimen, expresión coloquial no sólo imprecisa sino tramposa y mistificadora que se ha colado malamente en “la conversación”, y tampoco es una dictadura, pero sí se trata de un presidente autoritario que anhela que el régimen democrático (hoy casi únicamente dependiente del INE) deje de estorbarlo y de existir. La otra es que el decreto (más) militarizador no puede ser progresista. Este gobierno no puede funcionar democráticamente ni progresistamente. Lo que también se refleja en la nueva Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2021. La ENSANUT revela todo menos un gobierno progresista, dado que entre lo que revela están menos protección a la salud infantil y más inseguridad alimentaria en la población. La falta casi total de perspectiva progresista y resultados de progreso social puede verse aquí y aquí. 

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