viernes 29 marzo 2024

Jóvenes: llenar el vacío

por Francisco J. Guerrero Aguirre

Nunca antes nuestro continente había tenido tantos jóvenes como ahora y el desafío sobre su futuro se encuentra inmerso en una espesa niebla de incertidumbre y falta de definiciones. En una atmósfera de relevo generacional, cada vez más evidente, deberían ser protagonistas de un mejor desarrollo económico, democrático y social que permitiera reducir la pobreza y los índices de desigualdad de los ciudadanos en nuestros países.


En esta misión, los jóvenes del siglo XXI cuentan con ventajas para hacerlo una realidad. Sus niveles de educación son, en alguna medida, más altos que las generaciones anteriores, están familiarizados con las nuevas tecnologías de la información y han experimentado el cambio continuo de la sociedad que los ayuda a enfrentar escenarios complejos con mayor flexibilidad y rapidez para alcanzar los objetivos anhelados.


No obstante, persisten todavía grados alarmantes de exclusión social, marginalidad, violencia y desempleo, que enfrentan los más de 158 millones de jóvenes entre los 10 y 29 años que, según la Organización Iberoamericana de la Juventud, existen en la región en 2015. Esos millones de jóvenes se encuentran en un “vacío de vida” que debe llenarse para incorporarlos a la vida productiva de manera cada vez más urgente.


Más deplorable aún, el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal)  indica que aproximadamente 30 millones de jóvenes de la región no estudian ni trabajan; 55% se dedica al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados, 25% está cesante o busca trabajo por primera vez y 15% está inactivo sin razón clara.


El modo en que los gobiernos aborden las necesidades y aspiraciones de los jóvenes determinará el futuro de las naciones en esquemas de competencia cada vez más crueles y despiadados. La educación es, sin duda, primordial. Los jóvenes deben fortalecer sus capacidades, competencias y conocimientos, que les permitan aprovechar las oportunidades futuras. Sin embargo, esto no basta para mejorar cualitativamente su exclusión estructural en el modelo de desarrollo vigente.


Es fundamental aplicar también políticas que garanticen el acceso de los jóvenes a la salud, incluida la salud sexual y reproductiva. La erradicación de esta barrera es un cambio necesario para contribuir a que desarrollen todo su potencial como individuos y como miembros activos en la sociedad. Es urgente promover mejores espacios de participación política y de confrontación de ideas para dar pie a una nueva etapa de desarrollo incluyente en la que este segmento social se incorpore con velocidad.


BALANCE


La demanda de inversiones en los jóvenes ha crecido de manera pronunciada en los últimos años. Las acciones dirigidas al desarrollo del capital humano en el hemisferio han aportado valiosos elementos, aunque insuficientes, para la reducción de las brechas sociales, fomentar las oportunidades regionales de empleo, mejorar el acceso a la salud y la participación activa en asuntos políticos.


Sin embargo, al mismo tiempo sigue existiendo un vacío grande. Hay que seguir revisando, analizando y atacando los principales obstáculos que enfrentan nuestros jóvenes. A través de la creación de nuevos objetivos de desarrollo sostenible, los gobiernos tienen una oportunidad sin precedentes para contribuir y enriquecer la vida de los jóvenes para que ellos sean los agentes del cambio social, el desarrollo económico y la innovación tecnológica que necesitamos.


*Secretario de Fortalecimiento de la Democracia de la OEA. Los puntos de vista son a título personal. No representan la posición de la OEA.



Este artículo fue publicado en Excélsior el 28 de Octubre de 2015, agradecemos a Francisco Guerrero Aguirre su autorización para publicarlo en nuestra página

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