viernes 19 abril 2024

¿Imperdonable?, palabra empeñada

por Carlos Urdiales
Etcétera

El peso de las ideas, sus frases, la claridad y el sentido con que las expresan nuestros gobernantes son hoy tema sujeto a revisión, al menos debería serlo. La credibilidad se les confiere por sus altos encargos y constituye un activo, intangible sí, pero fundamental también. Sujetar esa credibilidad a pruebas de estrés recurrentemente, tiene límites.

El desarrollo de las tecnologías en los canales globales de comunicación social no ha desterrado la idea de episodios legendarios, como, por ejemplo, Don Fidel Velázquez rectificando una declaración hecha en la víspera en una de sus conferencias de los lunes: “las grabadoras mienten”, cuando una reportera le antepuso el peso del registro en voz.

Mentir sin más, sin consecuencia, sin hacer del cumplimiento y la explicación pública elementos exigibles. Tan sensible es el asunto que muchas campañas exitosas se han cimentado justamente en “cumplir las promesas”, valor democrático demandado por escaso.

A compromisos para hacer crecer la economía nacional (y el bienestar) por encima de la media de los últimos 30 años, nunca le subrayaron los imponderables externos, exógenos, incontrolables, impredecibles, ni se advirtió que si la economía creció apenas 1 por ciento en 2013, y en 2014 alcanzó 2.1, entonces deberíamos acogernos a la tendencia, no al cumplimiento de la oferta inicial.

De la reforma educativa y la postergación indefinida de su parte medular, la evaluación docente, sin mayor pena ante el reclamo social, se nos recetó una clase de semántica elemental, “suspender no es cancelar” y por eso, y por lo mismo, pasada la jornada electoral del 7 de junio, la SEP anunció que, lloviera o relampagueara, habría examen a maestros. No ha ocurrido en Oaxaca, Michoacán y parcialmente en Chiapas. La CNTE sigue tan campante. Nada de eso se explica antes so pena de no ganar, de no encantar, al electorado.

En febrero de 2014 el periodista León Krauze entrevistó para Univisión al Presidente Peña Nieto, quien sobre El Chapo capturado, presumido y escurridizo sentenció: “Es una obligación que tiene el Estado, frente a lo que ya ocurrió en el pasado (primera fuga, enero 2001), sería algo más que lamentable, imperdonable, que ahora el Estado y el gobierno no tomen las debidas providencias para asegurar que lo ocurrido hace algunos años se pudiera repetir”. No se trata de perdonar o no las muchas fallas, corruptelas y traiciones evidentes. Menos de pedir que las verguenzas se hagan menores volviendo anticipadamente a casa.

Sí, que del Presidente para abajo en la estructura de gobierno dejen de apostar a la desmemoria. Que las consecuencias existan sin la despectiva confusión de hacer “circo”. Canjear frases por hechos. Respetarse y respetarnos. La idea permanece, nada pasa, ni pasará; las explicaciones sobran, las consecuencias también y las grabadoras mienten, deforman, sacan de contexto frases tan memorables como “sería imperdonable”. ¿Será?


Este artículo fue publicado en La Razón el 14 de Julio de 2015, agradecemos a Carlos Urdiales su autorización para publicarlo en nuestra página

También te puede interesar