jueves 28 marzo 2024

Hiroshima y Nagasaki, la otra cara

por Alejandro Vázquez Cárdenas

En este mes de agosto se cumplió un aniversario mas de la explosión atómica que destruyo buena parte de Hiroshima en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Y como lo hago periódicamente rescato parte de un articulo viejo, pero que no ha perdido vigencia. Vale la pena no olvidar los detalles pero sobre todo no opinar a la ligera si se desconocen los detalles.

Corría el año de 1941, Europa vivía la pesadilla nazi, la orgullosa Francia, derrotada tras solo 4 semanas de enfrentamiento con la maquinaria bélica germana, Inglaterra soportaba noche tras noche el bombardeo de la Luftwaffe, Londres ardía, Coventry  era una ciudad en ruinas. En el oriente Japón, aliado de Alemania y de la Italia fascista invadía el sudeste asiático. Pero el continente americano no estaba involucrado. Los Estados Unidos permanecían neutrales.

Los hechos posteriores valen la pena recordarlos por que a muchos ya se les olvidó: Sin mediar declaración de guerra Japón ataca la base aeronaval de Pearl Harbor, Hawai a las 8.00 del 7 de diciembre de 1941, logrando la sorpresa total y hundiendo 18 buques, destruyendo unos 270 aviones, y causando 4.000 bajas, con solo una pérdida de 29 aviones. La poderosa Flota del Pacifico Norteamericana en apenas dos horas dejó de existir. Al día siguiente, Roosevelt, declaraba la guerra al Japón. 

La guerra del Pacífico inició, y  a la altura del verano de 1944, ya estaba en condiciones de ser ganada por los aliados. La superioridad en aviación  de los japoneses había desaparecido después de la última batalla en el mar de Filipinas. En esos momentos,  Japón era ya consciente de que había elegido un perímetro  defensivo demasiado amplio para poder cubrirlo. 

Los norteamericanos habían tenido la opción de atacar en dirección hacia Formosa, pero el hecho de que no hubiera sido posible traer tropas desde Europa y la derrota misma de China les hizo optar por un ataque en dirección hacia Leyte. El desembarco tuvo lugar en la segunda quincena de octubre de 1944. La batalla fue cruenta y en ella la superioridad aérea norteamericana jugó un papel fundamental.  

Pero eso no significó que de forma inmediata la isla de Leyte fuera conquistada, fue necesaria una larga guerra de trincheras, y  para  decepción de los  norteamericanos, no pudieron instalar campos de aviación capaces de llegar hasta Japón debido a la orografía de la isla. Prosiguió entonces la reconquista de las islas Filipinas. En enero de 1945, se produjo el desembarco en Luzón, que fue seguido por el ataque a Manila. 

La barbarie de los defensores japoneses produjo un elevado número de muertos entre la población civil y también entre los norteamericanos, hasta el punto que el caso de la capital filipina puede compararse con el de Varsovia en cuanto a grado de destrucción. 

Mucho más decisiva para el  avance de los aliados fue la toma de Iwo Jima, un islote a medio camino entre las Marianas y Japón que tuvo utilidad como base aérea de bombardeo,  imposible de realizar desde las Filipinas. Pero en  Iwo Jima, los norteamericanos, que la habían considerado como una presa fácil, comprobaron cómo la cercanía al Japón endurecía los combates de un modo espectacular. Encerrados en un sistema defensivo de túneles, que hacían relativamente inútiles los bombardeos artillero y aéreo, los japoneses resistieron hasta el final. Los norteamericanos tuvieron 7.000 muertos, mientras que de la guarnición japonesa, unos 20.000 soldados, apenas si sobrevivieron unos 200. 

La estrategia nipona consistía, por tanto, en tratar de causar al adversario tal número de bajas que les obligara a plantearse la posibilidad de un pacto lo más beneficioso posible para sus intereses. Para ello, utilizaron procedimientos que eran en realidad una combinación entre la obstinación y la rabiosa impotencia. 

Aparecen los kamikazes:

El término “kamikaze” hace alusión al “viento divino” que siglos antes había dispersado una flota invasora procedente del continente. Los japoneses llegaron a la conclusión de que sus aviadores, inexpertos y en manifiesta inferioridad, resultaban mucho más efectivos en ataques suicidas estrellándose contra el adversario. Iniciado a fines de 1944, este sistema se generalizó a partir de abril siguiente, cuando los norteamericanos invadieron la isla de Okinawa. Sin embargo, Tokio mantuvo una reserva de 5.000 aparatos suicidas, destinados a enfrentarse con quienes quisieran desembarcar en  Japón. 

En Okinawa, a diferencia de lo sucedido en otras ocasiones, los japoneses ya esperaban el ataque adversario, y se habían preparado, mientras que los norteamericanos descubrirían tardíamente el tamaño de los medios del adversario. En total, se emplearon más de un millar de barcos y 400.000 hombres contra una guarnición de unos 80.000, misma que fue aniquilada, pero tras producir un número de bajas similar.  

A estas alturas de la guerra  era evidente que la voluntad de resistencia entre los japoneses era  enorme y las perspectivas de los aliados se manifestaban sombrías, a pesar de su abrumadora superioridad. Se calculaba que, de intentar un desembarco en Japón, a pesar de emplear seis veces más efectivos que en Normandía,  la operación resultaría mucho más costosa. La proyección de las bajas, tomando en cuenta las experiencias de  Iwo Jima  y  Okinawa indicaba que podría producirse un millón de muertos propios y las operaciones no podrían concluir sino a fines de 1946, con una duración de, al menos, un año y medio. 

Evidentemente el costo de un millón de bajas aliadas y presumiblemente ocasionar un numero muy superior de bajas en el propio Japón era un factor de peso para decidirse por el uso de un arma con capacidad de disuasión enorme, algo que hiciera evidente que cualquier resistencia sería inútil y acortara el término de la guerra, de un año o más, a solo unos  días  y por lo tanto evitar una millonaria pérdida de vidas, tanto de los aliados como de la población civil de Japón.

El arma ya existía, era la bomba atómica y el 6 de agosto de 1945 el mundo conoció su potencia al ser arrojada sobre Hiroshima. Tres días después otra fue arrojada sobre Nagasaki.  Unos días después Japón se rendía. La pesadilla había terminado. 

¿Buena o mala la decisión del uso de esta arma?  Todo depende de la completa y correcta  valoración de todos y cada uno de los datos. Opinar a la ligera es irresponsable.

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